Politica e Ideas

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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Tuesday, January 29, 2008

PARTIDOS POLITICOS

El Gobierno ha anunciado su intención de reformar la ley de partidos políticos y el sistema binominal, luego de varios días de declaraciones contradictorias que han parecido estar más determinadas por los emplazamientos hechos por los nuevos parlamentarios independientes sobre el binominal que por un compromiso programático sobre la materia.

Resulta curioso que un pacto de partidos, que durante 16 años no tuvo mayoría parlamentaria, y luego de perder la mayoría que por fin había obtenido, se decida a promover una reforma que requiere obligatoriamente el respaldo de parte de los senadores y diputados que no forman parte del Gobierno, por lo que es legítimo suponer que la reforma a los partidos y al binominal pueda tener como objetivo real su uso para cuestionar la vocación democrática de la oposición y no el propósito de avanzar en una modificación que, hasta ahora, no ha sido tan incómoda para la Concertación.

En este sentido, es importante hacer una distinción para la comprensión del público, y es que cuando en un asunto tan delicado de negociar como este se abordan dos temas diferentes lo más probable es que las conversaciones se estanquen y no se logre resultado alguno, porque una cosa es la reforma a los partidos políticos y otra bien distinta es el cambio del sistema electoral.

En el primer caso, hay que comenzar por dilucidar las intenciones de la reforma, porque no es lo mismo promover la institucionalidad partidaria que avanzar en la transparencia de su funcionamiento y la democratización de las colectividades existentes. Si se trata de que los partidos, por ejemplo, sean los dueños de los cargos parlamentarios para prevenir el caso de quienes renuncian a sus tiendas, se trata de una reforma con nombre y apellido -los parlamentarios independientes- que, como todas las leyes que se hacen por pasiones momentáneas, no tendrá perdurabilidad en el tiempo ni impacto en la vida nacional.

En cuanto al sistema electoral, una cosa es eliminar el sistema binominal, que sin duda es un modelo rígido que no permite la adecuada representación parlamentaria de las corrientes existentes en el país, pero otra bien distinta es que las autoridades políticas actúen realmente como representantes de la ciudadanía, una vez electos.

Ante la falta de autocrítica de los políticos, resulta evidente que se produzcan este tipo de suspicacias, porque no hay señales respecto al primer cambio que se requiere, y que se refiere a que los políticos comprendan que, en realidad, son empleados de la ciudadanía para resolver sus necesidades y responder a sus expectativas; que se deben por lo tanto a sus empleadores, y que los votantes deben tener la posibilidad de elegir entre opciones diferentes de verdad a la hora de elegir a una autoridad, además de contar con el derecho a despedirla cuando hace mal su trabajo.

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Tuesday, January 22, 2008

TOZUDEZ

Ya es prácticamente un dogma de la política nacional de los últimos que si la Concertación llega a perder no será por mérito de la Alianza por Chile, sino por los propios errores de un sector de dirigentes del conglomerado de Gobierno, acusados por otros del mismo pacto de arrogancia y porfía.

La tozudez es un concepto que engloba los dos anteriores porque implica mantenerse en el error sólo por no reconocerlo, por orgullo, y cuando los dirigentes políticos llegan a ese punto es porque han perdido la noción necesaria de realidad para poder interpretar las necesidades de la mayoría de la ciudadanía.

Se puede tener la razón, pero haberla tenido en el pasado no es garantía de que siempre se esté en lo correcto, así como el haber tenido mayoría en las elecciones no implica que siempre se gozará de ese privilegio, y no reconocerlo es una actitud tozuda.

Hay tozudez, por ejemplo, cuando no se reconoce que las mayorías parlamentarios no se pueden imponer por un simple acto de voluntad. Es efectivo que en la última elección la Concertación logró el control de ambas ramas del Congreso, pero a estas alturas ya es un hecho de la causa que se perdió ese dominio por la incapacidad de incorporar a la política oficialista los disensos al interior del propio pacto y, en lugar de sumar nuevos matices a una alianza que se identificaba con el arco iris, se opta por borrar las tonalidades que hacen más difícil el ejercicio del poder.

Pero es también tozudez no reconocer que los expulsados y renunciados sí representan parte de la voluntad popular y que, mientras no se hagan nuevas elecciones, pueden legítimamente asumir como propia la votación conseguida en los últimos comicios porque el argumento de que fueron electos en su condición de concertacionistas no tiene pruebas hasta que no sean sometidos a la voluntad popular.

En este sentido, incluso si todos ellos pierden sus cupos en la próxima elección, la rigidez del sistema electoral y partidista que la Concertación no ha sabido o querido reformar impedirá afirmar que un determinado pacto tiene la mayoría del respaldo ciudadano porque la imposibilidad de que los matices se expresen hace imposible ese tipo de aseveraciones.

Lo concreto, lo que indican las matemáticas, es que ni la Concertación ni la Alianza tienen la mayoría en ninguna de las cámaras del Parlamento, y que los renunciados y expulsados tienen todo el derecho -hasta la próxima elección- de hacer los negocios políticos que estimen pertinentes. Si se equivocan, perderán sus cargos; si aciertan, tendrán acceso a la reelección y, eventualmente, a un aumento de su cuota de poder, exigua pero determinante.

Del mismo modo, es tozudez insistir en no reconocer que la conducción de la economía no ha sido la más acertada y suponer que los equilibrios estadísticos protegerán al país de cualquier vaivén. Lo concreto, nuevamente lo que indican las matemáticas, es que el país está bien, pero podría estar mucho mejor porque no se han aprovechado las oportunidades dadas por la bonanza del cobre para mejorar la competitividad, diversificar la estructura productiva y avanzar en una real equidad para todos los sectores de la sociedad.

Sin ser economista, en agosto del año pasado advertí, bajo el título “La solidez de una economía egoísta”, sobre los riesgos de la apertura de la economía nacional al mercado global, precisando que aunque en un momento los beneficios pueden ser superiores a las desventajas, esa situación puede invertirse con la misma facilidad, dada la pequeñez de nuestra economía dentro del mundo.

Si los recursos disponibles se hubieran utilizado con más audacia que mantenerlos en depósitos en el extranjero, el país estaría mejor preparado para lo que todo parece indicar que será una nueva recesión internacional. El período de vacas flacas que sucede al de vacas gordas es inminente, y el simple sentido común señalaba que era imprescindible prevenir estos cambios.
Por último, también hay tozudez cuando se niega la existencia de conflictos y se anuncia que no se tolerará el desorden público, lo que en nuestro país –y eso es sabido- equivale a no permitir la expresión del descontento ciudadano.

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Tuesday, January 15, 2008

EL CONDE GABRIEL Y LA PRINCESA CAROLINA

Dos hechos poco difundidos y analizados por la prensa seria, pero aprovechados por la otra han servido para poner de manifiesto la relevancia de la realeza criolla a la hora de descubrir quiénes somos en realidad.

El ex-ministro, ex-senador y actual embajador de Chile en Roma, conocido también como el conde Gabriel Valdés sostiene que la Democracia Cristiana está muy cerca de su fin. Buscando el texto original de la crónica repetida en grandes titulares, se descubre que las preocupaciones del Valdés, en realidad, son otras: La deshumanización de la sociedad chilena y la falta de integración entre los distintos grupos sociales, y pone como ejemplo que “En Roma se encuentra uno con los príncipes y personajes almorzando al lado de un carpintero: Todos comen espaguetis, todos son felices, es muy humano”.

Consultado sobre el sueldo ético, coincide absolutamente y explica que “no hay razón alguna para que en una economía como la chilena una persona gane menos de lo que necesite para su subsistencia. Pero yo voy más allá: El problema de fondo es urbanístico; ciudades más humanas, donde la gente pueda juntarse en grandes espacios públicos”.

Estos párrafos no fueron reproducidos en la prensa nacional.

Sigo buscando en la prensa, y descubro que en el canal 13 encerraron en un palacete de la comuna de La Reina a una modelo, rubia y de ojos claros como debe ser, Carolina Bastías con un grupo de veinte pretendientes. Es un reality veraniego, no hay que pedirle peras al olmo ni a los galanes que pronto caen desmayados frente a la belleza del premio mayor. Algunos se refieren a ella como princesa, y ya tenemos un nuevo personaje de la realeza criolla.

En este caso, sin embargo, la moraleja no viene de la princesa Carolina ni de sus aspirantes a príncipes azules sino de la prensa farandulera que considera poco atractivos a los concursantes, y recurre para ello a la voz “autorizada” de otras mujeres que, evidentemente, confirman la teoría de los periódicos en cuestión. Incluso alguno trata a los muchachos como provenientes de la “pobla”, es decir de origen popular.

¿Y quiénes son los galanes? Gente normal. Algunos gorditos, otros de pelo largo, flacos, altos, chicos. Solo Carolina se sale de la norma y precisamente en eso coincide la esencia del programa: En mostrarnos cómo somos, pero al mismo tiempo soñar con que hombres normales pueden aspirar a una belleza que es más fácil encontrar en un paisaje nórdico que en una calle cualquiera de Chile. La princesa es la que sobra, los concursantes son los que corresponden a la realidad y la prensa farandulera la que lucha contra la realidad, sólo porque la realidad no calza con la falsa idea de que Chile es un país europeo, mostrando al mismo tiempo cómo el periodismo no cumple con su responsabilidad social.

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Tuesday, January 08, 2008

LA ULTIMA PRESIDENTA

Pobre Michelle Bachelet: Tenía la esperanza de llevar adelante un gobierno con auténtica participación ciudadana para transformar la sociedad y asegurar la real igualdad de hombres y mujeres, lo que habría sido más revolucionario que los proyectos de Fidel Castro o Hugo Chávez, pero es probable que pase a la historia como la última Presidenta de la Concertación y como la antecesora de un cambio político profundo.

La renuncia de los cinco diputados colorines deja al Gobierno sin mayoría en ambas ramas del Parlamento, y obligado a negociar con quienes repudia en privado o con los representantes de la Alianza. En esas condiciones, es imposible para la actual administración dar pasos relevantes en el cumplimiento de su Programa de Gobierno y tendrá que atenerse a lo que sea políticamente posible.

Por otro lado, resulta preocupante que sectores importantes de la Concertación, y dentro de ella en la Democracia Cristiana, se nieguen a reconocer la existencia de una crisis y que esta crisis no se refiere a la incapacidad de la Concertación de encarnar la vocación de progreso y justicia social de la ciudadanía que le ha permitido alcanzar La Moneda en cuatro oportunidades.

Lo que está en crisis es el sistema político mismo y el sistema de partidos. Un Parlamento sin atribuciones no tiene justificación y ello repercute en los partidos políticos. Los parlamentarios y los partidos se encuentran sin espacio para canalizar su labor como representantes de la ciudadanía porque todo se resuelve en el Poder Ejecutivo y si el Gobierno no comparte el poder de que dispone terminará teniendo que negociar con la oposición, con lo cual se llega a un punto en que da lo mismo votar por uno u otro porque, al final, terminan trabajando juntos.

Dadas esas condiciones, resulta legítimo aventurar que el sistema presidencialista fuerte que se implantó en Chile desde la dictadura no responde ya a las expectativas y necesidades de los chilenos.

Por otra parte, no hay cogobierno, pero sí la percepción de que dan lo mismo las precisiones académicas porque unos y otros cuidan celosamente un modelo económico que tampoco está siendo capaz de solucionar los problemas de la gente, a pesar de que con los recursos generados por la minería y otros sectores productivos, la calidad de vida de los chilenos debiera ser ostensiblemente superior a la real.

En estas circunstancias se hace urgente revisar el ordenamiento político y económico, actuar en consecuencia para que el crecimiento le llegue a todos y para que la participación social que le da sustento a una democracia moderna pueda ser ejercida también por todos, pero la reacción no se produce y mientras Arauco se apronta a estallar en nuevos conflictos y el Transantiago no mejora, anunciando más problemas para las semanas siguientes, La Moneda pierde varios días tratando de ordenar un gabinete ministerial, como si el país no siguiera avanzando mientras se hacen las negociaciones con los partidos para encontrar gente dispuesta a acompañar un Gobierno que se percibe dubitativo.

Así las cosas, cualquier populista con un discurso atractivo y una imagen de honradez y coherencia puede atraer a un electorado que se siente defraudado. Pobre Soledad Alvear: Sus posibilidades de llegar a La Moneda van menguando a medida que se prolonga la crisis en su partido, arrastrando al conjunto de la Concertación. Si hoy cuesta encontrar ministros, ¿cuánto más costará encontrar un candidato presidencial que pueda convencer a la ciudadanía de que la política es noble y capaz de resolver sus necesidades?

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PROBLEMAS EN EL PATIO TRASERO

Del mismo modo que una potencia se siente con el derecho a intervenir en las naciones que considera dentro de su área de influencia, al interior de los países también se dan situaciones en las que el poder central toma determinaciones relativas a las zonas que forman parte de su territorio, aunque se encuentren lejanas de la capital estatal, generándose relaciones de desequilibrio entre unos y otros, en relación inversa a la distancia hasta el centro.

De hecho, en Chile, como consecuencia de su tradicional y exacerbado centralismo, hay casos como el del pueblo mapuche o del rapa nui que se hallan tan lejanos del centro que para las autoridades que toman las decisiones son casi irrelevantes, e incluso pintorescos, hasta que los afectados por políticas públicas que no toman en cuenta sus necesidades y peculiaridades hace escuchar su voz de reclamo y como consecuencia, y sólo entonces, se asume que hay problemas no resueltos.

El drama con los mapuches, o con cualquier otro grupo discriminado por la sociedad, es que cada vez que ha habido dificultades la única solución ha sido imponer la autoridad por la fuerza, hasta volver a transformar el problema en una situación irrelevante para el poder central, con lo que se supone que se ha recuperado la paz y el orden, pero cuando la estrategia de aplacar los conflictos se extiende por dos siglos se va incubando un malestar que lleva a que los afectados dejen de sentirse parte de la Nación y desconozcan la legitimidad de las autoridades.

Se puede considerar con un criterio racional que las reivindicaciones mapuches son exageradas, en especial lo relativo a la devolución de las tierras conquistadas, compradas o efectivamente usurpadas desde que llegaron los españoles, así como la idea de otorgarles autonomía para establecer sus propias formas de gobierno. Los únicos argumentos que no son admisibles es que ellos no sabrían cómo gobernarse, porque ese es el mismo paternalismo de las potencias colonizadoras, ni que se produciría un daño a las posibilidades de desarrollo económico del país, porque cuando todos progresan menos ellos se llega a una situación peligrosamente parecida a la del abuso, por decirlo en forma suave.

Tampoco basta con disponer que en sus escuelas se enseñen algunas palabras en mapudungun o que se les apoye para no quebrar con sus formas tradicionales de cultivo, que no pueden competir de igual a igual con grandes empresas respaldadas por tecnologías modernas.

Las soluciones pasan por permitir que los mismos mapuches -o rapa nui, o atacameños, o cualquiera- puedan desarrollar sus propias estrategias de desarrollo, de acuerdo a sus valores culturales, y en ese sentido hay dos hechos destacados que son dignos de alabarse, más allá de lo anecdótico. Por un lado, el auge de la medicina mapuche, que está ganando numerosos adeptos incluso en Santiago; y por el otro, hechos como el protagonizado por el futbolista Marcelo Salas Melinao, quien declara en su propia página sentir orgullo por su ascendencia mapuche, y ahora ha hecho noticia por comprar el club Provincial Temuco, con el propósito de devolver a su tierra su experiencia y fortuna. De esta forma es que se cultivan las flores abandonadas en el patio trasero, hasta que se ganen el derecho de pasar al antejardín, a la vista de todos.

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Friday, January 04, 2008

CUARTO ROUND

A propósito de la renuncia del ministro del Interior Belisario Velasco, desde el Gobierno se ha planteado que ello, lejos de ser una crisis, es una oportunidad para pasar a una segunda etapa de la actual administración, como si el hecho de que en marzo próximo la Presidenta Bachelet llegue a la mitad de su mandato suceda sin que se hayan producido problemas en sus dos primeros años de gestión.

Pero hay dos falsedades en esta propuesta de verdad. Por un lado, esta que se inicia es la cuarta etapa del Gobierno, el cuarto round en jerga boxística en que la Primera Mandataria trata de encontrar la forma de conectar el gancho que le asegure la victoria que es consolidar un Gobierno eficiente, capaz de adelantarse a las dificultades y que materialice los avances que le permitan pasar a la historia sin la carga del Transantiago.

El primer round fue incluso antes de asumir, cuando se anunció un Gobierno ciudadano, pero las presiones de los partidos solo permitieron materializar un equipo ministerial con presencia paritaria de hombres y mujeres; luego vino una segunda vuelta con Andrés Zaldívar de Ministro del Interior, que acabó con el fracaso del experimento paritario.

El tercer round fue el de Belisario Velasco, supuestamente con el regreso de los viejos tercios de la política nacional, pero fueron los propios partidos y parlamentarios los que produjeron el fracaso cuando, junto con la responsabilidad del Gobierno, no fueron capaces de concordar las líneas de acción, salieron hasta ahora dos senadores, se perdió la mayoría en ambas ramas del Congreso Nacional y se debió constatar el fracaso del Transantiago. Se agrega a lo anterior que es sabido que Belisario Velasco no contaba con el apoyo de la directiva DC presidida por Soledad Alvear, que pretende alguien de su confianza en La Moneda para potenciar su candidatura presidencial, sobre todo ahora que se deshizo de los colorines tras un conflicto interno que, metafóricamente, podría calificarse como sangriento.

Lo que viene ahora, por lo tanto, es el cuarto round del combate, y es a la mitad de este que se percibe a la protagonista sin ideas, y aunque muchos dirigentes concertacionistas piden un cambio de estrategia no hay señales de que ello se vaya a concretar. El problema con todo esto es que la lucha del Gobierno se asemeja más a una pelea de aficionados que a un combate de fondo, y es sabido que los enfrentamientos amateur sólo duran tres rounds.

Por otra parte, tampoco es cierto que el Gobierno esté preparado para pasar a la siguiente etapa porque, si bien es sabido que venía un cambio de gabinete, Belisario Velasco se adelantó y desarmó la estrategia gubernamental, sin que la Presidenta tenga listos los cambios en su equipo, y mucho menos tomada la decisión de introducir una modificación real en su estilo de trabajo.

El Ministro del Interior tiene la función de capataz del fundo, pero el dueño es la Presidencia, y no sirve cambiar al capataz si el patrón no sabe qué hacer con las tierras.

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