BRÚJULAS DESCALIBRADAS
Si la política es un arte, como a muchos les gustaría aún creer, es esencial comprender que tiene que regirse por ciertas reglas dadas por la estética y estos últimos días han sido excesivamente esdrújulos, es decir sobrecargados, hiper excitados y desproporcionados, como si la brújula que debiera conducir el camino que el político tiene que recorrer para alcanzar su propósito estuviera descalibrada y en vez de apuntar hacia el norte marcara en un momento para el noroeste y luego al sureste.
El político exitoso sabe qué quiere y cómo conseguirlo, y últimamente hemos visto que son pocos los que tienen control sobre sus actos como para poder avanzar sin titubeos la ruta que se han trazado. Es cierto que los planes de unos dependen de los otros, pero en eso reside precisamente el ingrediente de arte que tiene el ejercicio de la política.
Cuando aparece algún factor imprevisto, el buen político tiene que saber reconocer el nuevo escenario que se ha generado y actuar de la manera en que este le sirva a sus propósitos, convirtiendo la adversidad en oportunidad. Sin embargo, lo que hemos visto en las últimas semanas es una tremenda lentitud para comprender las señales que dio la ciudadanía en las elecciones del 14 de diciembre pasado y una ineptitud absoluta para entender las opciones del electorado. Cundo la exigencia popular apuntaba a la salida de una generación entera de liderazgos, sólo renunciaron dos personas, más de quince días después del momento necesario, y los demás ni se conmovieron. Tampoco se abrió a la propia militancia de esos partidos la responsabilidad de elegir a los nuevos presidentes. Parafraseando a Lenin, se dio un paso para adelante y dos para atrás.
Unos parecen sentarse tranquilos, sabiendo que cualquier cosa que digan o hagan puede quitarles votos; y los otros usan como principal argumento la necesidad de que no gane el contrincante, pero no se dice nada respecto del malestar ciudadano sobre la forma de hacer política que ha imperado en el país en los últimos años, en que todo es en blanco y negro, sin matices y con una verdad que depende más de quién la sostiene que de su real valor.
Si esta es la brújula que conduce la acción de nuestra clase política, resulta perfectamente comprensible el desencanto popular porque esta estrategia no reconoce el valor de la opinión ciudadana, no acepta las críticas porque todas son interesadas y no admite siquiera la posibilidad del error. Como resulta obvio, la planicie desde la cual se diseña la política no permite las utopías ni los compromisos de largo plazo. Todo parece estar encaminado a la mera retención o conquista del poder.
Por eso, cuando una cuota importante de la adhesión ciudadana se va a una alternativa distinta de las tradicionales, la única forma que se conoce para reaccionar es desde la posición propia, sin entender que la gente quiere que se las interpele a partir de sus propios intereses.
El político exitoso sabe qué quiere y cómo conseguirlo, y últimamente hemos visto que son pocos los que tienen control sobre sus actos como para poder avanzar sin titubeos la ruta que se han trazado. Es cierto que los planes de unos dependen de los otros, pero en eso reside precisamente el ingrediente de arte que tiene el ejercicio de la política.
Cuando aparece algún factor imprevisto, el buen político tiene que saber reconocer el nuevo escenario que se ha generado y actuar de la manera en que este le sirva a sus propósitos, convirtiendo la adversidad en oportunidad. Sin embargo, lo que hemos visto en las últimas semanas es una tremenda lentitud para comprender las señales que dio la ciudadanía en las elecciones del 14 de diciembre pasado y una ineptitud absoluta para entender las opciones del electorado. Cundo la exigencia popular apuntaba a la salida de una generación entera de liderazgos, sólo renunciaron dos personas, más de quince días después del momento necesario, y los demás ni se conmovieron. Tampoco se abrió a la propia militancia de esos partidos la responsabilidad de elegir a los nuevos presidentes. Parafraseando a Lenin, se dio un paso para adelante y dos para atrás.
Unos parecen sentarse tranquilos, sabiendo que cualquier cosa que digan o hagan puede quitarles votos; y los otros usan como principal argumento la necesidad de que no gane el contrincante, pero no se dice nada respecto del malestar ciudadano sobre la forma de hacer política que ha imperado en el país en los últimos años, en que todo es en blanco y negro, sin matices y con una verdad que depende más de quién la sostiene que de su real valor.
Si esta es la brújula que conduce la acción de nuestra clase política, resulta perfectamente comprensible el desencanto popular porque esta estrategia no reconoce el valor de la opinión ciudadana, no acepta las críticas porque todas son interesadas y no admite siquiera la posibilidad del error. Como resulta obvio, la planicie desde la cual se diseña la política no permite las utopías ni los compromisos de largo plazo. Todo parece estar encaminado a la mera retención o conquista del poder.
Por eso, cuando una cuota importante de la adhesión ciudadana se va a una alternativa distinta de las tradicionales, la única forma que se conoce para reaccionar es desde la posición propia, sin entender que la gente quiere que se las interpele a partir de sus propios intereses.
Labels: Andrés Rojo, eduardo frei, política, Sebastián Piñera
3 Comments:
saludos desde esquel, patagonia
mauro mateos
www.egononfui.com.ar
Me encantaria Q viera esta pagina y la promueva, por q como a usted le parece un arte "la politica" pues a mi esto me parece arte.Soy una persona interesada .. en la felicidad .. y sactifacion agena por q eso me llena como persona saber Q ayude a alguien con un DON q no muchos tienen el de escuchar y saber dar consejo ATENTAMENTE SENSACIÓN GRACIAS!http://psicologiaafectivaintensiva.blogspot.com/
Admiro lo que usted escribe. Creo que tiene en si mismo un verdadero Don y eso me maravilla. Soy una simple estudiante de comunicación social de argentina y a veces pienso que llegar a escribir como usted lo hace, o aunque sea aproximarme,no lo podré lograr. Mis saludos.
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