Politica e Ideas

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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Sunday, November 27, 2011

LA INSTITUCIONALIDAD DEL EMPATE

   Después de veinte años ha ido creciendo la convicción de que el país requiere un cambio en su institucionalidad que haga realmente efectiva la democracia. Ya no basta con declarar, en un acto voluntarista como el del ex-presidente Ricardo Lagos, que las reformas parciales acumuladas en los años justificaban afirmar que la Constitución de 1980 ya no era la misma que impuso la dictadura como para eliminar la firma del Presidente de entonces, porque la experiencia ha demostrado que en Chile la institucionalidad sigue siendo limitada para resolver las demandas ciudadanas.

   Por ejemplo, el suspenso a que está supeditado el país con la aprobación o rechazo de la partida presupuestaria de educación es otra prueba concreta de que las instituciones no están funcionando, porque el afán de evitar el conflicto por la vía de garantizar el empate de los dos principales bloques políticos se está traduciendo en la incapacidad del Gobierno para gobernar.

   Una cosa es que el Gobierno no sea electo por la mayoría de los chilenos y otro asunto, quizás igualmente grave, es que no pueda ejercer su voluntad, como lo pretendía el sistema político presidencialista que estableció la Constitución de 1980.

   Pero tampoco tenemos un sistema parlamentario, en el que sean los representantes territoriales los que tengan la fuerza para imponer su criterio al Ejecutivo. En este país de ni mucho ni muy poco, el poder está tan diluido en las instituciones que ninguna de ellas tiene la fuerza para establecer con la decisión necesaria la dirección de las políticas públicas. Y si Ejecutivo o Legislativo llegan a imponer su voluntad, aún el Tribunal Constitucional puede determinar otra cosa, sin que ninguno de sus integrantes haya sido electo por el pueblo.

   Sin entrar a considerar si en el tema de la educación la razón está de parte del Ejecutivo o del Legislativo, lo cierto es que por primera vez en veinte años está ocurriendo que el Gobierno no tiene el control del Congreso y eso se ha traducido en que se encuentra atado de manos para resolver. Es, simplemente, un nuevo síntoma de que la institucionalidad que nos iba a dar estabilidad y orden -según los autores y defensores de la Constitución de 1980- no soporta el conflicto porque no contiene mecanismos para resolver las diferencias sino que simplemente asumió que el modelo electoral binominal garantizaría siempre un Gobierno fuerte en el que el Presidente tendría toda la autoridad necesaria.

   Pero tampoco basta con compartir parte del poder con la oposición, porque entre oficialismo y oposición no están representando al conjunto del país. No se ve mayor interés en establecer la inscripción automática, a pesar de que el proyecto lleva dos años en trámite y era evidente que solucionaría parcialmente el tema de la participación ciudadana. Y no es sólo que en las elecciones no participen todos los chilenos que cumplen los requisitos sino que además no están presentes todas las corrientes del pensamiento: Falta quien represente el sentido común.

Sunday, November 20, 2011

Lo que se lleva el viento

Cuando la protagonista de “Lo que el Viento se Llevó”, Scarlet O’Hara parecía estar completamente devastada por las dificultades de su vida, lanza una frase que es importante recordar en estos tiempos: “Mañana será otro día”, y tiene razón porque en la vida hay cosas que son prescindibles, como toda la frivolidad que caracteriza la juventud del personaje, pero también hay asuntos importantes, como su búsqueda del amor y su responsabilidad con la propiedad familiar.

En la vida de los países también hay que distinguir entre lo superfluo y lo verdaderamente relevante. Hay momentos en los que el debate político, por ejemplo, es fácilmente clasificable como infructuoso, absurdo y estéril, y otros en los que, de verdad, se discuten temas que le importan a la gente.

Durante el 2011, en Chile y el mundo se produjo la impresión de que, tras muchos años sin un debate verdadero, finalmente se estaban poniendo sobre la mesa problemas reales de las sociedades, pero hasta ahora -hay que ser honestos- no se han logrado cambios verdaderos y quienes tenían la esperanza de protagonizar una suerte de revolución tendrán que admitir que esta no ha llegado.

En el caso de los estudiantes, por ejemplo, es evidente ya que las soluciones demandadas no se harán carne en el corto plazo y que, sin la participación de los dirigentes del movimiento, recién se iniciarán algunas modificaciones menores a partir del próximo año y sólo en cuanto al financiamiento, pero nada respecto de los cambios de fondo que se demandaban.

Ese es un ámbito en el que se tiene que comprender que los cambios no pueden ser inmediatos, pero respecto al cual también el conjunto de la sociedad tendrá que aceptar que el mejoramiento de la educación es un asunto imprescindible, por lo que no se puede suponer que la gente deje de presionar por los cambios y se conforme con adecuaciones menores.

En estos días también ha reflotado el asunto de los derechos humanos, a partir del anuncio de un homenaje al ex-brigadier del Ejército Miguel Krassnoff, condenado a más de cien años de prisión por violaciones a los derechos humanos, y nuevamente se confunde lo secundario con lo principal. Nadie puede cuestionar que la gente cuente con amigos que opinen distinto a los demás, así como que lo propio ocurra con los “héroes” de quienes se han escandalizado con el tributo, pero lo que resulta llamativo es que, a más de veinte años de terminada la dictadura, aún se siga pensando que lo ocurrido en esos años tiene justificación, por una y otra parte.

Así como una educación de calidad es importante porque permite el progreso material del país y la movilidad social, entender que los derechos de las personas no dependen del color político de cada cual, que son valores permanentes y no forman parte del juego partidista, es esencial para el progreso moral de las naciones. Las discusiones pasan, pero lo que resulta de ella es lo que queda, y por eso son urgentes liderazgos responsables y dotados de una visión de largo plazo.

Sunday, November 13, 2011

LA HORA DE LOS NERVIOSOS

Por mucha modernidad y redes sociales que hayan ido predominando en la sociedad, hay aspectos que no se alteran, como el ciclo anual de la actividad política, que indica que el año termina cuando se aprueba el proyecto de ley sobre el Presupuesto de la Nación, a finales del mes de noviembre.

Como el 2012 tocan comicios municipales, y de estas dependen las siguientes elecciones presidencial y parlamentaria, ya la clase política comienza a fijar su atención en las campañas correspondientes y empiezan a surgir nombres de posibles candidatos en uno y otro caso, lo que significa naturalmente que las urgencias que han caracterizado el 2011 -demandas estudiantiles y baja popularidad del Gobierno- se van viendo postergadas.

Este es un ciclo natural de la política chilena, aunque, al igual que las campañas publicitarias por la Navidad o el año escolar, parecen iniciarse en cada oportunidad en forma más adelantada. El político necesita ser electo y es comprensible que dedique parte importante de sus esfuerzos y energías a ese objetivo, incluso a costa de cumplir las funciones para las cuales solicitan periódicamente el respaldo ciudadano.

En esta oportunidad, sin embargo, este ciclo se inicia en una condición extraordinaria, ya que toda la clase política se encuentra en una situación de desapego en relación a los votantes y de franco desprestigio, lo que genera un ánimo de nerviosismo generalizado.

Tanto en el oficialismo como en la oposición se sabe que sus proyectos no despiertan la adhesión popular y que, por lo tanto, sólo triunfarán los que logren restablecer los puentes de comunicación con el electorado y como el desafío parece mayor que en otras ocasiones, es posible pensar que las herramientas que se empleen sean también más poderosas, arriesgando aún más el prestigio de la actividad política.

Por su parte, quienes esperaban que la clase política pudiera de verdad resolver los problemas de la sociedad, se empiezan a dar cuenta que van quedando postergados a los pocos espacios que dejen las campañas políticas, y en ese nerviosismo también es probable que, por presionar a los políticos, incurran en estrategias que desborden la lógica con la que han actuado hasta ahora, lo que en el caso de los estudiantes implica llegar a un grado de desesperación por la falta de respuestas que lleve a radicalizar el movimiento y a perder el apoyo ciudadano que han podido mantener en alto durante ya casi seis meses de movilizaciones, o, por el contrario, aceptar condiciones que se sabe que no son suficientes para las demandas presentadas. Es que no es prudente tomar decisiones cuando se está nervioso y si falló el cálculo de los momentos adecuados para cada paso ya no es posible volver el tiempo atrás para corregir.

Sunday, November 06, 2011

LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y TOLERANCIA

La gente parece no comprender la importancia que tiene la libertad de expresión hasta que se ve limitada en el ejercicio de este derecho. Cuando se piensa en las necesidades es natural que surjan como prioridades la alimentación, la vivienda, la salud, la educación, pero hay un conjunto de necesidades que son las que, en las sociedades modernas, hacen posibles las primeras.

Si las personas no tuvieran derechos, difícilmente podrían velar por el respeto de esas necesidades mínimas y eso es algo que parece estar olvidándose en las sociedades modernas en las que se dan por evidentes ciertas condiciones. Los estados no proporcionan vivienda o educación sin que exista una presión ciudadana. Sin exigencias, no hay concesiones, porque en definitiva siempre se trata de eludir todo lo que signifique gasto, ya sea del Estado o de los privados.

En el ámbito del trabajo eso es especialmente notorio, ya que en ese caso cualquier mejoramiento en las condiciones de las personas tiene un impacto directo en las eventuales ganancias del empleador, pero el mecanismo es siempre el mismo: No se dan concesiones a menos que sean inevitables, y sólo se hacen inevitables cuando son reclamadas y es en esa etapa que toman importancia los derechos constitucionales, y entre ellos la libertad de expresión.

Una de las características de los subordinados es que no se les permite hablar sin autorización del superior, y lo que no pueden soportar los círculos del poder en las sociedades actuales es precisamente que la gente se exprese y mucho menos cuando lo hace con total independencia y autonomía. De ahí que algunos insistan en asumir que el 80 por ciento de las personas que apoyan las reivindicaciones del movimiento estudiantil están siendo utilizados por el Partido Comunista.

Pero de ahí se desprende también el intento de acallar a las plataformas sociales, como ocurrió en estos días con sitiocero.net y otros espacios en los que se han deslizado críticas. Eso refleja no sólo una intolerancia por parte de esos piratas cibernéticos, sino también la incomprensión de que la libertad de expresión tiene que regir para todos para que cumpla su propósito.

Es perfectamente posible que las personas se excedan en el ejercicio de sus derechos, pero las controversias se resuelven por la vía de los tribunales. Recurrir a la violencia es volver a la época de las cavernas.