Y SIN EMBARGO SE MUEVE...
Cuando Galileo fue procesado por sostener la temeraria afirmación de que la Tierra giraba en torno al Sol, y no lo hacía todo el universo alrededor de nuestro planeta, llegó a un punto en que prefirió renunciar públicamente a su teoría, pero murmuró según la leyenda “y sin embargo se mueve”, lo que le valió la condena a sus planteamientos.
Muchos años, demasiados años después, la Iglesia reconoció la veracidad de las teorías del científico, pero se implantó en la cultura popular la convicción de que, cuando se tiene la autoridad, es posible negar la realidad por un simple acto de voluntad.
Algo similar ocurre en Chile. Los ministros tratan de negar la realidad, pero sin embargo esta ocurre. Se dice que no existe fundamento para el alza del pan, y sin embargo sube el precio del kilo; se afirma que después de los primores de los productos agrícolas debería bajar el precio de las verduras, y sin embargo no bajan; los contratos del Transantiago se modificaron y sin embargo no circulan todas las micros comprometidas; se sostiene que la situación en la salud pública está controlada y que las críticas obedecen a versiones manipuladas de la prensa, pero las imágenes de ancianos esperando por horas una atención de urgencia parecen reales.
A propósito de la salud, la propia Presidenta reconoció que algunos cercanos a ella -“amigos”, dijo- eran críticos de lo que está ocurriendo, pero explicó que ello se debía a un fenómeno mediático. Es culpa del empedrado, en otras palabras, cuando no se quiere reconocer lo que la autoridad espera que se crea. Incluso la Presidente insinuó una cierta tentación por intervenir la prensa cuando sostuvo frente a las críticas que “estamos en democracia, y eso está permitido”. Casi como añorando los tiempos en que las autoridades podían prohibir las voces disonantes a la verdad oficial.
Es verdad, por otro lado, que se ha hecho mucho por la salud, del mismo modo que se ha avanzado mucho en otros ámbitos. El problema para el pesimista es que no importa el camino recorrido sino el que falta por recorrer, y es sabido que los chilenos tenemos cierta tendencia al pesimismo y ese es un elemento que debería ser considerado por las autoridades al momento de argumentar su visión de la verdad.
Si además aparecen algunos diputados proponiendo un incremento del 78 por ciento para la asignación de arriendos y telefonía, la distancia entre el público y las autoridades se incrementa y se hace más difícil aún convencer a la gente de la verdad oficial. Así como Galileo insistió en que la tierra se movía, la masa que es la ciudadanía cree que “cuando el río suena, es porque piedras trae”, es decir que siempre se supone una doble intención que impide la confianza.
Muchos años, demasiados años después, la Iglesia reconoció la veracidad de las teorías del científico, pero se implantó en la cultura popular la convicción de que, cuando se tiene la autoridad, es posible negar la realidad por un simple acto de voluntad.
Algo similar ocurre en Chile. Los ministros tratan de negar la realidad, pero sin embargo esta ocurre. Se dice que no existe fundamento para el alza del pan, y sin embargo sube el precio del kilo; se afirma que después de los primores de los productos agrícolas debería bajar el precio de las verduras, y sin embargo no bajan; los contratos del Transantiago se modificaron y sin embargo no circulan todas las micros comprometidas; se sostiene que la situación en la salud pública está controlada y que las críticas obedecen a versiones manipuladas de la prensa, pero las imágenes de ancianos esperando por horas una atención de urgencia parecen reales.
A propósito de la salud, la propia Presidenta reconoció que algunos cercanos a ella -“amigos”, dijo- eran críticos de lo que está ocurriendo, pero explicó que ello se debía a un fenómeno mediático. Es culpa del empedrado, en otras palabras, cuando no se quiere reconocer lo que la autoridad espera que se crea. Incluso la Presidente insinuó una cierta tentación por intervenir la prensa cuando sostuvo frente a las críticas que “estamos en democracia, y eso está permitido”. Casi como añorando los tiempos en que las autoridades podían prohibir las voces disonantes a la verdad oficial.
Es verdad, por otro lado, que se ha hecho mucho por la salud, del mismo modo que se ha avanzado mucho en otros ámbitos. El problema para el pesimista es que no importa el camino recorrido sino el que falta por recorrer, y es sabido que los chilenos tenemos cierta tendencia al pesimismo y ese es un elemento que debería ser considerado por las autoridades al momento de argumentar su visión de la verdad.
Si además aparecen algunos diputados proponiendo un incremento del 78 por ciento para la asignación de arriendos y telefonía, la distancia entre el público y las autoridades se incrementa y se hace más difícil aún convencer a la gente de la verdad oficial. Así como Galileo insistió en que la tierra se movía, la masa que es la ciudadanía cree que “cuando el río suena, es porque piedras trae”, es decir que siempre se supone una doble intención que impide la confianza.
Labels: Concertación, economía, gobierno, poder legislativo, política, razón, verdad