Politica e Ideas

My Photo
Name:
Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Sunday, May 26, 2013

El Pato Cojo

   
Después de la cuenta presidencial del pasado 21 de mayo, cualquier testigo inadvertido creería que al actual Gobierno le quedarían por lo menos un par de años de gestión, a juzgar por la cantidad de proyectos que pretende impulsar.   Incluso después del discurso, el Presidente ha anunciado nuevas iniciativas.

   Sin embargo, en los hechos, a la actual administración le restan sólo ocho meses, de los cuales uno -febrero- no cuenta porque se van todos de vacaciones y el Congreso cierra sus actividades legislativas.

   Si a ello agregamos que en dos meses más se sabrá quiénes son los candidatos oficiales y únicos de los principales pactos políticos, es inevitable pensar que este afán por seguir gobernando hasta el último minuto puede parecer muy loable pero es poco realista.   El síndrome del Pato Cojo es un fenómeno bien conocido por la ciencia política y descrito con cuidado, y se refiere a la pérdida del poder que se produce antes de la entrega formal del mismo.   Es cosa de ver lo que sucede con los parlamentarios que ya anunciaron que no irán a la reelección: Ya no se les invita a las reuniones, ya no se les piden gestiones y casi se les trata con desprecio, como si al momento de oficializar su decisión de no buscar un nuevo período hubieran dejado de ser parlamentarios de manera inmediata.

   Es sabido que en período de campañas electorales, la figura del Presidente se disuelve en el tráfago de actividades de los aspirantes a sucederlo y resulta difícil que los partidos se abstraigan de la campaña para sentarse a conversar con La Moneda el contenido de los proyectos de ley.

   Puede parecer un poco absurdo que, teniendo un mandato presidencial relativamente corto de 4 años, se permita además que la elección se adelante más de medio año.   Es un precio justo a pagar por la implementación de unas elecciones primarias que se habían acordado para fomentar la participación ciudadana, aunque a la hora de actuar en consecuencia, sólo RN y únicamente para 10 de los 60 distritos permitirá que los votantes opinen sobre sus candidatos a la Cámara de Diputados.


   No faltará entonces quien proponga extender el período presidencial, o plantee la reelección del mandatario en ejercicio, pero como la mayoría de esas veces tales sugerencias tienen nombre y apellido, no suelen ser siquiera recogidas para su análisis.  Mientras tanto, el pato sigue cojeando y el país esperando que la nueva administración tome asiento, se acomode y comience a cumplir con su trabajo y las promesas que estará haciendo durante casi ocho meses.

Sunday, May 19, 2013

Amores y desamores


   
Si hay un ámbito de la vida de las personas al que se asemeja la política es el amor: La presencia de pasiones, la necesidad de establecer lealtades y suscribir entendimientos a pesar de las diferencias lleva en muchas ocasiones a que los políticos formen una suerte de matrimonio que les ayude a conseguir sus propósitos.

   Estos días han sido de desamores.   La UDI, que se había enamorado del candidato de las encuestas, decidió que ese romance no prosperaba, y cual mujer que decide sus relaciones en base a las conveniencias, dejó al novio de lado y lo reemplazó por quien apareció siempre como el novio ideal, el de siempre, el preferido por las madres del partido.

   Escalona vio romperse su larguísimo idilio con la candidata presidencial, que venía desde los tiempos de la RDA, porque cometió un error: Pidió privilegios por su condición de amante titular y su mujer se dio cuenta que estaban abusando de su paciencia y lo dejó caer en el limbo.   Romance terminado, y rotas las relaciones de confianza que le permitieron en más de una ocasión a uno y a otra obtener beneficios mutuos de su noviazgo.

   Los socialistas a través de su Comisión Política, como novia despechada, fueron cambiando las exigencias del romance en un verdadero que sí, que no, hasta que terminaron fijando los requisitos que, en su opinión, son los que exige la sociedad para fijar las bases del romance entre el partido y sus candidatos.

   Hasta la diputada independiente Marta Isasi, que nunca había sido una figura decisiva en la política, se vio traicionada por su ex-asesor, que en una actitud poco compatible con eso de que un caballero no tiene memoria, le sacó todos los trapitos al sol para terminar con la revelación definitiva: Eran amantes, pero no en el término político del que se tratan los casos anteriores, sino desde la más estrictamente carnal de las posibles interpretaciones.

   Como en los romances entre las personas, las relaciones que establecen entre sí los dirigentes políticos tienen mucho de pasión.   Y, al mismo tiempo, como es natural cuando la emoción entra en juego, mucho de despecho, de traiciones y de necesidad de renovar confianzas y lealtades cuando estas quedan en entredicho por algún desliz ocasional.

   Si los romances entre las personas son difíciles, mucho más complejo es en la política que los amores lleguen a buen puerto, que mantengan su solidez y no acaben en el divorcio, estando como están expuestos al escrutinio popular.   ¿Alguien podría acusar a los políticos por actuar como personas, sensibles y con emociones?

Sunday, May 12, 2013

Tiempo de guerrillas


   
Bien es sabido que las campañas electorales no son una taza de leche ni se espera que los contendores se traten con guante blanco.   Son un período de lucha, de verdadera guerrilla en la que se recurre a todas las armas posibles para demostrar que el contrincante no merece ser electo, y que uno sí tiene todos los méritos para captar la adhesión del electorado.

   Lo que no estaba previsto, aunque no es tampoco una sorpresa, es que la campaña empezara con tanto tiempo de anticipación.   La idea de realizar primarias, aunque no resultara del todo como estaba calculado, implica adelantar el período de campaña, dando como consecuencia que los presidenciables y aspirantes al Parlamento tengan por delante más de medio año de campaña, lo que, sin duda, traerá efectos desde el punto de vista de la saturación del tema político para vastos sectores de la ciudadanía y desde la perspectiva de la regulación legal de las campañas y del financiamiento.

   Lo importante, sin embargo, es constatar que, salvo algunos episodios protagonizados por parte de los candidatos presidenciales, que esta guerrilla que es la lucha por captar los votos tiene poca sustancia y mucho de efectos pirotécnicos, de buscar pequeñas victorias comunicacionales y mantener restringido un debate de verdad sobre los asuntos importantes.   Mucho ruido y pocas nueces, mucho de forma y poco de fondo.

   Los temas importantes siguen siendo el de la participación ciudadana y la confirmación o necesidad de modificar el modelo político y económico.   Esos son los asuntos que ameritarían un debate profundo y en consciencia, más que el esfuerzo por poner en duda los méritos de los contendores en las elecciones presidencial o parlamentaria.

   En este sentido, parece que los postulantes a conquistar la adhesión ciudadana aún no entienden la vastedad y profundidad de la situación actual de la política.  Lo de reemplazar el sistema electoral binominal por otro efectivamente representativo ya es parte de los consensos básicos -aunque aún sin respuesta- y no se vislumbra nadie que esté un paso delante de la coyuntura, que proponga en vez de limitarse a responder preguntas ya viejas.   Esa es una característica básica del liderazgo en política y, hasta ahora, estas elecciones no están siendo el momento en el que aparezcan realmente líderes con capacidad de impulsar el carro de los cambios en una dirección que permita despejar las controversias por un largo plazo.

   Hay que recalcar que los países que se la pasan discutiendo sus diferencias sin resolverlas, se encuentran limitados en su progreso, y eso no se está entendiendo. Las guerrillas electorales pueden ser atractivas por un rato, pero no son provechosas.

Sunday, May 05, 2013

Los que no se arrepiente


   En la doctrina religiosa, casi sin diferencias, el perdón sólo se le puede entregar al que se ha arrepentido de sus faltas.   Para borrar el pecado, es necesario que se asuma que el acto obrado es una falta y se haga lo posible por reparar el daño causado.  En suma, que existe un sincero arrepentimiento.

   En la doctrina de los derechos humanos que tanto nos ha costado ir aprendiendo, sin que el principio esté extendido aún a todos los sectores de la sociedad, rige la misma norma.   Sin arrepentimiento no hay perdón, aunque en ese caso el perdón no significa la amnistía de las sanciones penales que correspondan porque el perdón alcanza sólo la esfera moral y no judicial.

            En política, la falta es castigada con la pérdida del apoyo en las votaciones.   Si un partido peca -es decir, no cumple con lo que ha prometido e incurre en el abuso del poder- pierde la confianza del electorado y se ve obligado a dejar el poder.   Para poder acceder nuevamente al poder, debe mostrar, al igual que el pecador, el arrepentimiento correspondiente, o sea reconocer que se ha actuado mal y reparar el daño causado.

   Cuando la Concertación perdió el poder en las elecciones del 17 enero del 2010, después de dos décadas a cargo del país, no fue solo porque el actual Presidente Sebastián Piñera fuera un candidato más atractivo que su contendor Eduardo Frei, sino porque muchos quisieron un cambio, por el cansancio acumulado por los hechos de corrupción que afectaron la última parte de los gobiernos concertacionistas y por errores como la implementación del Transantiago.

   Ahora las encuestas indican la posibilidad que la Concertación vuelva al Gobierno, también a causa de la baja popularidad del Presidente Piñera, pero las declaraciones al comienzo de la actual administración respecto al reconocimiento de sus errores no han tenido correspondencia con sus actos, como lo demuestra la incapacidad de la oposición para someter a una elección primaria a sus precandidatos al Parlamento, siendo que fue la propia Concertación la que más bregó por un sistema que abriera a la ciudadanía la participación en la tarea de elegir los nombres de quienes se presentarían finalmente a las elecciones para renovar la totalidad de la Cámara de Diputados y la mitad del Senado.   Si se trataba de demostrar que se había entendido el clamor ciudadano por una mayor participación, se perdió la única oportunidad de expresarlo con hechos concretos y eso es un pecado político grave del que no ha habido tampoco arrepentimiento.

   Es un hecho que la UDI tampoco participará en primarias –al final sólo lo hará Renovación Nacional y exclusivamente para diez distritos- pero no fueron ellos los que pidieron majaderamente las primarias.