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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Sunday, November 25, 2012

Solidaridad

Se aproxima una nueva versión de la Teletón, y otra vez el tema de la solidaridad se pone de moda, mucho más que con el Día de la Solidaridad que se conmemora cada año el 18 de agosto, en recuerdo y homenaje del Padre Alberto Hurtado que decía aquello de “dar hasta que duela”.


Dar hasta que duela. Esa es la definición de solidaridad. Si se da sin dolor es caridad, casi una forma de aquietar la consciencia acerca de los males terrenales pero sin un compromiso real con la erradicación de las injusticias.

Bajo esa definición resultaría difícil calificar a la Teletón como un ejercicio real de solidaridad, salvo en el caso de los niños que, conmovidos por las imágenes televisivas, rompen su chanchito para aportar sus monedas. Para las empresas, en cambio, lo donado se recupera vía descuento de los impuestos y mejoramiento de su imagen institucional.

Más allá de lo obvio, persisten dudas acerca de la transparencia de esta campaña que nunca se han aclarado del todo. ¿Es efectivo que su principal protagonista recibe dinero, que los rostros de la televisión se dan codazos para aparecer en pantalla, es cierto que los artistas se presentan en forma totalmente gratuita, cómo se seleccionan las empresas participantes? Todos esos asuntos y posiblemente más requieren ser resueltos para que una campaña que parece noble lo sea con toda la plenitud de la legitimidad.

Otro asunto que conviene discutir es la responsabilidad del Estado. ¿No es un deber constitucional asegurar la atención médica de los niños que sufren algún tipo de invalidez? El Estado ya hace un aporte al permitir que las empresas donantes descuenten de sus impuestos los donativos que realicen, pero posiblemente es más eficiente que sea el Estado el que administre directamente esos recursos en la atención de los niños. Quizás no, pero no se ha debatido este asunto.

Hay que reconocer además que es difícil cuestionar a una empresa como la Teletón, cuando todos los medios de comunicación la ensalzan como modelo de solidaridad y colocan a sus responsables en el altar de los santos. Es una batalla desigual y políticamente muy incorrecta.

De todos modos, es preciso cuestionar el sentido de la Teletón, más allá de lo evidente que es ir en ayuda de tantos niños necesitados: ¿Hay algo de esfuerzo realmente entre las empresas que cooperan, o se trata sólo de hacer ver que los problemas de la sociedad están en vías de solución como para calmar la consciencia nacional y, a la vez, dar a quienes piden acciones más decididas la impresión de que sus preocupaciones están siendo atendidas y que, por lo tanto, pueden seguir mirando la televisión con toda la tranquilidad del mundo?

Sunday, November 18, 2012

Espejito, espejito

Es normal que en la profesión de político se encuentren personas con una fuerte confianza en sí mismos. El ego es necesario para desempeñarse con éxito en una actividad en la que, más que en otras áreas, se sufren embates de terceros y se deban enfrentar fracasos y frustraciones. Un individuo con una personalidad débil o inseguro de sí mismo sería un desastre y terminaría pronto retirándose con la cola entre las piernas y con serios cuestionamientos sobre sus habilidades y talentos.


Sin embargo, se requiere al mismo tiempo desarrollar una fuerte capacidad de empatía con los demás. Si se trata de representar a la ciudadanía, lo mínimo es entender a las personas, comprender sus preocupaciones y tratar sinceramente de mejorar sus condiciones de vida, y más con los medios actuales de comunicación en que cualquier error es reproducido hasta el hartazgo (es cosa de recordar a Nicolás Sarkozy, cuando a pocos días de las elecciones que perdió y se encontraba saludando a un grupo de gente se sacó el reloj de pulsera que llevaba para guardarlo).

Como dice el dicho, no sólo hay que serlo sino también parecerlo y en estos tiempos lo que se pide de los políticos es que conozcan y representen lo que quiere la gente. Los personajes mesiánicos que se dignan a descender del Olimpo para hacer el servicio de acceder a “lo que la gente les pide” no son los más apropiados para el momento.

Para muchos resulta difícil comprender que no resulta admisible el mensaje de “Yo sé lo que el país quiere”, que casi quiere decir que todos los demás son unos perfectos idiotas. Los Mesías no encajan en un mundo en el que la gran mayoría está mucho mejor informada que en el pasado y tiene, por lo tanto, una opinión propia y además tiene ese curioso afán de ser respetados y tomados en consideración.

De esta forma, el que se la pasa por la vida como la madrastra de Blancanieves, mirándose al espejo y diciéndose “espejito, espejito, ¿quién es el mejor? (ya que sería excesivamente narcisista preguntar quién es el más bonito), tiene todo lo que no debe tener un político: Una obsesión por adorarse a sí mismo por encima de los demás y sobrevalorarse en contra de las circunstancias que indican que el electorado prefiere a la gente normal, a lo que son como uno y, sobre todo, humildes y sinceros.

Este tipo de conductas parece estar observándose en estos días de candidatos, que hacen declaraciones rimbombantes y floridas que, como corresponde a un diseño “políticamente correcto”, suelen no tener ningún significado específico o redundar en obviedades.

Sunday, November 11, 2012

¿Quién le teme a Sebastián Acevedo?

En un día como hoy -11 de noviembre de 1983-, el obrero penquista Sebastián Acevedo se hizo presente en la Plaza de Armas de Concepción, desesperado por la detención de sus dos hijos en manos de la CNI, se roció con gasolina y se encendió fuego.


Sus dos hijos fueron liberados para ser apresados nuevamente y mantenidos en esa condición por períodos que fueron de uno a dos años, pero el grito de impotencia de su padre se mantuvo por mucho tiempo más, encarnado en el Movimiento contra la Tortura que adoptó su nombre. Realizaron 180 acciones de denuncia en los siete años siguientes y se disolvieron con el retorno a la democracia, dando un ejemplo de resistencia pacífica en la senda de Gandhi que, lamentablemente, no se ha mantenido en el tiempo.

Cuando se habla de dejar atrás el pasado, ¿es posible aceptar que figuras como Sebastián Acevedo pasen a formar parte del olvido? No se trata de mantener abiertas las heridas del dolor que se causó en los años de la dictadura, sino de rendir un homenaje permanente a un hombre que dio la vida en señal de protesta por el sufrimiento que se le imponía a su familia.

Se trata también de aprender de nuestra historia y recordar que la resistencia no violenta sí es un instrumento eficaz para denunciar las injusticias. Gracias al Movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo muchos chilenos comprendieron que, a pesar del discurso oficial, sí era cierto que en nuestro país se violaban los derechos humanos y pudieron conocer incluso los lugares en los que se cometían esas aberraciones.

A veces pareciera que la protesta valiente, que se hace a costa de uno mismo y no agrede a los demás, fuera una especie de moda ya vencida, cuando precisamente la gente reclama que no puede compartir las manifestaciones que se hacen en la actualidad porque siempre aparecen personas violentas que desnaturalizan los motivos de las mismas.

Al cumplirse 29 años de la inmolación de Sebastián Acevedo es útil que los adultos les pregunten a los jóvenes si saben quién fue ese obrero, si saben que en Chile se torturaba, que aparatos oficiales del Estado, como fueron la Dina y luego la CNI, tenían la facultad de detener a las personas y mantenerlas detenidas, sin paradero conocido ni acusaciones formales, y sin que muchos jueces se atrevieran siquiera a cuestionar la legalidad de sus procedimientos.

Afortunadamente Chile cambió, pero quizás debamos todavía agradecer a personas como Sebastián Acevedo que dieron sus vidas por la paz de la que disfrutamos hoy, en vez de permitir que se lo lleve el viento del olvido.

Sunday, November 04, 2012

¿Y ahora qué viene?

Es evidente que, terminada la campaña municipal, comienza de inmediato la campaña presidencial. Lo que no es tan evidente es el resumen de lo ocurrido en la elección municipal y que es esencial para quienes tengan aspiraciones presidenciales: Así como Piñera no ganó la presidencial sino que perdió la Concertación, esta vez no fue la Concertación la que ganó la municipal sino que fue el Gobierno el que la perdió. Estadísticamente se puede decir lo contrario, pero desde el punto de vista político no da lo mismo.


La señal es clara: La gente le quitó la confianza a la Concertación en su momento, y se la volvió a quitar a la Derecha en esta ocasión, que no significa necesariamente que le haya devuelto su respaldo a la Concertación. Para ambos pactos y para las corrientes que no forman parte de estos el mensaje es sencillo. Las personas quieren dirigentes que de verdad las representen, que actúen con eficiencia, coherencia, honestidad y que no se pasen el día mirándose el ombligo.

Los pasos siguientes ya estaban definidos desde antes. El Gobierno tiene que reacomodarse para la última fase de su período, obligado a cederles el protagonismo a los ministros que buscan ser candidatos presidenciales, en tanto que en la Concertación la DC y los socialistas tienen sus procesos electorales internos, en los que necesariamente deberán definir el tipo de coalición a la que quieren o no seguir perteneciendo.

Entre una cosa y otra, en la práctica esto significa llegar a marzo sin abordar cómo reacomodar la actividad política a las exigencias ciudadanas, y para esa fecha la campaña presidencial ya estará completamente desatada, o sea que nadie o muy pocos harán un esfuerzo real por atender las demandas de los electores.

Puestas así las cosas, el que gane las elecciones será quien cometa menos errores, pero no el que atraiga realmente la adhesión ciudadana, ni menos quien sea capaz de movilizar a la gente detrás de un proyecto seductor que la comprometa en la actividad política.

El problema es que, por el contrario, esa incapacidad para satisfacer las exigencias de los chilenos se traducirá al mismo tiempo en una mayor desmotivación para participar y en una creciente desconfianza hacia los políticos, y eso también es parte del mensaje que dejaron las elecciones municipales en el primer ensayo del sistema de voto voluntario.

De esta forma, cuando uno se pregunta qué es lo que viene a continuación pareciera que la única respuesta es más de lo mismo, y pareciera que no es la mejor forma de conseguir votos.