LLEVAR LA DELANTERA
En política y en comunicación tener la iniciativa es un capital innegable que puede, incluso, llegar a ser clave al momento de montar operaciones, y el Gobierno había carecido por varias semanas de la iniciativa hasta la semana pasada, cuando se dieron a conocer los proyectos de ley que reforman el sistema binominal y el que establece una nueva Ley General de Educación que reemplazaría la vilipendiada Ley Orgánica.
Presionado por una virtual política de los medios de comunicación de atacar día tras día el Transantiago, no cabe duda que el Gobierno se salvó elegantemente de la andanada de reproches, evitando nuevas encuestas que daban cuenta de la pérdida de respaldo ciudadano y dando tiempo además al nuevo Ministro de Transportes para que encuentre una solución con cierta calma. En apariencia, este cambio coincide con el ingreso al gabinete de José Antonio Viera-Gallo, y ello refuerza las dudas sobre su preponderancia frente a Belisario Velasco.
Pero no es ese el aspecto central de este análisis sino el hecho de que los dos proyectos que permitieron al Gobierno recuperar la iniciativa y dejar a todos hablando de sus propuestas, dejando momentáneamente en el olvido al Transantiago, tendrán un impacto efímero y será necesario reemplazarlos con nuevas propuestas cuando su efecto se diluya.
Hay que ser claros: La reforma al sistema binominal no lo modifica en lo más mínimo, sino que se limita a agregar cupos en la Cámara para los partidos extraparlamentarios, por lo que no se le puede tomar en serio como el cumplimiento de la promesa que la Concertación ha venido haciendo al país desde el 5 de octubre de 1988 por la sencilla razón de que ya no tiene un genuino interés en retomar un sistema electoral proporcional.
En cuanto a la reforma educacional, que vendría a complementar en el plano legislativo la modificación iniciada bajo la Presidencia de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, se trata de una iniciativa con más contenido pero que, por lo mismo, difícilmente se convertirá en ley en un año e incluso -dada su complejidad- es factible que no alcance a terminar su tramitación bajo la actual administración. Por ahora, el debate sobre el lucro en el sistema educacional ha acaparado espacio en la prensa, pero no es un tema que se pueda mantener en los medios por mucho tiempo porque se trata de un asunto que interesa a los expertos y sólo volverá a la palestra cuando se produzcan los distintos momentos de votación en el Congreso.
La Ley General de Educación recuerda además la estrategia seguida por el ex-Presidente Ricardo Lagos de poner sobre la mesa iniciativas incómodas para la oposición, sabiendo que no se van a aprobar en el Parlamento pero permitirán atacar a la oposición por impedir propuestas que se presentan como grandes avances para el país. Sin duda, el ministro Viera-Gallo conoce el esquema, por lo que es factible que una vez agotados estos temas saque nuevas iniciativas. Si emplea la reforma provisional es un signo claro de que el actual Gobierno ha renunciado a su implementación, con lo que se podría dar por cerrada la Era Bachelet en lo que se refiere a la ejecución de su Programa de Gobierno.
Presionado por una virtual política de los medios de comunicación de atacar día tras día el Transantiago, no cabe duda que el Gobierno se salvó elegantemente de la andanada de reproches, evitando nuevas encuestas que daban cuenta de la pérdida de respaldo ciudadano y dando tiempo además al nuevo Ministro de Transportes para que encuentre una solución con cierta calma. En apariencia, este cambio coincide con el ingreso al gabinete de José Antonio Viera-Gallo, y ello refuerza las dudas sobre su preponderancia frente a Belisario Velasco.
Pero no es ese el aspecto central de este análisis sino el hecho de que los dos proyectos que permitieron al Gobierno recuperar la iniciativa y dejar a todos hablando de sus propuestas, dejando momentáneamente en el olvido al Transantiago, tendrán un impacto efímero y será necesario reemplazarlos con nuevas propuestas cuando su efecto se diluya.
Hay que ser claros: La reforma al sistema binominal no lo modifica en lo más mínimo, sino que se limita a agregar cupos en la Cámara para los partidos extraparlamentarios, por lo que no se le puede tomar en serio como el cumplimiento de la promesa que la Concertación ha venido haciendo al país desde el 5 de octubre de 1988 por la sencilla razón de que ya no tiene un genuino interés en retomar un sistema electoral proporcional.
En cuanto a la reforma educacional, que vendría a complementar en el plano legislativo la modificación iniciada bajo la Presidencia de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, se trata de una iniciativa con más contenido pero que, por lo mismo, difícilmente se convertirá en ley en un año e incluso -dada su complejidad- es factible que no alcance a terminar su tramitación bajo la actual administración. Por ahora, el debate sobre el lucro en el sistema educacional ha acaparado espacio en la prensa, pero no es un tema que se pueda mantener en los medios por mucho tiempo porque se trata de un asunto que interesa a los expertos y sólo volverá a la palestra cuando se produzcan los distintos momentos de votación en el Congreso.
La Ley General de Educación recuerda además la estrategia seguida por el ex-Presidente Ricardo Lagos de poner sobre la mesa iniciativas incómodas para la oposición, sabiendo que no se van a aprobar en el Parlamento pero permitirán atacar a la oposición por impedir propuestas que se presentan como grandes avances para el país. Sin duda, el ministro Viera-Gallo conoce el esquema, por lo que es factible que una vez agotados estos temas saque nuevas iniciativas. Si emplea la reforma provisional es un signo claro de que el actual Gobierno ha renunciado a su implementación, con lo que se podría dar por cerrada la Era Bachelet en lo que se refiere a la ejecución de su Programa de Gobierno.
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