¿Y LAS MUJERES?
A seis meses de iniciado su mandato, los principales análisis hechos a la gestión de la Presidenta Bachelet se han enfocado en las dificultades que ha tenido para echar a andar la maquinaria estatal y en los conflictos entre los partidos de la Concertación y entre estos y el Ejecutivo.
Sin embargo, hay un aspecto que no ha sido considerado, y es el que la propia Presidenta puso en evidencia al explicar su baja en las encuestas como una consecuencia de su condición de mujer. Es decir, lo que en su momento la distinguió es hoy en día lo que le permite explicar una relativa baja en la adhesión ciudadana.
Resulta curioso cuando fue ella misma la que puso el acento en su calidad de fémina y todo Chile pudo ver el día de su elección cómo los infaltables vendedores callejeros agotaron su stock de bandas presidenciales en las manos de miles de mujeres que pensaron que con la llegada de una de ellas a La Moneda su situación iba a cambiar. No fue así, y de hecho el ser mujer es ahora una explicación para recibir una menor adhesión ciudadana, cuando hace nueve meses era la razón para el fenómeno contrario.
La condición de la mujer en el acceso al trabajo o en la equidad de las remuneraciones no ha cambiado. Tampoco lo ha hecho su dignidad frente al flagelo de la violencia intrafamiliar, y es que, salvo los simbolismos de ver a las Fuerzas Armadas cuadrándose ante una Presidenta mujer y una Ministra de Defensa mujer, no ha habido avances concretos.
Revisando el Programa de Gobierno de la Presidenta Bachelet para preparar esta columna, constaté que, además de las declaraciones de principios sobre la equidad, los compromisos concretos para la mitad femenina de los chilenos fueron dos: Una ley de cuotas que garantizara un mayor porcentaje de mujeres candidatas al Parlamento y un mayor número de mujeres en las embajadas. En cuanto a la Ley de Cuotas, me he informado que el anteproyecto estaría listo en las oficinas del Servicio Nacional de la Mujer (¿quién sabe el nombre de la Ministra del Sernam?), a la espera de que el Ejecutivo resuelva que es el momento político adecuado para su presentación. En todo caso, ya estamos a finales de septiembre y, atendiendo la velocidad del proceso legislativo, esta iniciativa ya no estará lista dentro de lo que queda del año.
Al revisar, por otra parte, el listado de embajadores, dentro de toda América hay una sola mujer embajadora. En otros continentes hay más, pero en el conjunto de las tres Américas hay una sola mujer a cargo de una embajada.
Así las cosas, es previsible que sean las propias mujeres las que terminen dando la espalda a quien se presentó como su defensora y adalid, y como la promesa de un país más amable para las mujeres.
Sin embargo, hay un aspecto que no ha sido considerado, y es el que la propia Presidenta puso en evidencia al explicar su baja en las encuestas como una consecuencia de su condición de mujer. Es decir, lo que en su momento la distinguió es hoy en día lo que le permite explicar una relativa baja en la adhesión ciudadana.
Resulta curioso cuando fue ella misma la que puso el acento en su calidad de fémina y todo Chile pudo ver el día de su elección cómo los infaltables vendedores callejeros agotaron su stock de bandas presidenciales en las manos de miles de mujeres que pensaron que con la llegada de una de ellas a La Moneda su situación iba a cambiar. No fue así, y de hecho el ser mujer es ahora una explicación para recibir una menor adhesión ciudadana, cuando hace nueve meses era la razón para el fenómeno contrario.
La condición de la mujer en el acceso al trabajo o en la equidad de las remuneraciones no ha cambiado. Tampoco lo ha hecho su dignidad frente al flagelo de la violencia intrafamiliar, y es que, salvo los simbolismos de ver a las Fuerzas Armadas cuadrándose ante una Presidenta mujer y una Ministra de Defensa mujer, no ha habido avances concretos.
Revisando el Programa de Gobierno de la Presidenta Bachelet para preparar esta columna, constaté que, además de las declaraciones de principios sobre la equidad, los compromisos concretos para la mitad femenina de los chilenos fueron dos: Una ley de cuotas que garantizara un mayor porcentaje de mujeres candidatas al Parlamento y un mayor número de mujeres en las embajadas. En cuanto a la Ley de Cuotas, me he informado que el anteproyecto estaría listo en las oficinas del Servicio Nacional de la Mujer (¿quién sabe el nombre de la Ministra del Sernam?), a la espera de que el Ejecutivo resuelva que es el momento político adecuado para su presentación. En todo caso, ya estamos a finales de septiembre y, atendiendo la velocidad del proceso legislativo, esta iniciativa ya no estará lista dentro de lo que queda del año.
Al revisar, por otra parte, el listado de embajadores, dentro de toda América hay una sola mujer embajadora. En otros continentes hay más, pero en el conjunto de las tres Américas hay una sola mujer a cargo de una embajada.
Así las cosas, es previsible que sean las propias mujeres las que terminen dando la espalda a quien se presentó como su defensora y adalid, y como la promesa de un país más amable para las mujeres.
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