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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Tuesday, January 16, 2007

TODOS CONTRA TODOS

Es prácticamente un deporte entre los políticos formar las más inverosímiles alianzas al interior de los partidos o de los pactos cuando una figura comienza a tomar relevancia y amenaza con convertirse en una candidatura presidencial. Esta actitud que entre el público se conoce como chaqueteo, es conocida en los partidos como la fórmula “Todos contra Fulano o Mengano”. Una vez que la amenaza se desvanece o se constata que ya no es posible anular las posibilidades electorales del personaje, dichas alianzas se desvanecen hasta la próxima pretemporada electoral.

Esto es lo que sucede, por ejemplo, en los partidos de la Concertación respecto a Soledad Alvear o José Miguel Insulza, a los que se les deslizan críticas tendientes a menoscabar su prestigio. En la Alianza por Chile, esta actitud es la que explica la rivalidad entre Pablo Longueira y Sebastián Piñera.

No existe esta situación cuando el criticado pertenece al bando adversario, como ha ocurrido con los ataques de la Alianza contra Ricardo Lagos Escobar, porque se entiende que son contrincantes, pero sí se produce cuando los supuestos aliados del atacado no lo defienden.

El problema no es exclusivamente la debilidad de las propias posiciones que queda en evidencia con este tipo de actitudes, ya que si los políticos tuvieran mayor confianza en sus propios méritos no necesitarían estar restándole valor a los eventuales competidores, sino que apunta de modo esencial al hecho de que se genera una pobre imagen del conjunto de la clase política a los ojos de la ciudadanía, que no distingue entre unos y otros sino que obtiene como resumen la conclusión de que los políticos se pasan peleando entre ellos.

De esta forma, cuando se llega al momento en que los ciudadanos tienen que emitir su sufragio no se apoya al mejor, sino al menos malo, y eso se hace con la inevitable sensación de que los partidos no ofrecen al electorado los más capaces sino a los que han sobrevivido a una verdadera guerra de ataques y descalificaciones.

Si se desea elevar el nivel del debate y aportar efectivamente al progreso nacional con proposiciones positivas, concretas y realistas, se requiere un cambio de actitud del conjunto de la clase política, porque de nada sirve declarar buenas intenciones y actuar con los peores propósitos porque la gente se queda con las imágenes y no con los sesudos documentos, que la mayoría de las veces han sido elaborados por asesores del candidato y no por quien pide el respaldo ciudadano para hacerse cargo de los destinos del país.

Esta situación está haciendo crisis en este último período presidencial de la Concertación, ya que la Presidenta Bachelet lleva recién la cuarta parte de su mandato y ya hay por lo menos cuatro nombres para sucederla en el cargo, a pesar de que algunos de ellos afirmen que hay que dejarla gobernar sin presiones.

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