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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Sunday, October 13, 2013

La verdad verdadera

   
Falta poco más de un mes para las elecciones y, por primera vez, los chilenos nos enfrentamos a este proceso a oscuras, sin verdades completamente seguras, sabiendo por la experiencia anterior de los comicios municipales -los primeros con voto voluntario- que las encuestas han dejado de tener el valor predictivo que tenían antes cuando el universo de los electores era conocido y predecible.

   Es tentadora la idea de reemplazar las falencias de las encuestas con la apreciación de las tendencias en las redes sociales o con el voluntarismo de suponer que determinado candidato/a debería tener un respaldo ciudadano determinado.

   En el primer caso, el de las redes sociales, es fácil suponer que la mayoría piensa como uno mismo y eso es un error porque simplemente en esos espacios lo habitual es escribir cuando se apoya o cuando se está diametralmente en contra, pero no se expresan las opiniones distintas y no contrarias o lisa y llanamente no todo el mundo participa.

   Respecto a los voluntaristas, la distorsión se produce por pensar justamente que los que no se expresan están de acuerdo con ellos, en lugar de reconocer que tienen opiniones diferentes.

   Para los dos casos, las encuestas que dicen que no les gusta están mal hechas y sólo están bien diseñadas las que les dan la razón, lo que no tiene nada de científico no objetivo.

   En cualquiera de estas situaciones no se trata de saber cuál es el pensamiento predominante del electorado ni menos el estado real de la opinión pública sino de llevar agua al propio molino, lo que es comprensible porque en períodos electorales el principal objetivo de los que se interesan en la política desde un punto de vista partidista es lograr que los candidatos propios triunfen y para eso se suele distorsionar la verdad para demostrar que es un hombre o mujer ganador.  Nadie reconoce que su candidato no tiene cómo vencer.

   En el caso de ellos es perdonable que no quieran saber cuáles son las opiniones predominantes en una sociedad determinada, pero esa disposición es imperdonable en quienes actúan como analistas o quienes tienen el deber de informar al conjunto del país.


   Por último, hay que recordar que la verdad en política es distinta a la verdad filosófica, que se define por argumentos; la científica, que se establece por purebas objetivas; o la religiosa, que se basa en la fe.   En política la verdad la decide la mayoría y ésta siempre puede cambiar de una elección a otra.