LA ULTIMA PRESIDENTA
Pobre Michelle Bachelet: Tenía la esperanza de llevar adelante un gobierno con auténtica participación ciudadana para transformar la sociedad y asegurar la real igualdad de hombres y mujeres, lo que habría sido más revolucionario que los proyectos de Fidel Castro o Hugo Chávez, pero es probable que pase a la historia como la última Presidenta de la Concertación y como la antecesora de un cambio político profundo.
La renuncia de los cinco diputados colorines deja al Gobierno sin mayoría en ambas ramas del Parlamento, y obligado a negociar con quienes repudia en privado o con los representantes de la Alianza. En esas condiciones, es imposible para la actual administración dar pasos relevantes en el cumplimiento de su Programa de Gobierno y tendrá que atenerse a lo que sea políticamente posible.
Por otro lado, resulta preocupante que sectores importantes de la Concertación, y dentro de ella en la Democracia Cristiana, se nieguen a reconocer la existencia de una crisis y que esta crisis no se refiere a la incapacidad de la Concertación de encarnar la vocación de progreso y justicia social de la ciudadanía que le ha permitido alcanzar La Moneda en cuatro oportunidades.
Lo que está en crisis es el sistema político mismo y el sistema de partidos. Un Parlamento sin atribuciones no tiene justificación y ello repercute en los partidos políticos. Los parlamentarios y los partidos se encuentran sin espacio para canalizar su labor como representantes de la ciudadanía porque todo se resuelve en el Poder Ejecutivo y si el Gobierno no comparte el poder de que dispone terminará teniendo que negociar con la oposición, con lo cual se llega a un punto en que da lo mismo votar por uno u otro porque, al final, terminan trabajando juntos.
Dadas esas condiciones, resulta legítimo aventurar que el sistema presidencialista fuerte que se implantó en Chile desde la dictadura no responde ya a las expectativas y necesidades de los chilenos.
Por otra parte, no hay cogobierno, pero sí la percepción de que dan lo mismo las precisiones académicas porque unos y otros cuidan celosamente un modelo económico que tampoco está siendo capaz de solucionar los problemas de la gente, a pesar de que con los recursos generados por la minería y otros sectores productivos, la calidad de vida de los chilenos debiera ser ostensiblemente superior a la real.
En estas circunstancias se hace urgente revisar el ordenamiento político y económico, actuar en consecuencia para que el crecimiento le llegue a todos y para que la participación social que le da sustento a una democracia moderna pueda ser ejercida también por todos, pero la reacción no se produce y mientras Arauco se apronta a estallar en nuevos conflictos y el Transantiago no mejora, anunciando más problemas para las semanas siguientes, La Moneda pierde varios días tratando de ordenar un gabinete ministerial, como si el país no siguiera avanzando mientras se hacen las negociaciones con los partidos para encontrar gente dispuesta a acompañar un Gobierno que se percibe dubitativo.
Así las cosas, cualquier populista con un discurso atractivo y una imagen de honradez y coherencia puede atraer a un electorado que se siente defraudado. Pobre Soledad Alvear: Sus posibilidades de llegar a La Moneda van menguando a medida que se prolonga la crisis en su partido, arrastrando al conjunto de la Concertación. Si hoy cuesta encontrar ministros, ¿cuánto más costará encontrar un candidato presidencial que pueda convencer a la ciudadanía de que la política es noble y capaz de resolver sus necesidades?
La renuncia de los cinco diputados colorines deja al Gobierno sin mayoría en ambas ramas del Parlamento, y obligado a negociar con quienes repudia en privado o con los representantes de la Alianza. En esas condiciones, es imposible para la actual administración dar pasos relevantes en el cumplimiento de su Programa de Gobierno y tendrá que atenerse a lo que sea políticamente posible.
Por otro lado, resulta preocupante que sectores importantes de la Concertación, y dentro de ella en la Democracia Cristiana, se nieguen a reconocer la existencia de una crisis y que esta crisis no se refiere a la incapacidad de la Concertación de encarnar la vocación de progreso y justicia social de la ciudadanía que le ha permitido alcanzar La Moneda en cuatro oportunidades.
Lo que está en crisis es el sistema político mismo y el sistema de partidos. Un Parlamento sin atribuciones no tiene justificación y ello repercute en los partidos políticos. Los parlamentarios y los partidos se encuentran sin espacio para canalizar su labor como representantes de la ciudadanía porque todo se resuelve en el Poder Ejecutivo y si el Gobierno no comparte el poder de que dispone terminará teniendo que negociar con la oposición, con lo cual se llega a un punto en que da lo mismo votar por uno u otro porque, al final, terminan trabajando juntos.
Dadas esas condiciones, resulta legítimo aventurar que el sistema presidencialista fuerte que se implantó en Chile desde la dictadura no responde ya a las expectativas y necesidades de los chilenos.
Por otra parte, no hay cogobierno, pero sí la percepción de que dan lo mismo las precisiones académicas porque unos y otros cuidan celosamente un modelo económico que tampoco está siendo capaz de solucionar los problemas de la gente, a pesar de que con los recursos generados por la minería y otros sectores productivos, la calidad de vida de los chilenos debiera ser ostensiblemente superior a la real.
En estas circunstancias se hace urgente revisar el ordenamiento político y económico, actuar en consecuencia para que el crecimiento le llegue a todos y para que la participación social que le da sustento a una democracia moderna pueda ser ejercida también por todos, pero la reacción no se produce y mientras Arauco se apronta a estallar en nuevos conflictos y el Transantiago no mejora, anunciando más problemas para las semanas siguientes, La Moneda pierde varios días tratando de ordenar un gabinete ministerial, como si el país no siguiera avanzando mientras se hacen las negociaciones con los partidos para encontrar gente dispuesta a acompañar un Gobierno que se percibe dubitativo.
Así las cosas, cualquier populista con un discurso atractivo y una imagen de honradez y coherencia puede atraer a un electorado que se siente defraudado. Pobre Soledad Alvear: Sus posibilidades de llegar a La Moneda van menguando a medida que se prolonga la crisis en su partido, arrastrando al conjunto de la Concertación. Si hoy cuesta encontrar ministros, ¿cuánto más costará encontrar un candidato presidencial que pueda convencer a la ciudadanía de que la política es noble y capaz de resolver sus necesidades?
Labels: bachelet, ciudadanía, democracia, gobierno, parlamento, participación, partidos políticos, poder ejecutivo, poder legislativo, política
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