Politica e Ideas

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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Sunday, February 25, 2007

TUS 17, MIS 17

Cada cierto tiempo queda en evidencia la profunda inteligencia de Violeta Parra, porque decir que “volver a los 17, después de vivir un siglo, es como descifrar signos sin ser sabio competente” resulta completamente cierto cuando el próximo 11 de marzo se cumplan 17 años de la Concertación en el Gobierno, tras casi el mismo período del régimen militar.

Darse cuenta que, para muchos chilenos, unos 17 años son buenos y los otros malos resulta tan intrigante que resulta difícil analizar esta situación sin ser un “sabio competente”.

En primer término, los 17 años de Pinochet no fueron un período plenamente democrático, en estricto rigor, a pesar de que sus partidarios tengan argumentos para decir lo contrario; del mismo modo que se puede ensalzar la gestión económica del régimen militar apelando a raciocinios como el hecho de que, en lo principal, su orientación parece seguir vigente en la actualidad, pero también hay argumentos para plantear lo contrario.

Por el contrario, los 17 años de la Concertación, aunque formalmente democráticos, no han satisfecho las expectativas de todos los chilenos y, aunque se suponía que la Concertación representa el progresismo, tanto en lo económico como lo social e incluso lo moral, la verdad es que los avances tampoco han sido los que podrían haber esperado sus partidarios.

A fin de cuentas, todo depende del cristal con que se mira. Incluso la circunstancia de que, al menos para quienes tenemos cierta edad, el régimen militar pareció una eternidad debería llevar a aceptar que la misma sensación deben tener los jóvenes que no recuerdan el período pinochetista. Pero las matemáticas son una ciencia exacta, y los 17 años de un caso debieran medir lo mismo que en el otro caso, y ello es lo que lleva a la oposición a reclamar que les toca el turno a ellos.

Sin embargo, la alternancia en el poder se tiene que ganar con argumentos y capacidad de convencimiento en relación a los votantes, y aunque pareciera que Concertación y Alianza por Chile sean, más o menos, lo mismo para el ciudadano común existe aún una diferencia dada por la legitimidad democrática que tendrían unos y no los otros. Si Pinochet era esencialmente malo porque representa un gobierno autoritario, ello convierte a la Concertación en la buena por ser lo contrario, pero las negaciones no atraen al electorado sino que la voluntad real de dar respuestas a las necesidades, y a 17 años del cambio político es urgente para los propios partidos oficialistas resolver qué van a hacer con el poder que les otorgaron millones de personas en las urnas, al mismo tiempo que las colectividades de la oposición tienen que convencer a la misma gente por qué ahora lo podrían hacer mejor de lo que lo hicieron en su turno de 17 años.

Monday, February 19, 2007

EL FANTASMA DE ABRIL

Habitualmente se plantea la llegada del mes de marzo como uno de los momentos más difíciles del año, atendiendo el mayor nivel de gastos por el ingreso de los escolares a clases, el pago de permisos de circulación y el duro retorno a la realidad después de las vacaciones.

Sin embargo, desde el punto de vista del conjunto del país es abril el mes más complicado porque en ese momento las personas ya superaron sus compromisos individuales y familiares, se han reencontrado con amigos, colegas y compañeros y ya han tenido la posibilidad de organizarse para preocuparse de solucionar sus problemas. Por eso, no es preocupante que una dirigente secundaria anuncie que las movilizaciones estudiantiles se van a reponer en marzo porque ello va a ocurrir recién en abril. Lo preocupante sería que las autoridades no tomen nota del aviso y tomen las medidas preventivas de modo oportuna, incluyendo por cierto el cumplimiento de los compromisos asumidos el año pasado que van a servir de excusa para que los secundarios protesten contra el Gobierno.

En abril además los partidos, las organizaciones sociales y especialmente los ciudadanos, que han sido alentados por un Gobierno que anunció que velaría por sus intereses, es cuando todos toman las posiciones que estiman necesarias para el resto del año. Así, en la Concertación se reanudará la competencia por tomar distancia del Gobierno en el caso de quienes creen improbable un quinto Presidente de la República de la Concertación, o por estrechar filas para quienes creen posible continuar con administraciones similares en el futuro. En la oposición, mientras tanto, se alinean para lograr que sea Sebastián Piñera o Pablo Longueira -o algún otro- el que recoja el liderazgo para competir con la Concertación porque es un hecho que la carrera presidencial ya comenzó.

El Gobierno, por su parte, tiene que aprovechar marzo para asegurarse la iniciativa en el debate político, luego de un año que se sintió lento; y las organizaciones sociales tienen que adelantarse para demandar un uso más intensivo de los excedentes del cobre antes de que el precio de los mercados internacionales siga bajando.

La ciudadanía, por su parte, tiene sus propios problemas, ajenos a los intereses de los políticos y si se convence tempranamente de que los tendrá que resolver por su propio esfuerzo tendrá mayores posibilidades de obtener resultados.

Por último, y a propósito de la desmesurada atención dada por la prensa a la puesta en funcionamiento del Transantiago, es urgente volver la atención a las regiones antes de que se enciendan conflictos que, hasta marzo, son prevenibles pero que, una vez que exploten, sólo agregarán mayores dificultades para unas autoridades que estarán forzadas a reaccionar a la fuerza de los hechos y no tendrán espacio para impulsar el Programa de Gobierno comprometido.

Sunday, February 11, 2007

LA CULPA NO ES DE LAGOS

Después de muchos esfuerzos, la Alianza por Chile ha logrado generar dudas respecto a la responsabilidad del ex-Presidente Ricardo Lagos en las situaciones de corrupción que ha venido conociendo la opinión pública, pero esa acusación es injusta porque las responsabilidades son individuales y aunque el superior de quienes hayan cometido acciones ilícitas, o al menos contrarias a la ética, tiene una responsabilidad política es un hecho que no es cómplice.

Es evidente, por lo demás, que las acusaciones contra Lagos están más inspiradas en afectar sus eventuales posibilidades electorales que en un real interés por esclarecer los hechos. Si fuera así, sería más lógico dirigir la atención a las actuales autoridades por los actos de corrupción que pueden ser investigados por la Justicia y sí pueden derivar en sanciones a los responsables.

De lo que se trata es de eliminar políticamente a una de las principales figuras de la Concertación, y para ello la Derecha ha contado con el apoyo de personeros de la propia Concertación, que también ven a Lagos como un peligro.

Resulta curioso, sin embargo, que se acuse a Ricardo Lagos de estos hechos de corrupción cuando sería más importante poner en cuestión su verdadera naturaleza como socialista, que sería un flanco en el que se le podría hacer aún más daño a la Concertación, porque pondría en duda la efectiva vocación progresista del conjunto de la coalición gobernante.

Sabido es que Lagos no hizo un gobierno revolucionario ni marxista, y que terminó su gestión con el aplauso de las principales organizaciones empresariales, y ese es un argumento que podría estremecer al electorado que cree sinceramente que la Concertación le asegura a los pobres y a los trabajadores mejores oportunidades de progreso que las que generaría un hipotético gobierno en manos de la Derecha.

Si incluso algunos demócrata cristianos han afirmado que los socialistas se encuentran a la derecha de la Falange es porque los contenidos doctrinarios de los partidos de la Concertación se han trastocado y viene a resultar más o menos lo mismo un Gobierno concertacionista o uno derechista porque, a fin de cuentas, ambos creen más en el chorreo del crecimiento económico como solución para la pobreza.

En ese escenario, resulta curioso que la Derecha trate de ganar posiciones descalificando a sus adversarios en vez de trata de explicar a la ciudadanía que el socialismo ya no es lo que era, del mismo modo que la Derecha tampoco es lo que era hasta hace un par de décadas, es decir, la expresión política del interés económico de la gran empresa que ve sus intereses mejore resguardados con la Concertación, y en ello nuevamente la culpa no es de Ricardo Lagos.

Monday, February 05, 2007

SIETE METROS Y CUATRO GRADOS

Sin duda el período de vacaciones reduce la calidad de las informaciones y los medios de prensa se aprestan a llenar sus páginas casi con cualquier noticia, sin distinguir su verdadera relevancia, y los políticos caen en el mismo juego, también sin mostrar capacidad de discernimiento respecto a lo que deben y pueden hacer,

En días pasados, parte de la atención estuvo centrada en el caso de un sujeto que, como consecuencia de una seria depresión, chocó su auto contra el Palacio de La Moneda. Pero la discusión posterior al hecho estuvo centrada en determinar hasta qué punto había ingresado con su vehículo, llegándose al extremo de que el propio Gobierno -como si no tuviera nada mejor que hacer- emitió una declaración pública oficial desmintiendo que el automóvil llegó 25 metros dentro de la sede gubernamental y afirmado que sólo ingresó siete metros. Afortunadamente, no se llegó a constituir una Comisión Parlamentaria.

Sin embargo, casi al mismo tiempo se entregó un informe oficial de las Naciones Unidas prediciendo un aumento de la temperatura del planeta en cuatro grados, cifra que parece mínima pero que puede ocasionar drásticos cambios en el clima y la capacidad de las naciones para producir los alimentos y contar con el agua que requieren las personas.

Evidentemente, estos cuatro grados son bastante más importantes que los siete metros recorridos por el auto en La Moneda, y valía la pena que los dirigentes de este país -Gobierno, oposición y parlamentarios- dijeran algo, pero nada se escuchó porque la atención estaba puesta en el Transantiago, proyecto que importa mucho a los capitalinos pero que tiene cero relevancia para el resto del país.

Pareciera que la política estuviera dirigida por asesores que determinan las materias importantes tomando como criterio exclusivo la posibilidad de lograr una portada o cinco minutos en un matinal de televisión, sin asumir la responsabilidad que implica ser autoridad o líder de opinión.

Todos los sectores actúan inmersos en la inmediatez. El cambio climático entonces no importa porque es un asunto que se producirá en el curso de los próximos cincuenta años y ya habrá tiempo para eso, o incluso será un problema de quienes sucedan a las actuales autoridades.

Eso no es responsable. En la política no se ven personas que dediquen su tiempo y su energía a pensar. Para poder construir la sociedad que se sueña para un país -cuando se tienen sueños- es esencial calcular los actos en el largo plazo y no quedarse en la inmediatez ni en el ánimo casi adolescente de sacar ventajas pequeñas en el día a día. Hay que organizar, reflexionar, programar, y eso no parece que se estuviera haciendo. En Chile cada sector político cuenta con al menos uno de los tantos “think tanks” que se han puesto de moda, pero el pensamiento no se ve.