Politica e Ideas

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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Sunday, June 26, 2011

EL EMPATE Y LA CONSTITUCIÓN



Como señal de la insatisfacción ciudadana respecto al nivel de participación que la democracia nacional le permite a la gente, se ha comenzado a plantear nuevamente la idea de reemplazar la Constitución de 1980 con una nueva Carta Fundamental, convocando para ello a una Asamblea Constituyente. Sin embargo, es necesario revisar si existen las condiciones para un paso de esta naturaleza, luego de que la iniciativa lanzada primero por los grupos de la entonces Izquierda extra-parlamentaria fuera recogida incluso por la pasada candidatura presidencial de Eduardo Frei a nombre de la Concertación.



Lo primero es lo obvio. Nuestra Constitución no es plenamente democrática, tanto en su origen como en su contenido. Resulta lamentable que, en un acto incomprensible y luego de muchas modificaciones parciales. el entonces presidente Ricardo Lagos decidiera retirar la firma del general Pinochet, con el afán de dar una señal de que ya no se trataba de la Constitución establecida por la dictadura, siendo que en esencia, mantiene muchos artículos que limitan su sentido democrático.



Curiosamente, el mismo bloque político, una década después, incluyó el reemplazo de la Constitución como parte de su propuesta programática. Y perdió la elección, lo que permite suponer que, o bien el cambio no le interesa a la gente o que no hay una mayoría decisiva para apoyar la substitución. Esto es un aspecto esencial de la discusión: ¿Hay una mayoría clara para definir un modelo institucional determinado? ¿Hay consenso en que se requiere un cambio, si, a fin de cuentas, el país no parece estar tan mal?



Sin duda, hay aspectos que requieren mejoramiento, como las facultades de cada Poder del Estado, la regionalización, la elección de las autoridades, la libertad para que las iniciativas legales surjan de la propia ciudadanía, ¿pero se requiere reemplazar toda la Constitución para eso, o es posible seguir avanzando por la vía de las reformas parciales?



También hay que tomar en cuenta que las causas que han desatado este rebrote del afán por los cambios constitucionales corresponden a asuntos relativamente acotados a cada ámbito de que se trate: El mejoramiento de la educación, la política energética, la igualdad de derechos para todas las personas con independencia de su orientación sexual, etc, y en cada uno de estos temas parece más factible construir mayorías que impulsen las reformas requeridas que lograr un consenso claro para definir el sentido de una nueva Constitución.



Vistas así las cosas, es probable que sea más inteligente impulsar el plebiscito como mecanismo para zanjar las diferencias cuando se trata de un asunto específico, que tratar de cambiar toda la Constitución. Al final, y el chileno lo sabe bien, las leyes pueden decir una cosa pero los hechos son distintos y gastar esfuerzos en un texto muy bonito puede no tener ninguna utilidad práctica.

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Sunday, June 19, 2011

UN PAÍS DE "CUÑAS"



La fragilidad del entendimiento humano ha llevado a que la capacidad de comprensión por parte del público sobre el debate político sea cada vez más orientada por mensajes breves que no suelen explicar las posturas en conflicto. Esto es, en parte, por el progresivo predominio de las "cuñas" como método de comunicación política.






La cuña es, en términos periodísticos, la frase que se reproduce en voz de la propia fuente, que generalmente está limitada a la extensión de una oración y ratifica lo que dice el propio periodista, a modo de resumen de los planteamientos hechos por la persona entrevistada.






El problema de este método de comunicación -y que se repite en otros ámbitos de la vida en sociedad y en el resto del mundo- es que el nivel de profundidad que es posible de transmitir es mínimo. Es como si una persona pretendiera tener una opinión acabada sobre lo que ocurre a partir de la lectura exclusiva de los titulares de los periódicos. Eso no permite ni la más mínima argumentación y es un camino directo a la simplificación, la repetición de prejuicios escuchados casi de forma inconsciente y una banalización del debate y del pensamiento.






Es imposible pensar que, a estas alturas de la modernidad, sea posible encontrar en los medios de comunicación el espacio necesario para desarrollar de mejor forma el pensamiento, y más cuando parece imponerse la idea de que lo que no cabe en los 140 caracteres de Twitter no merece ser dicho.






Obviamente, esta idea es ridícula y merece una mayor atención por parte de las sociedades para luchar contra esta frivolización del pensamiento. Los países que avanzan son los que tienen la capacidad de mirarse a sí mismos, reflexionar y corregir, pero eso no es posible en la extensión de una cuña, un titular o un "tweet". Cuando el propio Presidente de la República exige que las informaciones que precisa para tomar decisiones no sean más extensas que una página, es que ya en todos los niveles de la sociedad campea la rapidez por sobre la información, y cuando la información requiere más de una frase o de una página, es necesario proporcionarle el espacio que necesita.






Se supone que estamos en la era del conocimiento, pero hay que dejar constancia que es un conocimiento apenas superficial, fácilmente engañoso y a la hora decisiva casi irrelevante por completo para poder tomar decisiones informadas. Si eso no cambia, terminaremos eligiendo a nuestras autoridades por la sonrisa que exhiben, como si el dentífrico fuera más importante que las ideas, y de hecho es posible que ya muchos votos se estén decidiendo con razonamientos similares. La inteligencia se nutre de información y sin lectura sólo queda una sensación, y además vaga e indefinida.

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Sunday, June 12, 2011

¿Y SI (NO) FUE BROMA?







Decididamente, Sebastián Piñera no necesita la ayuda de nadie para colocarse en posiciones en las que se gana la crítica fácil de la oposición e incluso de sus propios aliados. Esta vez, tratando de hacer una broma, aseguró ante la Convención Nacional Ampliada de la UDI que estaba disponible para un nuevo mandato.


Sin que el tono de broma permitiera hacer aclaraciones, no precisó si su pretensión implicaba una reelección inmediata o esperar que transcurriera un período presidencial entre medio, ni tampoco si su propósito incluía la misma alianza gubernamental y el mismo esquema de gestión que lo tiene con un exigüo 36 por ciento de apoyo con apenas un tercio de su mandato transcurrido.



Otro asunto de cuestionable criterio es la oportunidad y el lugar en el que quiso hacer su broma. Frente a los principales dirigentes nacionales de la UDI, en momentos en que el sentimiento de desconfianza del gremialismo hacia sus socios de Renovación Nacional se encuentra en su punto más álgido.



Evidentemente, el Presidente puede recurrir al argumento de que se trataba de una simple broma entre amigos, pero ocurre que no eran precisamente amigos los que conformaban el público, que la broma trascendió a toda la prensa y que, en definitiva, un Presidente de la República tiene que comprender que hay asuntos sobre los que no cabe hacer bromas. En lenguaje sencillo, hacer un planteamiento de este tipo para luego decir que no era en serio equivale a tirar la piedra y esconder la mano.



Pero lo más grave está en la posibilidad de suponer que no era una broma, sino que se trataba de sondear si había ambiente para una eventual reelección, inmediata o futura, tal como se hizo en algún momento cuando se lanzó la idea de que la Primera Dama, Cecilia Morel, pudiera ser candidata presidencial.



De ser así, las interpretaciones automáticas son dos: Por un lado, que Sebastián Piñera tiene una profunda ambición por conservar el poder, lo que es de todos modos legítimo en un sistema democrático en el que la gente toma la decisión respecto a la renovación de su mandato. Si quiere arriesgarse con un 36 por ciento de apoyo, es problema de él. Y de aquí deriva la segunda conclusión, quizás aún más preocupante, y es creer que la baja en las encuestas es un asunto estrictamente temporal que se solucionará prácticamente sólo a medida que avance el tiempo y la gente comprenda la excelencia del Gobierno.



De hecho, por vínculos informales, se sabe que en Palacio se apuesta a que a fines de año el apoyo subirá del actual 36 a un mínimo del 50 por ciento, lo que, con los antecedentes actuales, resulta risible. Si se produce, sin embargo, ese vaticinio es que Sebastián Piñera tiene una bola de cristal que le permite no solo adivinar el futuro sino además la posibilidad de controlarlo y en ese momento podrá decir que su pretensión no era broma.

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Sunday, June 05, 2011

LA BRÚJULA PERDIDA






Cualquiera que haya visto algunas de las películoas de "Los Piratas del Caribe" sabrá que el capitán Jack Sparrow (interpretado por Johnny Depp) tiene como una de sus principales posesiones una brújula mágica, que tiene el poder de indicarle la dirección de lo que más desea. Ese es, precisamente, el tipo de brújula que parecen estar empleando los partidos políticos para encontrar su rumbo tras la desastrosa encuesta de Adimark que confirmó el empeoramiento en la apreciación de la ciudadanía respecto de su gestión.



Las reacciones iniciales que indicaban una absoluta incapacidad de interpretar los resultados han ido abriendo paso a una reacción de segunda generación que estaría apuntando a proponer nuevos acuerdos para recuperar la confianza del electorado, respuesta que es errónea y por varias razones.



En primer lugar, se desconoce que una de las críticas de la gente es a que pareciera dar lo mismo si un político es de Izquierda o de Derecha y un acuerdo sobre los asuntos que le interesan a los partidos no contribuiría en nada a perfilar las diferencias que el electorado quiere apreciar entre estos para, al menos, tener la ilusión de que opta entre cosas distintas.


En segundo término, el hecho de que no se invite a la ciudadanía a participar en estos acuerdos sino que sean nuevamente las cúpulas partidistas las que decidan qué quiere la gente, vuelve a alejar a la ciudadanía de la actividad política.



Si alguna vez estuvieron justificados los acuerdos, fue a comienzos de la transición, cuando se trataba de concordar en un sistema político y económico que concitara, al mismo tiempo, la estabilidad mínima para garantizar la viabilidad de la democracia. Pero eso fue hace tres décadas, con un general Pinochet al frente del Ejército y un total desconocimiento respecto de la manera en la que se resolverían los temas de las violaciones a los derechos humanos.



Lo que no se reconoce es que en esta oportunidad la situación de conflicto no parece ser entre izquierdas y derechas sino que radica respecto a la forma en que se ejerce la democracia. La gente podría aceptar que se la convoque cada cuatro años para elegir entre las opciones que se le presentan, pero en los últimos años, con encuestas y nuevos medios tecnológicos que permiten recoger el parecer de las personas con mucha mayor rapidez, ya no le parece difícil ni mucho menos imposible que sea la propia ciudadanía la que pueda dirimir las diferencias de opinión y en esas condiciones que se hable de acuerdos entre los partidos para salvar una crisis institucional que las personas sólo ven radicadas en el carácter representativo de la democracia se parece demasiado a un intento de los partidos por protegerse del cambio.

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