DEMOCRACIA IMPERFECTA
La seguidilla de acusaciones y réplicas entre los dirigentes políticos a raíz de las responsabilidades de cada cual en las situaciones de corrupción conocidas en las últimas semanas, así como los posteriores esfuerzos por pacificar los ánimos ha impedido que se reaccionara con la fuerza que hubiera correspondido al estudio que califica al sistema político chileno como una “democracia imperfecta”.
El estudio de la prestigiosa revista “The Economist” clasifica a la chilena como una “democracia imperfecta”, dentro de un listado que considera a la mitad de las naciones como democráticas pero sólo a 28 como plenamente democráticas, primer grupo que es seguido por el de las democracias imperfectas, dentro de cuyos primeros puestos se insertaría Chile.
El informe es una clara advertencia para los chauvinistas que pueden pensar que Chile es visto como un ejemplo mundial prácticamente en cualquier categoría que se quiera considerar, cuando la verdad es que seguimos siendo una nación subdesarrollada con una idiosincrasia limitada desde el punto de vista de su madurez y de su capacidad para solucionar los problemas de los habitantes del país.
Es precisamente este aspecto el más inquietante, si se considera que la Concertación gobernante en la actualidad surgió precisamente para luchar por la recuperación de la democracia y recién en el comienzo de la cuarta Presidencia de una persona de sus filas parece haber un agotamiento de los propósitos compartidos entre los cuatro partidos integrantes de este pacto.
Es cierto que el poder desgasta, y el mejor testimonio de ello lo pueden dar los partidos de Derecha que, cargando a su pesar con la mochila del pinochetismo, saben que sólo pueden pensar en acceder al Gobierno por los errores de la Concertación. No importa lo que haga la Alianza por Chile, se mantiene siempre bajo la Concertación en las preferencias del electorado.
Para la Concertación, por su parte, el problema reside en cómo conciliar los programas de sus partidos integrantes. Cuando parte de la Concertación piensa sólo en mejorar la distribución del ingreso, sin alterar en lo esencial el modelo económico heredado en sus líneas principales de Pinochet, otra parte empieza a proponer políticas que van de lo colectivo a lo individual, dentro del esquema del endiosamiento que se ha hecho del ciudadano.
Además, la Concertación tiene que luchar contra el anquilosamiento de una fórmula política ganadora que se ha convertido en un auténtico elefante blanco que proporciona poder a sus adherentes, pero no conmueve al conjunto de la sociedad. Por eso, solo es esperable que la Concertación se mantenga unida si el terror a la pérdida del poder es mayor que la responsabilidad ante los electores por representar de manera efectiva las distintas visiones que existen en el país.
El estudio de la prestigiosa revista “The Economist” clasifica a la chilena como una “democracia imperfecta”, dentro de un listado que considera a la mitad de las naciones como democráticas pero sólo a 28 como plenamente democráticas, primer grupo que es seguido por el de las democracias imperfectas, dentro de cuyos primeros puestos se insertaría Chile.
El informe es una clara advertencia para los chauvinistas que pueden pensar que Chile es visto como un ejemplo mundial prácticamente en cualquier categoría que se quiera considerar, cuando la verdad es que seguimos siendo una nación subdesarrollada con una idiosincrasia limitada desde el punto de vista de su madurez y de su capacidad para solucionar los problemas de los habitantes del país.
Es precisamente este aspecto el más inquietante, si se considera que la Concertación gobernante en la actualidad surgió precisamente para luchar por la recuperación de la democracia y recién en el comienzo de la cuarta Presidencia de una persona de sus filas parece haber un agotamiento de los propósitos compartidos entre los cuatro partidos integrantes de este pacto.
Es cierto que el poder desgasta, y el mejor testimonio de ello lo pueden dar los partidos de Derecha que, cargando a su pesar con la mochila del pinochetismo, saben que sólo pueden pensar en acceder al Gobierno por los errores de la Concertación. No importa lo que haga la Alianza por Chile, se mantiene siempre bajo la Concertación en las preferencias del electorado.
Para la Concertación, por su parte, el problema reside en cómo conciliar los programas de sus partidos integrantes. Cuando parte de la Concertación piensa sólo en mejorar la distribución del ingreso, sin alterar en lo esencial el modelo económico heredado en sus líneas principales de Pinochet, otra parte empieza a proponer políticas que van de lo colectivo a lo individual, dentro del esquema del endiosamiento que se ha hecho del ciudadano.
Además, la Concertación tiene que luchar contra el anquilosamiento de una fórmula política ganadora que se ha convertido en un auténtico elefante blanco que proporciona poder a sus adherentes, pero no conmueve al conjunto de la sociedad. Por eso, solo es esperable que la Concertación se mantenga unida si el terror a la pérdida del poder es mayor que la responsabilidad ante los electores por representar de manera efectiva las distintas visiones que existen en el país.