¿QUÉ ES LO QUE QUIEREN LOS CHILENOS? LOS CANDIDATOS (III)
Habitualmente se consideraba que los chilenos elegían
como presidente a un padre -o una madre- que los acogiera y les diera
soluciones a sus problemas. De ahí viene
la expresión “Papá Fisco”, que viene a significar la figura del Estado
todopoderoso que resuelve las necesidades de la gente, corrige las injusticias
y asiste a los más débiles, como lo podría hacer el padre de una gran familia.
Sin embargo, y aunque sobrevive en parte este concepto,
la sociedad ha cambiado. El surgimiento
de los chilenos aspiracionales -los que les gusta comprar en el mall y tienen
gastado su sueldo antes de recibirlo, los que deben más de un salario en
tarjetas de crédito y de casas comerciales- ya no quieren un padre: Quieren la
oportunidad de que sus ingresos mejoren y sus gastos disminuyan. No esperan necesariamente que el Estado les
resuelva los problemas, sino que les dé la posibilidad de acceder por sus
propios medios a mejores condiciones de vida.
Estos chilenos son, esencialmente, consumidores, más que
ciudadanos, y para ellos asuntos como la Asamblea Constituyente o el cambio del
sistema electoral, sólo tienen sentido en la medida que se traduzcan en un
modelo de mercado que los favorezca o que, por lo menos, no los castigue como
sienten que ocurre en la actualidad.
Para ellos no es relevante asumir que la soberanía
implica que todas las personas tienen el derecho y el deber de decidir los
destinos del país, incluyendo en ello tanto al mercado como a todas las
dimensiones que no son económicas, contando entre estas a la justicia social,
la libertad de expresión o el perfeccionamiento de la democracia. Ese grupo fue
el que privilegió y educó -o maleducó- la dictadura, y gracias a ellos Pinochet
y sus aliados civiles estuvieron 17 años en el poder. La dictadura no se basó sólo en la represión,
tuvo un sustento político que aún le da a la Derecha un piso electoral cercano
al 40 por ciento. Son los que soñaron en
su momento con tener un auto y un televisor, y ahora quieren un auto catalítico
y un televisor HD, junto con vacaciones en el Caribe.
Ellos son los que deciden las elecciones y los candidatos
tratan de seducirles; son ellos los que no se dan cuenta que, como detentadores
de la soberanía popular, tienen al Gobierno a su servicio y este puede y debe
ser mucho más que el mal menor entre las alternativas que se ofrecen. Pero pareciera que si alguien no propone una
mística fundacional envuelta en electrónica, lo más probable es que ni siquiera
lo atiendan y mucho menos que voten por esas personas.
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