Politica e Ideas

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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Monday, December 31, 2007

UNA SERIE DE EVENTOS DESAFORTUNADOS

Hace tres años se lanzó la película “Una serie de eventos desafortunados”, protagonizada por el comediante canadiense Jim Carrey sobre las desventuras de tres hermanos huérfanos, y aunque en los cines nacionales no tuvo el mismo éxito que en el extranjero, su título sirve para graficar lo ocurrido durante el 2007 en la política de nuestro país, en que ninguna autoridad aparece como responsable de los problemas ocurridos, pero todos se han visto afectados por ellos, como si una larga serie de eventos desafortunados les hubiera caído encima por mala fortuna.

Sin embargo, sólo los supersticiosos pueden creer en la mala suerte, y si las cosas han ocurrido es porque tiene que haber habido algún tipo de responsabilidad, aunque salvo el Transantiago, las demás situaciones se han originado más en una culpa de omisión, y eso requiere que las autoridades tengan una mayor consciencia sobre las consecuencias de sus actos porque, por desidia o falta de atención, pueden producirse efectos impensados y, evidentemente, no deseados.

En política, como en muchos otros planos de la vida, se tiende a pensar que la verdad propia es la única real, la única verdadera, pero como el ejercicio de la política se hace en interacción con otras personas no se puede asumir que los demás van a aceptar lo propio como lo único válido.

En ese sentido, la Presidenta tiene razón en pensar que se le mide de una forma distinta por ser mujer; Soledad Alvear en que su camino quedará más despejado sin Adolfo Zaldívar; la Alianza también tiene derecho a pensar que el Gobierno lo ha hecho todo tan mal que hasta le endosan el maremoto de Aysén, pero ninguno de ellos puede prescindir de los demás para llevar adelante sus planes.

Mucho más importante, en todo caso, que la relación entre los distintos actores políticos es la vinculación que ellos puedan establecer con la ciudadanía, porque se tiende a olvidar que los políticos, tanto de Gobierno como de oposición, dependen de la voluntad del pueblo y son simples administradores del poder que les delegan las personas, y este es el argumento por el cual se acepta como legítima la rebelión de la sociedad contra sus gobernantes.

En “Una serie de eventos desafortunados”, Jim Carrey representa el papel del villano que trata de asesinar a los huérfanos para quedarse con su fortuna, pero se equivoca en sus planes por pensar que sus víctimas son niños indefensos, y la moraleja es que, aunque sean niños, no son idiotas y saben distinguir lo bueno de lo malo y cómo defenderse cuando llega el momento. La ciudadanía a veces es considerada como una masa inculta, y cuando se descubre que no es así suele ser muy tarde para reaccionar.

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Tuesday, December 25, 2007

DOS ALMAS

Durante cerca de veinte años, la Concertación ha venido logrando lo que parece ser un verdadero milagro navideño: Mantener la unidad a pesar de las evidentes diferencias entre los partidos que la conforman e incluso al interior de los mismos partidos. Por el contrario, en la Alianza por Chile, desde el momento en que decidieron adoptar la estrategia de alejarse de la figura de Augusto Pinochet, han padecido el problema de que, aunque en apariencia sus diferencias doctrinarias parecen menos profundas que en la Concertación, sus distintos estilos le han impedido conformar una unidad creíble y convincente

Habitualmente se plantea en el caso de la Concertación que existe lo que se ha venido en llamar “dos almas”, junto a lo cual permanentemente se anuncia una inminente ruptura, sin que se proceda de la misma forma con RN y la UDI, sin que estos anuncios catastróficos se hagan realidad, a pesar de los serios esfuerzos que hacen los dirigentes concertacionistas por exponer en público sus rivalidades y tensiones, mientras en la Alianza los esfuerzos se dirigen en el sentido contrario, tratando de no mostrar signos de división. Sólo hace pocos meses se supo, por ejemplo, que en la UDI existían diferencias. En Renovación Nacional, sin embargo, persisten divisiones dadas por el hecho que en su origen permanecieron sectores que, en estricto rigor, son más cercanos a la UDI que a su propio partido.

Hay, entonces, una diferencia tan profunda en la forma de hacer política que distingue a un bloque del otro, pero esa características es tan difícil de exponer y describir que los propios concertacionistas no se dan cuenta del elemento que les ha permitido prolongar la vigencia de un pacto que tenía como objetivos originales el retorno a la democracia y el asentamiento de un sistema político y económico, propósitos que ya hace tiempo fueron cumplidos, sin que la Concertación de señales de avanzar hacia una nueva etapa.

En la Alianza, en tanto, no parece existir más fin que hacer oposición al Gobierno, sin que sus planteamientos de fondo parezcan distinguirse de lo que ya está ofreciendo la Concertación al país. Resulta curioso que la Alianza respalde políticas públicas que sectores de la propia Concertación rechazan, en cuanto se considera por parte de los primeros que es la estrategia apropiada para el desarrollo nacional, mientras los segundos estiman que ese camino no asegura la justicia social y la equidad en el progreso.

Esta situación casi esquizofrénica, unida a las escasas diferencias a primera vista entre los dos bloques, llevan a la ciudadanía a no comprender el sentido del juego político y a interpretar cada acción como una pura lucha por el poder lo que, sumado a la escasa educación política del público, solo contribuye al desprestigio de la política y a la limitada renovación de los dirigentes, que son los factores de mayor peligro tanto para la Concertación como para la Alianza.

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Tuesday, December 18, 2007

GATOPARDISMO

Tanto en la novela El Gatopardo como en la posterior película se incluye una frase en boca de uno de los protagonistas que habitualmente tiene aplicación en la política: “Algo debe cambiar para que todo siga igual”.

Este aserto tiene plena vigencia en Chile, en donde la renuncia del ministro de Transportes fue rechazada para que siguiera a cargo del mismo problema que no alcanzó a resolver, o en donde parte de los parlamentarios de la Concertación anuncian que rechazarán el informe de la Comisión Especial de la Cámara de Diputados sobre el Transantiago, con lo que nuevamente no habrá una asignación de responsabilidades políticas a los autores de este proyecto fracasado.

Se busca sancionar al senador Adolfo Zaldívar por coincidir con la oposición en el Transantiago, y ahora será la oposición la que coincida con gran parte de los diputados de la Concertación para aprobar el informe de la Cámara; el Gobierno toma acuerdos con la oposición y luego sus propios diputados, al menos parcialmente, votan en contra del proyecto de ley establecido en el primero de esos acuerdos, relativo a la educación.

Todo el mundo político espera un inminente cambio de gabinete, pero es presumible que, igual que en “El Gatopardo”, el reemplazo de unos por otros sólo sirva para aliviar en parte la sensación de bloqueo que ahoga al Ejecutivo, pero sin alteraciones significativas en la estrategia gubernamental, a pesar de que en estos dos primeros años de gestión de la Presidenta Bachelet se ha demostrado de sobras que su esquema original no tuvo éxito y la evidencia de que sólo le queda la mitad de su período para levantar la popularidad de la Concertación y asegurar un quinto mandato para un candidato oficialista.

En la oposición, en tanto, y a pesar de algunos intentos de Lavín y Longueira por buscar nuevos caminos, se ha vuelto a la misma rivalidad de siempre entre RN y UDI, en que pareciera que lo un partido haga invariablemente será rechazado por el otro.

En estas circunstancias no es posible esperar ningún tipo de evolución de la política nacional, salvo la repetición de las mismas conductas que vienen duplicándose hace años. La única diferencia con administraciones anteriores es que durante la actual un grupo de parlamentarios de Gobierno se ha sentido con la libertad para actuar por su cuenta, e incluso en contra de los intereses del Ejecutivo, pero eso se ha traducido en una desorientación de la Concertación que, lejos de servir como oportunidad para su enriquecimiento y progresión a una segunda etapa, sólo ha generado obstáculos que, sumados a los que se ha puesto el propio Gobierno, implican un serio riesgo a la proyección del actual bloque oficialista.

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Tuesday, December 11, 2007

NERVIOSISMO

Solamente el nerviosismo y el cansancio natural de fin de año pueden explicar algunas conductas curiosas que se han estado produciendo en el escenario político en los últimos días.

La UDI anuncia la interpelación de un ministro recién asumido, a raíz de su responsabilidad en Chiledeportes; en la Democracia Cristiana el alvearismo se niega a cualquier solución al conflicto entre la directiva y el senador Adolfo Zaldívar, a pesar de que importantes figuras plantean la necesidad de que el enfrentamiento no siga creciendo; la propuesta de mediación y el llamado a calmar los espíritus del Presidente del Senado han sido rechazados por su propio partido, por estimar que actúa motivado por ambiciones personales; y se ha informado de presiones por parte de algunos sectores del Gobierno para que el informe de la Cámara de Diputados por el Transantiago no precise los nombres de los responsables de los errores.

Sin embargo, lo que produce más sorpresa es la verdadera pelea entre el ministro del Interior Belisario Velasco y el senador de su mismo partido, el DC Jorge Pizarro. Velasco acusa a Pizarro de haberlo amenazado hace un año con hacerle la vida imposible por no haber accedido a su petición para cambiar a una gobernadora provincial, y Pizarro dice que eso es falso pero que, efectivamente, Velasco es un inepto que debería salir del Gobierno, mientras que es un secreto mal guardado que es inminente un cambio de gabinete.

Este solo intercambio de palabras justificaría que la mesa de la DC pasara a ambos al Tribunal Supremo para establecer sus responsabilidades y aclarar lo ocurrido a los ojos de la opinión pública, pero eso no va a suceder porque Pizarro es uno de los principales partidarios de Soledad Alvear, y es sabido que Belisario Velasco no cuenta con el respaldo de la DC, pero este partido no puede juzgar a una persona que cuenta, aparentemente, con la confianza de la Presidenta de la República.

Sin duda, el cercano término del año y la percepción de que el 2008 será clave para definir las opciones presidenciales ha generado cierto nerviosismo en autoridades y dirigentes políticos que debieran no sólo guardar más compostura sino que, sobre todo, tener una mayor capacidad de reflexión antes de actuar de modo que puedan comprobar que sus actos produzcan los objetivos deseados y no generan como efecto secundario la percepción en la ciudadanía de que los políticos están más interesados en resolver sus disputas personales y ganar espacios de poder, en lugar de resolver los problemas de la gente. Mientras se producen estos entredichos, la economía no logra despegar, la inflación tiende a crecer más de lo previsto y los desequilibrios sociales se mantienen.

Es como para adelantar las vacaciones de los políticos.

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Tuesday, December 04, 2007

DEMOCRACIA Y PARTIDOS POLÍTICOS

Con motivo del proceso de expulsión del senador Adolfo Zaldívar, una parte del debate se ha centrado en el rol de los partidos políticos dentro de la democracia y, en ese sentido, acerca de la validez de que los partidos puedan dar órdenes a sus parlamentarios mientras se reconoce a estos, al mismo tiempo, el derecho a tener opiniones propias y actuar en consecuencia con ellas con total libertad.

Se ha insistido en que los partidos son esenciales para el funcionamiento de la democracia y, dentro de ella, que requieren como condición indispensable la facultad de ordenar las actuaciones de sus militantes, dándose como argumentación de que ello no se contrapone con las libertades de opinión y expresión garantizadas por la Constitución que las personas pueden entrar y salir con plena libertad de los partidos.

Lo que no se dice es que, en estos tiempos, para los ciudadanos resulta más valioso el ejercicio de sus libertades que la eficiencia de los partidos, cuestión que viene siendo puesta en duda junto con el prestigio del conjunto de la actividad política y va generando entre el público la sensación de que las colectividades, tal como las conocemos, son una institución añeja que no se condice con las expectativas que la democracia abre para el siglo XXI. La posibilidad de que Internet reemplace las asambleas es una eventualidad cada vez más cierta, y los partidos tradicionales no han recogido ese fenómeno.

Lo que se requiere es que las corrientes de opinión al interior de una sociedad puedan canalizarse de manera organizada a través de instituciones creadas explícitamente con ese propósito, y ello podría no requerir de manera excluyente a los partidos políticos. Los movimientos ciudadanos pueden no tener la estructura doctrinaria que se les atribuye a los partidos, pero estos tampoco parecen tener la capacidad de actuar según un cuerpo filosófico de ideas que conduzca a determinado ordenamiento de la sociedad y son percibidos -quizás injustamente- como grupos de personas más preocupados de hacerse del poder que de aportar a la sociedad.

Ante esta perspectiva, es necesario reflexionar seria y profundamente acerca de qué significa la democracia, pero ya no desde el punto de vista de los pensadores clásicos sino desde la realidad y del momento actual, porque pareciera que para mucha gente la democracia sólo representaría el respeto de sus libertades individuales, que solo sumadas dan las garantías necesarias para el conjunto de la comunidad, pero al mismo tiempo las personas parecen dispuestas a organizarse para obtener soluciones específicas y no tienen la paciencia para participar en organizaciones que tienden a ser verticales y cupulares.

En la medida que los partidos no tengan la habilidad para adaptarse a los nuevos requerimientos del sentimiento democrático ciudadano, será la propia democracia la que desplazará a los partidos y promoverá formas de organización más adecuadas a sus necesidades.

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