La Responsabilidad Republicana
Si
al escándalo desatado por la ligereza con que se realizó y se analizaron los
datos del censo del 2012 se suman los crecientes cuestionamientos respecto al
cálculo de la inflación, ya se termina por poner al borde del fracaso toda la
seriedad que aportó el INE durante décadas-
Una
cosa es el error o el abuso político, pero en lo que siempre hubo coincidencia
entre los gobiernos de todos los signos ideológicos era que determinadas
instituciones debían ser eficientes y no se podían prestar a malabarismos
exclusivamente destinados a demostrar una capacidad técnica que resultó ser
irreal.
Ya
se había causado un fuerte daño a la credibilidad de las instituciones cuando
el Servicio de Impuestos Internos condonó una deuda millonaria a una empresa
vinculada con el director de este organismo.
Igual que en el caso del INE, no se requiere que un hecho sea delito
para que cause un deterioro de las instituciones.
Es
curioso que estas situaciones se produzcan bajo un gobierno que se caracteriza
por su apego al orden y que probablemente tiene a Diego Portales como emblema de
la probidad de la autoridad, el mismo que dijo alguna vez “¡Desgraciado país!, se ha perdido cuanto
se ha trabajado por su mejoramiento.”
Las instituciones hay que cuidarlas
con extremo celo porque una vez manchada su reputación cuesta muchísimo tiempo
volver a recuperar su prestigio, y eso implica una responsabilidad mucho mayor
con el país que hacer todo lo posible para conservar o conquistar el poder
político.
Se debe entender que los países son
más que la suma de sus habitantes porque conforman una entidad por sí
mismos. La república es la forma en que
se organizan los países y tiene existencia por sí misma, pero depende de lo que
hagan con ella las personas que conforman la comunidad. Se puede discutir mucho de una cosa y de
otra, pero la base de la sociedad es que las instituciones funcionen y
responden a las necesidades de la gente.
Si no se cumple con ese propósito, todo el tejido social queda expuesto
al riesgo.