EL CONDE GABRIEL Y LA PRINCESA CAROLINA
Dos hechos poco difundidos y analizados por la prensa seria, pero aprovechados por la otra han servido para poner de manifiesto la relevancia de la realeza criolla a la hora de descubrir quiénes somos en realidad.
El ex-ministro, ex-senador y actual embajador de Chile en Roma, conocido también como el conde Gabriel Valdés sostiene que la Democracia Cristiana está muy cerca de su fin. Buscando el texto original de la crónica repetida en grandes titulares, se descubre que las preocupaciones del Valdés, en realidad, son otras: La deshumanización de la sociedad chilena y la falta de integración entre los distintos grupos sociales, y pone como ejemplo que “En Roma se encuentra uno con los príncipes y personajes almorzando al lado de un carpintero: Todos comen espaguetis, todos son felices, es muy humano”.
Consultado sobre el sueldo ético, coincide absolutamente y explica que “no hay razón alguna para que en una economía como la chilena una persona gane menos de lo que necesite para su subsistencia. Pero yo voy más allá: El problema de fondo es urbanístico; ciudades más humanas, donde la gente pueda juntarse en grandes espacios públicos”.
Estos párrafos no fueron reproducidos en la prensa nacional.
Sigo buscando en la prensa, y descubro que en el canal 13 encerraron en un palacete de la comuna de La Reina a una modelo, rubia y de ojos claros como debe ser, Carolina Bastías con un grupo de veinte pretendientes. Es un reality veraniego, no hay que pedirle peras al olmo ni a los galanes que pronto caen desmayados frente a la belleza del premio mayor. Algunos se refieren a ella como princesa, y ya tenemos un nuevo personaje de la realeza criolla.
En este caso, sin embargo, la moraleja no viene de la princesa Carolina ni de sus aspirantes a príncipes azules sino de la prensa farandulera que considera poco atractivos a los concursantes, y recurre para ello a la voz “autorizada” de otras mujeres que, evidentemente, confirman la teoría de los periódicos en cuestión. Incluso alguno trata a los muchachos como provenientes de la “pobla”, es decir de origen popular.
¿Y quiénes son los galanes? Gente normal. Algunos gorditos, otros de pelo largo, flacos, altos, chicos. Solo Carolina se sale de la norma y precisamente en eso coincide la esencia del programa: En mostrarnos cómo somos, pero al mismo tiempo soñar con que hombres normales pueden aspirar a una belleza que es más fácil encontrar en un paisaje nórdico que en una calle cualquiera de Chile. La princesa es la que sobra, los concursantes son los que corresponden a la realidad y la prensa farandulera la que lucha contra la realidad, sólo porque la realidad no calza con la falsa idea de que Chile es un país europeo, mostrando al mismo tiempo cómo el periodismo no cumple con su responsabilidad social.
El ex-ministro, ex-senador y actual embajador de Chile en Roma, conocido también como el conde Gabriel Valdés sostiene que la Democracia Cristiana está muy cerca de su fin. Buscando el texto original de la crónica repetida en grandes titulares, se descubre que las preocupaciones del Valdés, en realidad, son otras: La deshumanización de la sociedad chilena y la falta de integración entre los distintos grupos sociales, y pone como ejemplo que “En Roma se encuentra uno con los príncipes y personajes almorzando al lado de un carpintero: Todos comen espaguetis, todos son felices, es muy humano”.
Consultado sobre el sueldo ético, coincide absolutamente y explica que “no hay razón alguna para que en una economía como la chilena una persona gane menos de lo que necesite para su subsistencia. Pero yo voy más allá: El problema de fondo es urbanístico; ciudades más humanas, donde la gente pueda juntarse en grandes espacios públicos”.
Estos párrafos no fueron reproducidos en la prensa nacional.
Sigo buscando en la prensa, y descubro que en el canal 13 encerraron en un palacete de la comuna de La Reina a una modelo, rubia y de ojos claros como debe ser, Carolina Bastías con un grupo de veinte pretendientes. Es un reality veraniego, no hay que pedirle peras al olmo ni a los galanes que pronto caen desmayados frente a la belleza del premio mayor. Algunos se refieren a ella como princesa, y ya tenemos un nuevo personaje de la realeza criolla.
En este caso, sin embargo, la moraleja no viene de la princesa Carolina ni de sus aspirantes a príncipes azules sino de la prensa farandulera que considera poco atractivos a los concursantes, y recurre para ello a la voz “autorizada” de otras mujeres que, evidentemente, confirman la teoría de los periódicos en cuestión. Incluso alguno trata a los muchachos como provenientes de la “pobla”, es decir de origen popular.
¿Y quiénes son los galanes? Gente normal. Algunos gorditos, otros de pelo largo, flacos, altos, chicos. Solo Carolina se sale de la norma y precisamente en eso coincide la esencia del programa: En mostrarnos cómo somos, pero al mismo tiempo soñar con que hombres normales pueden aspirar a una belleza que es más fácil encontrar en un paisaje nórdico que en una calle cualquiera de Chile. La princesa es la que sobra, los concursantes son los que corresponden a la realidad y la prensa farandulera la que lucha contra la realidad, sólo porque la realidad no calza con la falsa idea de que Chile es un país europeo, mostrando al mismo tiempo cómo el periodismo no cumple con su responsabilidad social.
Labels: Chile, Gabriel Valdés, Reality
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