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Ni
siquiera ha anunciado que acepta ser candidata a la Presidencia de la
República, pero el solo anuncio de que Michelle Bachelet ha presentado su
renuncia a ONU-Mujer ha causado tal revuelo en las redes sociales y la prensa,
tal entusiasmo de sus adherentes, que parece olvidarse un pequeño detalle: Aún
falta que se realicen las elecciones.
La
confianza de los concertacionistas se basa en que la popularidad de la
ex-Presidenta parecería garantizarles un triunfo seguro en las presidenciales,
pero nuevamente olvidan algunas cosas.
En
primer término, que el piso electoral de la Derecha es mayor que el respaldo
del actual Gobierno; luego, que las encuestas indican popularidad pero no
necesariamente intención de voto; que hasta ahora, por lo menos participará
también Marco Enríquez-Ominami (no es el mismo de hace 4 años atrás, pero algo
de votación le quita a la Concertación); tercero, que las posibilidades de
cuestionar a una persona que ya ha sido Presidenta son mucho mayores que los
ataques posibles a un candidato sin pasado; y, por último, que el triunfo
electoral es más una expresión de deseos que un cálculo objetivo de las
posibilidades.
También
hay que considerar que el Chile del 2013 no es el mismo Chile del 2009. Para comenzar, las redes sociales muestran
una ciudadanía que, parafraseando a Parra, no es de Derecha ni de Izquierda,
sino todo lo contrario, y que está siendo ya capaz de pautear la agenda de los
medios de comunicación. Estas personas
pueden poner en el tapete del debate temas que le incomodan a la Concertación,
y esos son votos que hay que restar.
Por
otro lado, a pesar de la falta de empatía del actual Presidente, es innegable
que ha tenido sus méritos, sobre todo en cuanto al desarrollo económico, y ya
se sabe que en un país estable en el que los conflictos sociales pueden ser
disimulados y se ha producido el surgimiento de una generación de
aspiracionales, la promesa de mejorar la situación individual es un elemento
atractivo para una campaña electoral.
Finalmente,
suponiendo que el candidato de la Derecha es Golborne, hay que tomar en cuenta
que la UDI ha demostrado su habilidad para penetrar los sectores
populares. No en vano es el partido más
votado, mientras que la Concertación parece haber perdido el encanto, el contacto
con las bases y muestra siempre una preocupante tendencia a las disputas
internas.
No
es tan fácil para Michelle Bachelet, como pudiera pensarse, pero el entusiasmo
de sus partidarios es comprensible.
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