EL ABRAZO DEL OSO
Patricio Navia (mi amigo virtual por facebook y mail) cree que el gesto de Andrés Allamand de hacer una primaria del conjunto de la oposición para definir el candidato presidencial entre Piñera, Joaquín Lavín, Adolfo Zaldívar y Fernando Flores es una señal de su obsesión por ganar a cualquier costo, apelando a un mecanismo que significa, en los hechos, comprometer a los perdedores en el apoyo al ganador.
Pero además del raciocinio lógico de Navia, hay algo en lo que Allamand no repara y es que tanto Zaldívar como Flores no son parte de la Alianza, y entenderse con ellos para iniciativas puntuales, y aun generales, no significa que comulguen con todos los planteamientos de la parte de Derecha de la oposición.
De hecho, parte de la gracia de Flores y Zaldívar es que no sean de la Alianza ni de la Concertación, y cuando alguien como Allamand -que ha sido identificado con la teoría del desalojo, cuando lo que debió decir fue alternancia o reemplazo- les extiende la mano para sumarlos a sus filas les hace un flaco favor. Es el abrazo del oso, en buen chileno.
Si la oposición persiste en atraer a sus aguas a los desencantados de la Concertación sólo lograra dividir sus votos entre más gente, cuando lo que tiene que hacer es sumar nuevas voluntades en torno a un proyecto común, entendiendo que la unidad no puede ser orgánica sino instrumental, que ello implica aceptar las diferencias y que la vigencia del acuerdo dependerá de decisiones posteriores en el caso de que alcancen el Gobierno.
La Concertación tiene la mitad de los votos y la Alianza un poco menos de la mitad. Los separan apenas veinte mil votos, pero el grueso de la votación que definirá la próxima elección está fuera de ambos conglomerados: Está en los miles de chilenos auténticamente independientes que están desilusionados de la Concertación, pero que tampoco tienen confianza en la Alianza, y es a ese grupo de gente, los que responden no sabe/no responde en las encuestas que apuestan Zaldívar y Flores.
Estos dos dirigentes, por su parte, deben entender que no tendrán mayoría y que su principal desafío es sobrevivir dentro del sistema electoral binominal, para lo cual dependen del apoyo logístico de cualquiera de los dos grandes pactos para su subsistencia. Sin embargo, su estrategia debe considerar que sólo pueden aceptar un respaldo instrumental, sin mayores compromisos hacia futuro, porque lo contrario significaría confundirse con el pacto que los acoja y perder la posibilidad de atraer al electorado disconforme con la actuación de los dos bloques que se alinearon en relación a la figura de Pinochet sin evolucionar significativamente en veinte años.
Pero además del raciocinio lógico de Navia, hay algo en lo que Allamand no repara y es que tanto Zaldívar como Flores no son parte de la Alianza, y entenderse con ellos para iniciativas puntuales, y aun generales, no significa que comulguen con todos los planteamientos de la parte de Derecha de la oposición.
De hecho, parte de la gracia de Flores y Zaldívar es que no sean de la Alianza ni de la Concertación, y cuando alguien como Allamand -que ha sido identificado con la teoría del desalojo, cuando lo que debió decir fue alternancia o reemplazo- les extiende la mano para sumarlos a sus filas les hace un flaco favor. Es el abrazo del oso, en buen chileno.
Si la oposición persiste en atraer a sus aguas a los desencantados de la Concertación sólo lograra dividir sus votos entre más gente, cuando lo que tiene que hacer es sumar nuevas voluntades en torno a un proyecto común, entendiendo que la unidad no puede ser orgánica sino instrumental, que ello implica aceptar las diferencias y que la vigencia del acuerdo dependerá de decisiones posteriores en el caso de que alcancen el Gobierno.
La Concertación tiene la mitad de los votos y la Alianza un poco menos de la mitad. Los separan apenas veinte mil votos, pero el grueso de la votación que definirá la próxima elección está fuera de ambos conglomerados: Está en los miles de chilenos auténticamente independientes que están desilusionados de la Concertación, pero que tampoco tienen confianza en la Alianza, y es a ese grupo de gente, los que responden no sabe/no responde en las encuestas que apuestan Zaldívar y Flores.
Estos dos dirigentes, por su parte, deben entender que no tendrán mayoría y que su principal desafío es sobrevivir dentro del sistema electoral binominal, para lo cual dependen del apoyo logístico de cualquiera de los dos grandes pactos para su subsistencia. Sin embargo, su estrategia debe considerar que sólo pueden aceptar un respaldo instrumental, sin mayores compromisos hacia futuro, porque lo contrario significaría confundirse con el pacto que los acoja y perder la posibilidad de atraer al electorado disconforme con la actuación de los dos bloques que se alinearon en relación a la figura de Pinochet sin evolucionar significativamente en veinte años.
Labels: adolfo zaldívar, Andrés Allamand, Fernando Flores, Joaquín Lavín, Sebastián Piñera
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