Politica e Ideas

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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Sunday, June 30, 2013

Democracia eres tú

   
La democracia es definida por el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como “Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno”.   En su segunda acepción, se la define como el “predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado”.

   Pero se puede parafrasear también a Gustavo Adolfo Bécquer con su célebre poema, repetido tantas veces: “¿Qué es poesía? --dices mientras clavas / en mi pupila tu pupila azul. / ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? / Poesía... eres tú.

   Pues bien, la democracia eres tú, y esa forma de decirlo no solamente respeta la definición oficial sino que agrega un componente de interpelación.   Si no te gusta la democracia, entonces es lo que tú mismo haces o no haces en cuanto a tu participación política lo que no te gusta.

   Si crees que los políticos son corruptos, ineficientes, egoístas, has sido tú mismo quien les ha permitido alcanzar el poder, ya sea votando por ellos, o absteniéndote de votar, o dejando de denunciarlos con fuerza cuando tengas pruebas que no son personas elegibles para actuar como representantes del pueblo.

   Parece olvidarse que los dirigentes políticos actúan por mandato popular.  No se designan a sí mismos ni se aprueban en su gestión por su propia voluntad.   Dependen de los electores y si se mantienen es porque nadie los cuestiona.

   Al margen de la soberanía popular, la gente tiene -y cada vez más- el acceso a las herramientas necesarias para expresar su voluntad.   Suele escucharse la queja que al pueblo se le consulta sólo con las elecciones.   ¿Y qué importa si es cierto?  ¿Significa eso que hay que rendirse, aceptar que la soberanía ha sido sustraída del pueblo, a plena luz del día y seguir con las quejas para siempre?

   Siempre se puede hacer algo más.    Si los franceses a finales del siglo XVIII hubieran creído que el rey era inamovible, no se hubiera producido la Revolución Francesa; si los descendientes de los españoles y los mestizos no hubieran decidido morir por la independencia, seríamos aún una colonia; y más cerca en el tiempo, si los egipcios no se hubieran concertado a través de las redes sociales para derribar el régimen de Hosni Mubarak, el gobernante seguiría disfrutando del poder en vez de estar reducido al espacio de una celda.


   El ejercicio de la democracia nunca ha sido sencillo, exige a menudos sacrificios y está plagado de insatisfacciones, pero aún sigue siendo el mejor sistema de Gobierno que se ha dado la Humanidad.  Ponerlo en duda abre el camino a las autocracias y los regímenes totalitarios.

Sunday, June 23, 2013

¿QUÉ ES LO QUE QUIEREN LOS CHILENOS? LOS CANDIDATOS (III)

   
Se acercan las elecciones primarias, y una vez más los ciudadanos sienten que los nombres disponibles para votar, incluyendo a los que no participan en las primarias y van directo a las elecciones de noviembre, no satisfacen por completo sus expectativas.

   Habitualmente se consideraba que los chilenos elegían como presidente a un padre -o una madre- que los acogiera y les diera soluciones a sus problemas.  De ahí viene la expresión “Papá Fisco”, que viene a significar la figura del Estado todopoderoso que resuelve las necesidades de la gente, corrige las injusticias y asiste a los más débiles, como lo podría hacer el padre de una gran familia.

   Sin embargo, y aunque sobrevive en parte este concepto, la sociedad ha cambiado.   El surgimiento de los chilenos aspiracionales -los que les gusta comprar en el mall y tienen gastado su sueldo antes de recibirlo, los que deben más de un salario en tarjetas de crédito y de casas comerciales- ya no quieren un padre: Quieren la oportunidad de que sus ingresos mejoren y sus gastos disminuyan.  No esperan necesariamente que el Estado les resuelva los problemas, sino que les dé la posibilidad de acceder por sus propios medios a mejores condiciones de vida.

   Estos chilenos son, esencialmente, consumidores, más que ciudadanos, y para ellos asuntos como la Asamblea Constituyente o el cambio del sistema electoral, sólo tienen sentido en la medida que se traduzcan en un modelo de mercado que los favorezca o que, por lo menos, no los castigue como sienten que ocurre en la actualidad.

   Para ellos no es relevante asumir que la soberanía implica que todas las personas tienen el derecho y el deber de decidir los destinos del país, incluyendo en ello tanto al mercado como a todas las dimensiones que no son económicas, contando entre estas a la justicia social, la libertad de expresión o el perfeccionamiento de la democracia. Ese grupo fue el que privilegió y educó -o maleducó- la dictadura, y gracias a ellos Pinochet y sus aliados civiles estuvieron 17 años en el poder.  La dictadura no se basó sólo en la represión, tuvo un sustento político que aún le da a la Derecha un piso electoral cercano al 40 por ciento.  Son los que soñaron en su momento con tener un auto y un televisor, y ahora quieren un auto catalítico y un televisor HD, junto con vacaciones en el Caribe.


   Ellos son los que deciden las elecciones y los candidatos tratan de seducirles; son ellos los que no se dan cuenta que, como detentadores de la soberanía popular, tienen al Gobierno a su servicio y este puede y debe ser mucho más que el mal menor entre las alternativas que se ofrecen.   Pero pareciera que si alguien no propone una mística fundacional envuelta en electrónica, lo más probable es que ni siquiera lo atiendan y mucho menos que voten por esas personas.

Sunday, June 16, 2013

¿Qué es lo que quieren los chilenos? Una nueva Constitución (II)

   
Aún a riesgo de ser políticamente incorrecto, hay que decir que la idea de promover una nueva Constitución se ha constituido en un debate en el que sobra la ignorancia y falta realismo.   Todo ello es culpa, por supuesto, de la Constitución de 1980 que puede carecer de legitimidad pero rebosa de candados que impiden su reforma en los asuntos esenciales y ha creado un sistema de partidos empatado.

   La Constitución permite ser reformada, pero sólo en asuntos menores, y prohíbe su reemplazo completo, así como el plebiscito como forma de resolver disputas y proponer modificaciones, lo cual conlleva una rigidez que amenaza su eficiencia para la mantención de la democracia, entendida esta como la capacidad del pueblo soberano para llegar a acuerdos de mayoría.

   ¿Su reemplazo es un asunto que interesa a la mayoría de los chilenos? Aparentemente sí, por lo menos en lo que se refiere al sistema electoral binominal, aunque tiene muchos aspectos más que deberían discutirse como los quórum para las reformas constitucionales y legales, el Tribunal Constitucional, la autonomía del Banco Central, entre otros- y que seguramente no consideran ni conocen en detalle los ciudadanos que apoyan su sustitución.

   El problema es que, como la Constitución no permite estos cambios, al menos desde un punto de vista de realismo político, surge la idea de la Asamblea Constituyente (AC) como camino alternativo, aunque tiene los mismos problemas en cuanto a la posibilidad de que se reúnan los votos para su aprobación.

   De todos modos, cuando se habla de Asamblea Constituyente hay una serie de asuntos que no parecen haberse contemplado.   Por ejemplo, ¿quién puede ser miembro de la AC, quién decide cómo se les elige, cuánto se les paga a sus integrantes, cuánto tiempo dura su mandato, cómo se definen los acuerdos y si se exige un quórum para su ratificación por plebiscito?

   Pareciera que, cuando se habla de AC, se piensa en que va a estar integrada por los amigos que piensan igual que quienes la impulsan o que va a ser una especie de revolución que desplace al Congreso actual, pero con la dispersión de votos que hay lo más probable es que ninguna de las fuerzas predominantes de la política tenga mayoría para imponer sus propuestas.

   Otra cosa son los plazos que dicta el realismo: El decreto que se propone como medio para saltarse la falta de acuerdo del Parlamento para aprobar la AC y. eventualmente, el rechazo del Tribunal Constitucional, no está contemplado en la legislación, de modo que hay que pasar primero por una reforma a la Carta Fundamental con un Parlamento muy parecido al actual -lo que lo hace poco probable-; luego llamar a plebiscito para aprobar el llamado a la AC -que se tiene que ganar-; después definir cómo se integra la AC, convocar a elección de los constituyentes, instalarlos –y ya ha pasado fácilmente un año- y finalmente que logren ponerse de acuerdo en todo lo necesario, partiendo por definir qué tipo de Constitución se hace -o sea otro par de años- y finalmente someter el texto a plebiscito, con la posibilidad de que todo o parte de este se rechace.


   Hay que decir, por último, que si no se logra un acuerdo claramente amplio, es probable que cuando cambien las mayorías políticas se vuelva a plantear el reemplazo de la Constitución.

Sunday, June 09, 2013

¿QUÉ ES LO QUE QUIEREN LOS CHILENOS? (I)

            Emulando la frase de Freud sobre las mujeres, en períodos de campaña parece que fuera posible saber qué quiere un pueblo a partir de los temas que se ponen de moda entre las promesas y críticas de los candidatos, y aparentemente el tema que lo engloba todo es el recambio de la Constitución, porque ya no se trata solo de hacerle reformas parciales.

            Resulta curioso, porque si se tratara de escuchar las demandas ciudadanas, llevamos más de veinte años en que el binominal es parte de las prioridades expresadas en las encuestas y no se avanzó nada, hasta este período en el que la gente ya se cansó de ir a paso lento y lo quiere todo de una vez.

            Y resulta curioso también porque lo del binominal es una fracción mínima de nuestro ordenamiento constitucional y no está en la Constitución, al tiempo que no parece haber siquiera un debate sobre el tipo de Constitución que podríamos querer los chilenos, a pesar de lo cual se ha instalado como un tema prioritario de la campaña su reemplazo por otra, cuyo contenido tampoco ha sido puesto en discusión.

            Entonces, ¿para qué se quiere cambiar la Carta Fundamental?   No se puede actuar en base a slogans.   A alguien se le ocurrió lo de la Asamblea Constituyente y se puso de moda, como si fuera la forma de solucionar todos los problemas del país, pero nadie ha dicho responsablemente que se trata de un camino larguísimo, de resultados imprevisibles y que, además, puede no servir de nada si no se logran los acuerdos políticos previos, entre ellos el más importante que es resolver dos cosas: Lo ya dicho en primer lugar -¿para qué se quiere cambiar la Constitución?- y en segundo término ¿qué tipo de Constitución queremos?, que es lo mismo que preguntarse qué tipo de país queremos.

            Esos temas no se tocan en una campaña presidencial porque son muy difíciles de reducir a un lema, pero son esenciales para todo lo que viene después.    Por ahora, pareciera que lo que están relativamente claro es qué tipo de país no queremos: No queremos un país desigual, no queremos un país centralizado, un país en el que permanezcan vastos sectores de la población apartados del desarrollo económico -indígenas, pobres, jóvenes sin más instrucción que una secundaria de mala calidad- ni de la convivencia ciudadana -cualquiera que tenga opiniones distintas a lo que parece ser la mayoría, los que prefieren mantenerse al margen de un modelo de sociedad en el que se privilegia el tener por sobre el ser-.

            Pero una Constitución requiere propuestas en positivo, no simples negaciones a lo que se tiene en la actualidad.

Sunday, June 02, 2013

Las cuerdas del trompo

   
Los niños saben bien que para hacer bailar el trompo se necesita una sola cuerda y eligen para su juego la más apropiada.   Empezando el mes de junio, con la apertura oficial para la campaña de los candidatos que van a las elecciones primarias del próximo día 30, ya los votantes empiezan a definir cuál es el candidato más adecuado para asumir la Presidencia en los comicios  del 17 de noviembre.   En otras palabras, ya se acercan los plazos para escoger la cuerda que hará bailar mejor el trompo.

   La apertura del tiempo de campaña coincide con una entrevista en El Mercurio al ex-candidato Laurence Golborne, quien fuera de quejarse por las razones que lo obligaron a retirarse, dice en el título algo especialmente cierto: “Para un independiente es muy difícil entrar en la política”.

   De acuerdo a esa afirmación, de los ocho candidatos presidenciales potenciales sólo dos se presentarían como independientes: Franco Parisi, que ha anunciado tener ya las firmas necesarias para su postulación, y Tomás Jocelyn-Holt, quien ha dicho que le falta poco para cumplir la meta.   Los seis candidatos restantes son de partidos políticos.

   En las primarias del 30 de junio, la Concertación tendrá que elegir un solo nombre entre Michelle Bachelet, José Antonio Gómez, Claudio Orrego y Andrés Velasco; mientras que la Alianza por Chile hará lo propio entre Andrés Allamand y Pablo Longueira.   De seis precandidatos se pasará entonces a dos candidatos formales.

   Pero hay otros candidatos presidenciales además de ellos: Marcel Claude, respaldado por el Partido Humanisra; Marco Enríquez-Ominami por el Pro; por el Partido Ecologista Alfredo Sfeir; y Roxana Miranda por el Partido Igualdad.

   Esto no termina ahí:   Hay otros tres partidos legalmente constituidos que, además de apoyar a alguno de los candidatos en carrera, tiene el derecho de presentar nombres propios: El Partido Regionalista de los Independientes y el Partido Liberal (antes ChilePrimero) respaldaron al Presidente Piñera, pero no se han comprometido para la próxima elección presidencial y están distanciados de la Alianza por Chile.  A estos se suma el Partido Fuerza del Norte.   En definitiva, de mantenerse los actuales nombres y sumarse nuevas alternativas, se podría llegar a once candidatos, sin contar otros dos partidos -Fuerza Solidaria e Izquierda Unida- que están en proceso de formación legal.


   ¿Muchos candidatos?   No, sólo los necesarios para expresar la diversidad de pensamiento en el país y los suficientes para forzar una segunda vuelta entre las dos primeras mayorías porque, con tanta dispersión de votos, parece improbable que alguien se imponga en noviembre por mayoría absoluta.   Parece lógico pensar que los candidatos de la Alianza y de la Concertación serán los que pasen a la segunda vuelta electoral, pero nada en esta vida es seguro, como tampoco el sistema de partidos chileno es inamovible, en especial cuando no tienen la capacidad de expresar al vasto sector de los independientes y se tiene que convencer a las personas para que jueguen, primero, y luego para que escojan entre las cuerdas disponibles para el trompo.