Mejor yo me voy
En
los ‘80s Los Prisioneros sacudieron la modorra provinciana del país y desafiaron
a los que pensaban distinto a ellos diciéndoles “por qué no te vas del país”. Era decir este país es mío, no me gusta que
estés aquí y reclamo mi derecho a gobernarme como quiero.
Tiempo
después, en un disco tributo al grupo ya disuelto, la misma canción fue
reversionada por Florcita Motuda, quien cambió el “por qué no te vas” por un “mejor
yo me voy del país”, junto a una modificación integral de la letra para
quejarse por la falta de espacios de libertad.
Y
ahora resulta que algo de cierto hay en todo esto, según un estudio publicado
este domingo por La Tercera, cuando una encuesta internacional de Gallup que
arroja que el 13 % de las personas desea emigrar fuera de sus países, en busca
de mejores oportunidades.
Sin
embargo, en Chile el porcentaje de las personas que quieren marcharse se empina
al 23 %, es decir prácticamente una de cada cuatro personas. Y este dato resulta más sorprendente si se
nos dice que nuestra economía está más sólida que muchas otras en el mundo, que
estamos en una condición de pleno empleo.
Algo no calza simplemente.
Y
esa visión queda reforzada por el hecho que se señalen como principales
destinos de esta migración a países como Argentina y España, que no están en
condiciones económicas boyantes precisamente, y en las que el porcentaje es
menor o similar al chileno, de modo que el factor económico no es el único que
determina la voluntad de dejar el país de origen y buscar nuevos horizontes.
Queda
entonces por aceptar que hay otros asuntos, fuera del sueldo o del costo de la
vida, para que la gente se sienta satisfecha.
Es evidente que el stress, la percepción de inseguridad o las
posibilidades de acceso a los bienes y servicios básicos también inciden, pero
no hay que descartar que las personas también tengan otro tipo de expectativas,
como la cultura, la sensación de permanencia a una comunidad o la aceptación de
sus opiniones.
Se
trata de los aspectos subjetivos de la felicidad, sin duda, que no puede ser
sometidos a un balance estadístico. Ya se sabe que el dinero no basta para hacer
feliz a la gente, pero quizás sería bueno empezar a pensar qué más se necesita
y sobre todo, empezar a promover la atención de las personas en esos otros
ámbitos.