Politica e Ideas

My Photo
Name:
Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Wednesday, September 27, 2006

¿Y LAS MUJERES?

A seis meses de iniciado su mandato, los principales análisis hechos a la gestión de la Presidenta Bachelet se han enfocado en las dificultades que ha tenido para echar a andar la maquinaria estatal y en los conflictos entre los partidos de la Concertación y entre estos y el Ejecutivo.

Sin embargo, hay un aspecto que no ha sido considerado, y es el que la propia Presidenta puso en evidencia al explicar su baja en las encuestas como una consecuencia de su condición de mujer. Es decir, lo que en su momento la distinguió es hoy en día lo que le permite explicar una relativa baja en la adhesión ciudadana.

Resulta curioso cuando fue ella misma la que puso el acento en su calidad de fémina y todo Chile pudo ver el día de su elección cómo los infaltables vendedores callejeros agotaron su stock de bandas presidenciales en las manos de miles de mujeres que pensaron que con la llegada de una de ellas a La Moneda su situación iba a cambiar. No fue así, y de hecho el ser mujer es ahora una explicación para recibir una menor adhesión ciudadana, cuando hace nueve meses era la razón para el fenómeno contrario.

La condición de la mujer en el acceso al trabajo o en la equidad de las remuneraciones no ha cambiado. Tampoco lo ha hecho su dignidad frente al flagelo de la violencia intrafamiliar, y es que, salvo los simbolismos de ver a las Fuerzas Armadas cuadrándose ante una Presidenta mujer y una Ministra de Defensa mujer, no ha habido avances concretos.

Revisando el Programa de Gobierno de la Presidenta Bachelet para preparar esta columna, constaté que, además de las declaraciones de principios sobre la equidad, los compromisos concretos para la mitad femenina de los chilenos fueron dos: Una ley de cuotas que garantizara un mayor porcentaje de mujeres candidatas al Parlamento y un mayor número de mujeres en las embajadas. En cuanto a la Ley de Cuotas, me he informado que el anteproyecto estaría listo en las oficinas del Servicio Nacional de la Mujer (¿quién sabe el nombre de la Ministra del Sernam?), a la espera de que el Ejecutivo resuelva que es el momento político adecuado para su presentación. En todo caso, ya estamos a finales de septiembre y, atendiendo la velocidad del proceso legislativo, esta iniciativa ya no estará lista dentro de lo que queda del año.

Al revisar, por otra parte, el listado de embajadores, dentro de toda América hay una sola mujer embajadora. En otros continentes hay más, pero en el conjunto de las tres Américas hay una sola mujer a cargo de una embajada.

Así las cosas, es previsible que sean las propias mujeres las que terminen dando la espalda a quien se presentó como su defensora y adalid, y como la promesa de un país más amable para las mujeres.

Tuesday, September 12, 2006

LAS SOBRAS DEL MODELO


Sin duda, Chile es un país con una economía sólida, un sistema institucional estable y una sociedad pujante por progresar y alcanzar el sueño de convertir al país en una de las próximas naciones en salir del subdesarrollo y llegar a la meta de convertirse en un país desarrollado.

Desde la recuperación de la democracia, y gracias a una permanente integración comercial con casi todo el planeta, Chile ha optado por un modelo económico de mercado, abierto al proceso de globalización, y por un sistema político democrático que, con algunas fallas, se asemeja en lo central al esquema adoptado por la mayoría de las naciones democráticas de Occidente.

Desde la perspectiva política, económica e institucional, por lo tanto, tenemos todo dado para aspirar con legitimidad al sueño del país desarrollado. El único detalle es que los habitantes del país no están a la altura del desafío, y eso se ha traducido en que hay algunos sectores que han quedado al margen del progreso, como los jóvenes que se han inclinado por el anarquismo o los trabajadores públicos y municipales que reclaman mejores remuneraciones.

Cuando los empleadores no comparten con los trabajadores los frutos del crecimiento o cuando la actividad política se desarrolla dentro de un círculo restringido en el que da más o menos lo mismo ser de Izquierda o de Derecha, y cuando los ciudadanos sólo quedan circunscritos a la calidad de consumidor o de votante, sin más derechos que optar entre las alternativas que se le ofrecen sin su participación, es evidente que se producen rezagos en el crecimiento del país. Esas son las sobras del modelo.

A 33 años del golpe militar y a poco más de 16 del restablecimiento formal de la democracia, ya están quedando en evidencia los grupos que han pagado el costo del progreso del conjunto del país. Por cada exportador frutícola exitoso, hay un productor de trigo al borde de la quiebra; y por cada profesional que triunfa en el mundo de la computación hay un joven que a duras penas ha logrado aprender a leer y escribir.

Las sobras del modelo son cada vez más visibles, y mientras no se les de una solución a sus necesidades sus quejas y protestas van a ser más y más patentes y molestas, hasta que se llegue a un punto en el que, como en las novelas futuristas, simplemente se tenga que tomar la decisión de declarar a los marginados como delincuentes, y como tales perseguirlos y reprimirlos.

Lamentablemente, si se llega a ese punto no sólo se tendrá un país fracturado sino que, además, se tendrá que definir si se amplían las cárceles o se modifica la ley para que los delitos menos graves -y que serán cada vez más violentos- no estén castigados con prisión para evitar el colapso de los penales.

Monday, September 04, 2006

LO QUE VIENE

Cuando los estudiantes secundarios salieron a la calle y provocaron una grave pérdida para el Gobierno en el respaldo ciudadano, muchos comentaristas señalaron su inquietud por el hecho de que esta explosión no se hubiera previsto con anterioridad, pero lo cierto es que las autoridades están por lo general tan concentradas en la administración de las situaciones cotidianas que les resulta difícil tener el tiempo para reflexionar sobre la dirección de lo que se está haciendo y las consecuencias de las señales que se entregan a la ciudadanía.

En este sentido, el actual Gobierno ha planteado que su principal objetivo es la inclusión de las personas, es decir la homogeneización de derechos y oportunidades, como contraposición a la exclusión que se produciría en una sociedad regida de manera exclusiva por los principios del mercado. En buen castellano, la autoridad se ha comprometido a intervenir para asegurar los derechos de todos, lo que significa en rigor proteger de manera especial a los más débiles.

Paralelamente, el hecho de que la Presidenta sea mujer se ha interpretado como un compromiso adicional por la efectiva igualdad de las mujeres frente a los hombres y ello, aunque implica un cambio cultural profundo que es imposible de concretar en la duración de un Gobierno, obliga necesariamente a entregar señales concretas que aunque sean simbólicas sí representen un avance en la erradicación de las condiciones discriminatorias existentes.

Finalmente, y aunque no lo ha dicho el Gobierno, sí lo han dicho sus parlamentarios: El país tiene más dinero por el cobre y es adecuado gastar parte de esos recursos en mantener la adhesión de la ciudadanía a la Concertación. Incluso en el caso de que no se hubiera planteado la disponibilidad de recursos adicionales, para la ciudadanía tres gobiernos seguidos de progreso económico son más que suficientes para que parte de la riqueza que se genera comience a distribuirse con criterios de mayor justicia, pero Chile sigue siendo una de las naciones con peor distribución del Producto Interno en todo el planeta.

En este cuadro, resulta lógico que los diversos sectores gremiales comiencen a reclamar mejores condiciones: Trabajadores públicos, municipales, los sectores de la salud y la educación, y todo gremio que cuente con una capacidad de organización que les permita movilizarse. Todos ellos consideran, primero, que el Estado tiene el dinero para satisfacer sus reivindicaciones; y, en segundo lugar, que la Concertación sabe que cuatro períodos presidenciales seguidos no pueden proyectarse a un quinto mandato si la economía no se conduce con mayor generosidad y una disciplina fiscal menos estricta. Se reconoce que la responsabilidad ha permitido el crecimiento, pero la paciencia para seguir esperando los beneficios del progreso tiende a agotarse, en especial cuando la oposición promete el bienestar que la Concertación no entrega.

Frente a la mayor disponibilidad presupuestaria -real o no- de que goza el actual Gobierno, es lógico esperar que las demandas sectoriales vayan en aumento. Ya no hay una democracia que proteger que sirva de excusa para postergar las legítimas reivindicaciones de los chilenos; ya no hay un sistema económico que requiera del esfuerzo de los trabajadores, porque todos ven que el progreso existe y es natural que se quiera recibir parte de este.

Sin embargo, el tema de la distribución del ingreso no es la única fuente de preocupaciones para el Gobierno ni el único factor capaz de explicar los próximos conflictos sociales. Es un hecho objetivo que el modelo económico vigente se basa en condiciones poco equitativas. Cuando existen dificultades para que los trabajadores puedan reclamar sus derechos en una posición de igualdad con los empleadores, es esperable que se salten los procedimientos legales y que, como consecuencia de ello, los legisladores propongan la modificación de la ley.

Por otra parte, y aunque los planteamientos del Gobierno sobre las reformas institucionales, como el cambio del sistema electoral binominal, pudieran no ser significativos para la ciudadanía, su debate sí genera un efecto como es una mayor disposición de la gente para exigir que se escuchen y acaten sus opiniones. Un Gobierno ciudadano supone que es la ciudadanía la que manda, y ello conlleva una alteración del modelo político chileno, que tradicionalmente ha estado fundado en los partidos políticos.

Del mismo modo, cuando se promete a las mujeres -la mitad del electorado- que tendrán mayor igualdad y el poder habitualmente ha sido masculino, es esperable por un lado que se exijan iniciativas a favor de la mujer y, por otro lado, que esas propuestas sean resistidas. Sin llegar a una lucha de los sexos, es previsible que la discusión se genere en torno del proyecto de ley sobre cuotas, con el que se busca asegurar a las mujeres porcentajes determinados de cargos en todos los niveles de la estructura del Estado y, eventualmente, en los ámbitos del sector privado que recibe alguna forma de financiamiento público, y ese es un compromiso que aún no ha sido resuelto por la actual administración.

Finalmente, el último factor de conflictos que hay que tomar en cuenta es la creciente rivalidad y tensión entre las regiones y Santiago, que por lo general no son tomadas en cuenta por las autoridades centralizadas en la capital, pero que cada cierto tiempo detona en situaciones como la ocurrida con Chiloé por el fracaso del puente, en Arica cuando la población coloca banderas negras o en los sectores rurales de la zona central cuando los precios de los cultivos tradicionales hacen imposible la subsistencia. Cualquiera de estas u otras situaciones pueden tornarse inmanejable sin una autoridad capaz de prever los conflictos o más obsesionada por demostrar las cualidades que se le desconocen que por satisfacer las necesidades de todos los chilenos y no sólo de las de aquellos que son amigos o que tienen el poder para imponer sus intereses.