TROPEZANDO DOS VECES CON LA MISMA PIEDRA
Es curiosa la forma con que la Concertación ha tratado de reaccionar a su derrota electoral de comienzos de enero, casi como un niño que niega su responsabilidad por la rotura de una ventana, teniendo la pelota de fútbol en la mano.
Primero, trató de culpar a las candidaturas alternativas, como si los expulsados o automarginados de la Concertación tuvieran alguna responsabilidad con un pacto político que les hizo imposible la convivencia; y luego, al convocar a una reunión ampliada pero restringida a los dirigentes de los partidos de la propia Concertación, con lo que es difícil llegar a conclusiones distintas de las que ya se han enunciado, es decir que las elecciones se perdieron por culpa de Enríquez-Ominami.
No se han considerado las verdaderas causas y mientras no se haga eso, se seguirá repitiendo el mismo discurso: La culpa de los “traidores”, el poder del dinero o la atracción de la novedad, pero nunca el agotamiento de la ciudadanía por los sucesivos actos de corrupción, por los abusos de poder, por el nepotismo y por un discurso sobre la dictadura que viene de hace un cuarto de siglo atrás.
Todo esto es comprensible, ya que no es fácil dejar el poder y menos cuando se tienen buenas cifras en la macroeconomía para exhibir, pero se olvida que el talón de Aquiles fue la microeconomía y que si bien Chile es un país admirado, es también el que ve actos de vandalismo en los momentos en que más se requería la solidaridad.
Chile no es lo que era veinte años atrás y en eso la Concertación no ha sabido comprender las señales, aunque eso no significa tampoco que lo haya logrado la Alianza, pero es la que estaba como alternativa ante el cansancio de la gente. Es la Alianza también, y sobre todo la UDI, la que ha aprovechado el tiempo consolidando una red de vínculos en todas las capas sociales, mientras la Concertación ha descuidado el diálogo con la ciudadanía.
Ahora, el ex-pacto gobernante tiene que recorrer el camino que no anduvo desde la comodidad del poder, y hasta ahora lo ha iniciado con los mismos rostros y las mismas mañas de siempre. Mientras no entienda la magnitud de los cambios que ha experimentado el país y las formas de hacer política que exige la gente, asumiendo con verdadera humildad los errores cometidos e introduciendo las correcciones imprescindibles en una larga seguidilla de errores, seguirá siendo más fácil para la Derecha conservar el poder que recuperarlo para la Concertación.
Primero, trató de culpar a las candidaturas alternativas, como si los expulsados o automarginados de la Concertación tuvieran alguna responsabilidad con un pacto político que les hizo imposible la convivencia; y luego, al convocar a una reunión ampliada pero restringida a los dirigentes de los partidos de la propia Concertación, con lo que es difícil llegar a conclusiones distintas de las que ya se han enunciado, es decir que las elecciones se perdieron por culpa de Enríquez-Ominami.
No se han considerado las verdaderas causas y mientras no se haga eso, se seguirá repitiendo el mismo discurso: La culpa de los “traidores”, el poder del dinero o la atracción de la novedad, pero nunca el agotamiento de la ciudadanía por los sucesivos actos de corrupción, por los abusos de poder, por el nepotismo y por un discurso sobre la dictadura que viene de hace un cuarto de siglo atrás.
Todo esto es comprensible, ya que no es fácil dejar el poder y menos cuando se tienen buenas cifras en la macroeconomía para exhibir, pero se olvida que el talón de Aquiles fue la microeconomía y que si bien Chile es un país admirado, es también el que ve actos de vandalismo en los momentos en que más se requería la solidaridad.
Chile no es lo que era veinte años atrás y en eso la Concertación no ha sabido comprender las señales, aunque eso no significa tampoco que lo haya logrado la Alianza, pero es la que estaba como alternativa ante el cansancio de la gente. Es la Alianza también, y sobre todo la UDI, la que ha aprovechado el tiempo consolidando una red de vínculos en todas las capas sociales, mientras la Concertación ha descuidado el diálogo con la ciudadanía.
Ahora, el ex-pacto gobernante tiene que recorrer el camino que no anduvo desde la comodidad del poder, y hasta ahora lo ha iniciado con los mismos rostros y las mismas mañas de siempre. Mientras no entienda la magnitud de los cambios que ha experimentado el país y las formas de hacer política que exige la gente, asumiendo con verdadera humildad los errores cometidos e introduciendo las correcciones imprescindibles en una larga seguidilla de errores, seguirá siendo más fácil para la Derecha conservar el poder que recuperarlo para la Concertación.
Labels: alianza, Andrés Rojo, Concertación, elecciones, política, Sebastián Piñera
1 Comments:
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