¿QUÉ ES LO QUE QUIEREN LOS CHILENOS? (I)
Emulando
la frase de Freud sobre las mujeres, en períodos de campaña parece que fuera
posible saber qué quiere un pueblo a partir de los temas que se ponen de moda
entre las promesas y críticas de los candidatos, y aparentemente el tema que lo
engloba todo es el recambio de la Constitución, porque ya no se trata solo de
hacerle reformas parciales.
Resulta
curioso, porque si se tratara de escuchar las demandas ciudadanas, llevamos más
de veinte años en que el binominal es parte de las prioridades expresadas en
las encuestas y no se avanzó nada, hasta este período en el que la gente ya se
cansó de ir a paso lento y lo quiere todo de una vez.
Y
resulta curioso también porque lo del binominal es una fracción mínima de nuestro
ordenamiento constitucional y no está en la Constitución, al tiempo que no
parece haber siquiera un debate sobre el tipo de Constitución que podríamos
querer los chilenos, a pesar de lo cual se ha instalado como un tema
prioritario de la campaña su reemplazo por otra, cuyo contenido tampoco ha sido
puesto en discusión.
Entonces,
¿para qué se quiere cambiar la Carta Fundamental? No se puede actuar en base a slogans. A alguien se le ocurrió lo de la Asamblea
Constituyente y se puso de moda, como si fuera la forma de solucionar todos los
problemas del país, pero nadie ha dicho responsablemente que se trata de un
camino larguísimo, de resultados imprevisibles y que, además, puede no servir
de nada si no se logran los acuerdos políticos previos, entre ellos el más
importante que es resolver dos cosas: Lo ya dicho en primer lugar -¿para qué se
quiere cambiar la Constitución?- y en segundo término ¿qué tipo de Constitución
queremos?, que es lo mismo que preguntarse qué tipo de país queremos.
Esos
temas no se tocan en una campaña presidencial porque son muy difíciles de
reducir a un lema, pero son esenciales para todo lo que viene después. Por ahora, pareciera que lo que están
relativamente claro es qué tipo de país no queremos: No queremos un país desigual,
no queremos un país centralizado, un país en el que permanezcan vastos sectores
de la población apartados del desarrollo económico -indígenas, pobres, jóvenes
sin más instrucción que una secundaria de mala calidad- ni de la convivencia
ciudadana -cualquiera que tenga opiniones distintas a lo que parece ser la
mayoría, los que prefieren mantenerse al margen de un modelo de sociedad en el
que se privilegia el tener por sobre el ser-.
Pero
una Constitución requiere propuestas en positivo, no simples negaciones a lo
que se tiene en la actualidad.
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