EL PUENTE QUEBRADO
La tradición política nacional a lo largo del siglo pasado siempre mostró la existencia de tres bloques -Centro, Izquierda y Derecha-, inclinándose a menudo las responsabilidades del gobierno dependiendo de las alianzas circunstanciales que se formaran para cada elección.
Posiblemente este esquema haya tenido muchos vicios, pero el intento del régimen de Pinochet de refundar todo, como si un país se pudiera inventar por obra y gracia de un grupo de teóricos, llegando a imponerse la idea de establecer un modelo bipolar por medio del sistema electoral binominal no ha podido revertir la tendencia anclada en la tradición de los tres tercios.
Las instituciones republicanas tienen que responder a la realidad, y esta indica en el caso de Chile que la distancia entre Centro, Izquierda y Derecha parece ser insalvable para alianzas duraderas. La Concertación ha sido una excepción, y es también obra de Pinochet porque sirvió de excusa para la unión de dos corrientes que tradicionalmente fueron antagónicas. Lamentablemente, el objetivo de la democratización ya se dio por cumplido, aceptándose las imperfecciones de la institucionalidad actual, incluyendo por cierto el sistema electoral binominal que le da a la Concertación la posibilidad de continuar en el Gobierno y, al mismo tiempo, representa una obligación para mantener su unidad, a pesar de que es un hecho que en su interior existen profundas desconfianzas y desacuerdos.
Parte de las tensiones en el seno de la Concertación obedecen a la ambición de sus dirigentes por conservar el poder, en contra de la realidad que muestra que en Chile siguen existiendo los tradicionales tres tercios.
El modelo bipolar sólo puede subsistir en la medida que exista un partido de Centro fuerte que fuerce a la Izquierda a la moderación para conservar la unidad, pero desde el momento en que la Democracia Cristiana ha ido perdiendo peso electoral los sectores de la Izquierda dentro de la Concertación se han sentido más libres para gobernar de acuerdo a su verdadera doctrina, asumiendo como un hecho la perpetuación de la Concertación en el poder.
Cuando la DC pierde su efectividad, todo el sistema político genera una presión por habilitar un nuevo Centro, y es sólo en ese sentido que se puede entender el surgimiento de grupos como el Movimiento Humanista Cristiano, que agrupó a los DC que prefirieron la opción presidencial de Sebastián Piñera, o más recientemente del Chile Primero que, bajo la conducción del senador Fernando Flores, pretende renovar la forma de hacer política en Chile y dar una salida al ahogo en que se encuentra la Concertación, aunque ello llegue a significar su disolución y el surgimiento de una nueva alianza partidista.
Posiblemente este esquema haya tenido muchos vicios, pero el intento del régimen de Pinochet de refundar todo, como si un país se pudiera inventar por obra y gracia de un grupo de teóricos, llegando a imponerse la idea de establecer un modelo bipolar por medio del sistema electoral binominal no ha podido revertir la tendencia anclada en la tradición de los tres tercios.
Las instituciones republicanas tienen que responder a la realidad, y esta indica en el caso de Chile que la distancia entre Centro, Izquierda y Derecha parece ser insalvable para alianzas duraderas. La Concertación ha sido una excepción, y es también obra de Pinochet porque sirvió de excusa para la unión de dos corrientes que tradicionalmente fueron antagónicas. Lamentablemente, el objetivo de la democratización ya se dio por cumplido, aceptándose las imperfecciones de la institucionalidad actual, incluyendo por cierto el sistema electoral binominal que le da a la Concertación la posibilidad de continuar en el Gobierno y, al mismo tiempo, representa una obligación para mantener su unidad, a pesar de que es un hecho que en su interior existen profundas desconfianzas y desacuerdos.
Parte de las tensiones en el seno de la Concertación obedecen a la ambición de sus dirigentes por conservar el poder, en contra de la realidad que muestra que en Chile siguen existiendo los tradicionales tres tercios.
El modelo bipolar sólo puede subsistir en la medida que exista un partido de Centro fuerte que fuerce a la Izquierda a la moderación para conservar la unidad, pero desde el momento en que la Democracia Cristiana ha ido perdiendo peso electoral los sectores de la Izquierda dentro de la Concertación se han sentido más libres para gobernar de acuerdo a su verdadera doctrina, asumiendo como un hecho la perpetuación de la Concertación en el poder.
Cuando la DC pierde su efectividad, todo el sistema político genera una presión por habilitar un nuevo Centro, y es sólo en ese sentido que se puede entender el surgimiento de grupos como el Movimiento Humanista Cristiano, que agrupó a los DC que prefirieron la opción presidencial de Sebastián Piñera, o más recientemente del Chile Primero que, bajo la conducción del senador Fernando Flores, pretende renovar la forma de hacer política en Chile y dar una salida al ahogo en que se encuentra la Concertación, aunque ello llegue a significar su disolución y el surgimiento de una nueva alianza partidista.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home