CAMINAR Y MASCAR CHICLE AL MISMO TIEMPO
Del ex-presidente norteamericano Ronald Reagan se decía que no era capaz de caminar y mascar chicle al mismo tiempo, expresión con la que se pretendía señalar que no podía hacer dos cosas simples al mismo tiempo. He vuelto a ver esa expresión en varias otras ocasiones, generalmente aplicadas a políticos de cuya viveza se tienen dudas, siendo que se trataba en casi todos los casos de personas que habían alcanzado cargos destacados y, por lo tanto, no tenían nada de tontos.
En estos días, he vuelto a ver aplicada la sentencia al casi saliente Gobierno, y específicamente a la Presidenta Michelle Bachelet, lo que puede no parecer justo a la vista del amplísimo respaldo ciudadano con el que concluye su mandato este próximo jueves, pero que, desde otro punto de vista, parece aplicarse con corrección para evaluar la forma en que la máxima autoridad del país enfrentó la emergencia desatada por el terremoto reciente.
Es evidente que, siendo el final del período de vacaciones y del período presidencial, muchas autoridades estaban dedicadas a otras cosas y la capacidad de reacción para tomar las primeras medidas no era plena, pero usar como excusa las dificultades de comunicación cuando la prensa ya mostraba imágenes de lo sucedido no pareció una buena estrategia sino, simplemente, una excusa.
Por otro lado, es evidente que la falta de decisión para resolver la salida a las calles de las fuerzas armadas no obedeció a una parsimonia sino, por el contrario, a una meditada decisión sobre la imagen política para un Gobierno que termina y que no siente mayor cercanía con el mundo militar por razones lógicas pero ya pertenecientes al pasado.
El momento ha sido poco feliz, pero sin duda el impacto político del terremoto incidirá más en la evaluación del próximo equipo que en el que termina, ya que en el recuerdo de la ciudadanía pesarán más los aciertos que los errores, mientras que para el Presidente electo la posibilidad de demostrar la capacidad de cumplir sus promesas de campaña y, en especial, de demostrar que la Derecha tiene la habilidad para impulsar el desarrollo del país se verán claramente lastradas por la obligación de reconstruir las extensas zonas dañadas por el sismo.
Lo que sí puede resultar gravitante para afectar la evaluación de la Presidenta Bachelet es la tendencia vista en los últimos días a pedir que no se hagan críticas porque lo único importante debe ser la ayuda a las víctimas, y eso es solo parcialmente cierto porque parte del problema es la falta de preparación en un país que es, por definición, sísmico y eso es imperdonable y una responsabilidad política que no puede extinguirse por el cambio de mando. La justicia y la historia exigen que los países caminen y masquen chicle al mismo tiempo.
En estos días, he vuelto a ver aplicada la sentencia al casi saliente Gobierno, y específicamente a la Presidenta Michelle Bachelet, lo que puede no parecer justo a la vista del amplísimo respaldo ciudadano con el que concluye su mandato este próximo jueves, pero que, desde otro punto de vista, parece aplicarse con corrección para evaluar la forma en que la máxima autoridad del país enfrentó la emergencia desatada por el terremoto reciente.
Es evidente que, siendo el final del período de vacaciones y del período presidencial, muchas autoridades estaban dedicadas a otras cosas y la capacidad de reacción para tomar las primeras medidas no era plena, pero usar como excusa las dificultades de comunicación cuando la prensa ya mostraba imágenes de lo sucedido no pareció una buena estrategia sino, simplemente, una excusa.
Por otro lado, es evidente que la falta de decisión para resolver la salida a las calles de las fuerzas armadas no obedeció a una parsimonia sino, por el contrario, a una meditada decisión sobre la imagen política para un Gobierno que termina y que no siente mayor cercanía con el mundo militar por razones lógicas pero ya pertenecientes al pasado.
El momento ha sido poco feliz, pero sin duda el impacto político del terremoto incidirá más en la evaluación del próximo equipo que en el que termina, ya que en el recuerdo de la ciudadanía pesarán más los aciertos que los errores, mientras que para el Presidente electo la posibilidad de demostrar la capacidad de cumplir sus promesas de campaña y, en especial, de demostrar que la Derecha tiene la habilidad para impulsar el desarrollo del país se verán claramente lastradas por la obligación de reconstruir las extensas zonas dañadas por el sismo.
Lo que sí puede resultar gravitante para afectar la evaluación de la Presidenta Bachelet es la tendencia vista en los últimos días a pedir que no se hagan críticas porque lo único importante debe ser la ayuda a las víctimas, y eso es solo parcialmente cierto porque parte del problema es la falta de preparación en un país que es, por definición, sísmico y eso es imperdonable y una responsabilidad política que no puede extinguirse por el cambio de mando. La justicia y la historia exigen que los países caminen y masquen chicle al mismo tiempo.
Labels: Andrés Rojo, gobierno, Michelle Bachelet, política, Sebastián Piñera, terremoto
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