MALOS AMIGOS
Sacar adelante un Gobierno no requiere solamente de alianzas entre diversos partidos y de lealtad entre estos y el Gobierno así como al interior de los propios partidos, sino que precisa además de eficiencia, incluso cuando ello vaya en contra de las amistades consolidadas a través de largos de años de trabajo conjunto, pero cuando las lealtades fallan todo lo demás no sirve de nada porque la base sobre la cual se debe desarrollar la acción del Gobierno queda fracturada por las desconfianzas.
Eso es lo que quedó en evidencia con el bochornoso caso de la fugaz subdirectora de Chiledeportes Loreto Ditzel. Todo parece indicar que fue recomendada para este cargo por la líder de su sector político, la presidenta de la Democracia Cristiana Soledad Alvear. Si no la recomendó, al menos estuvo de acuerdo con su designación, sin decir nada a las autoridades de Gobierno respecto a su vinculación con el caso Spiniak.
Hay que aclarar al respecto que aunque no se le ha demostrado ni siquiera enjuiciado por una responsabilidad de tipo penal en los falsos testimonios de la famosa Gemita Bueno con los que se acusó durante meses a diversos políticos por supuestos delitos de connotación sexual, Loreto Ditzel encarna aquello de que “la mujer del César no sólo debe ser pura, sino que también debe parecerlo”.
Probablemente sea injusto acusarla y enlodar su prestigio profesional y personal, pero con ella el Gobierno metió la pata, justo en una institución que ha sido tan cuestionada como Chiledeportes, y el no advertir a la autoridad de que la persona recomendada “no parecía pura” puede ser interpretado como un acto de deslealtad, motivado además por el afán de obtener una pequeña ganancia con un puesto en el Gobierno.
Por otra parte, llama la atención que la designación de Loreto Ditzel haya sido gestionada por el Ministro del Interior, siendo que su cargo es de dependencia del Ministro Secretario General de Gobierno. Quizás Belisario Velasco quiso ahorrarle trabajo a Ricardo Lagos Weber o tal vez se buscaba precisamente darle más relevancia a la designación, pero nuevamente lo ocurrido puede ser interpretado como otro acto de deslealtad. En ninguna empresa se aceptaría que los ejecutivos sean nombrados por el gerente general de la empresa vecina, por muy afines que sean ambas instituciones.
De esta forma, el caso que reviste un nuevo bochorno para el Gobierno tuvo su origen en conductas desleales que le hacen mucho daño a las confianzas que deben reinar entre quienes comparten las responsabilidades ejecutivas del Gobierno, pero por lo menos debería servir para que en el futuro no se designen en los cargos a personas exclusivamente porque vienen recomendados por un amigo porque esa amistad ha quedado en entredicho.
Eso es lo que quedó en evidencia con el bochornoso caso de la fugaz subdirectora de Chiledeportes Loreto Ditzel. Todo parece indicar que fue recomendada para este cargo por la líder de su sector político, la presidenta de la Democracia Cristiana Soledad Alvear. Si no la recomendó, al menos estuvo de acuerdo con su designación, sin decir nada a las autoridades de Gobierno respecto a su vinculación con el caso Spiniak.
Hay que aclarar al respecto que aunque no se le ha demostrado ni siquiera enjuiciado por una responsabilidad de tipo penal en los falsos testimonios de la famosa Gemita Bueno con los que se acusó durante meses a diversos políticos por supuestos delitos de connotación sexual, Loreto Ditzel encarna aquello de que “la mujer del César no sólo debe ser pura, sino que también debe parecerlo”.
Probablemente sea injusto acusarla y enlodar su prestigio profesional y personal, pero con ella el Gobierno metió la pata, justo en una institución que ha sido tan cuestionada como Chiledeportes, y el no advertir a la autoridad de que la persona recomendada “no parecía pura” puede ser interpretado como un acto de deslealtad, motivado además por el afán de obtener una pequeña ganancia con un puesto en el Gobierno.
Por otra parte, llama la atención que la designación de Loreto Ditzel haya sido gestionada por el Ministro del Interior, siendo que su cargo es de dependencia del Ministro Secretario General de Gobierno. Quizás Belisario Velasco quiso ahorrarle trabajo a Ricardo Lagos Weber o tal vez se buscaba precisamente darle más relevancia a la designación, pero nuevamente lo ocurrido puede ser interpretado como otro acto de deslealtad. En ninguna empresa se aceptaría que los ejecutivos sean nombrados por el gerente general de la empresa vecina, por muy afines que sean ambas instituciones.
De esta forma, el caso que reviste un nuevo bochorno para el Gobierno tuvo su origen en conductas desleales que le hacen mucho daño a las confianzas que deben reinar entre quienes comparten las responsabilidades ejecutivas del Gobierno, pero por lo menos debería servir para que en el futuro no se designen en los cargos a personas exclusivamente porque vienen recomendados por un amigo porque esa amistad ha quedado en entredicho.