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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Sunday, November 11, 2012

¿Quién le teme a Sebastián Acevedo?

En un día como hoy -11 de noviembre de 1983-, el obrero penquista Sebastián Acevedo se hizo presente en la Plaza de Armas de Concepción, desesperado por la detención de sus dos hijos en manos de la CNI, se roció con gasolina y se encendió fuego.


Sus dos hijos fueron liberados para ser apresados nuevamente y mantenidos en esa condición por períodos que fueron de uno a dos años, pero el grito de impotencia de su padre se mantuvo por mucho tiempo más, encarnado en el Movimiento contra la Tortura que adoptó su nombre. Realizaron 180 acciones de denuncia en los siete años siguientes y se disolvieron con el retorno a la democracia, dando un ejemplo de resistencia pacífica en la senda de Gandhi que, lamentablemente, no se ha mantenido en el tiempo.

Cuando se habla de dejar atrás el pasado, ¿es posible aceptar que figuras como Sebastián Acevedo pasen a formar parte del olvido? No se trata de mantener abiertas las heridas del dolor que se causó en los años de la dictadura, sino de rendir un homenaje permanente a un hombre que dio la vida en señal de protesta por el sufrimiento que se le imponía a su familia.

Se trata también de aprender de nuestra historia y recordar que la resistencia no violenta sí es un instrumento eficaz para denunciar las injusticias. Gracias al Movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo muchos chilenos comprendieron que, a pesar del discurso oficial, sí era cierto que en nuestro país se violaban los derechos humanos y pudieron conocer incluso los lugares en los que se cometían esas aberraciones.

A veces pareciera que la protesta valiente, que se hace a costa de uno mismo y no agrede a los demás, fuera una especie de moda ya vencida, cuando precisamente la gente reclama que no puede compartir las manifestaciones que se hacen en la actualidad porque siempre aparecen personas violentas que desnaturalizan los motivos de las mismas.

Al cumplirse 29 años de la inmolación de Sebastián Acevedo es útil que los adultos les pregunten a los jóvenes si saben quién fue ese obrero, si saben que en Chile se torturaba, que aparatos oficiales del Estado, como fueron la Dina y luego la CNI, tenían la facultad de detener a las personas y mantenerlas detenidas, sin paradero conocido ni acusaciones formales, y sin que muchos jueces se atrevieran siquiera a cuestionar la legalidad de sus procedimientos.

Afortunadamente Chile cambió, pero quizás debamos todavía agradecer a personas como Sebastián Acevedo que dieron sus vidas por la paz de la que disfrutamos hoy, en vez de permitir que se lo lleve el viento del olvido.