LA DEMOCRACIA EN LOS PARTIDOS
Se ha hecho cierta polémica tras el acuerdo alcanzado en el PPD para evitar la elección, mientras se ven con cierta preocupación algunos acercamientos entre las distintas candidaturas en la DC y el PS y el intento de parte de la UDI de evitar competencia electoral interna. El denominador común es la posibilidad de que no se ejerza la democracia al interior de los partidos y la crítica resulta paradójica si se considera que el rol de los partidos no es ser democráticos sino servir a la democracia como sistema de gobierno.
Los partidos, al igual que la mayor parte de las instituciones incluyendo hasta la Iglesia, no tienen entre sus fines dejar que las decisiones sean tomadas entre todos ni que sea la mayoría la que resuelva, sino que están organizadas en forma vertical y jerarquizada de modo que son quienes están en la cúpula los que deciden, dejando participar a la base en asuntos menores y sólo cuando es necesario para preservar la unidad de la institución.
La misión institucional de los partidos es conquistar y preservar el poder y su doctrina o ideología da el sentido a la gestión gubernamental, pero ambas cosas no están en cuestión ni son sometidas al escrutinio de sus militantes. La responsabilidad de la militancia es apoyar esos esfuerzos y proveer los hombres y mujeres que puedan llegar a ocupar los cargos de elección popular y los puestos de confianza de la autoridad de turno, pero no están llamados a pronunciarse sobre los objetivos principales.
Adicionalmente, la experiencia de los partidos políticos en Chile es aún más vertical y jerarquizada, y esa es una de las razones por las que todos los partidos han ido perdiendo arraigo popular y masa militante, ya que su estructura choca con la realidad de una sociedad en la que cada persona quiere creer y aspira a ser individualmente significativa en los cambios que pueda requerir la comunidad nacional.
Dentro de ese escenario los partidos resulta difícilmente atractivos para la ciudadanía ajena a ellos, ya que la única señal que ha recibido de los partidos es la posibilidad de acceder a un trabajo mientras el partido esté en el poder, tras mucho tiempo de militancia o su equivalente en un compromiso aún más activo al servicio de alguna de las camarillas internas.
De esta forma, reclamar por una aparente falta de democracia en los partidos no sólo es un absurdo sino que es una de esas situaciones en la que las personas critican algo respecto a lo que no están dispuestas a hacer nada.
Los partidos, al igual que la mayor parte de las instituciones incluyendo hasta la Iglesia, no tienen entre sus fines dejar que las decisiones sean tomadas entre todos ni que sea la mayoría la que resuelva, sino que están organizadas en forma vertical y jerarquizada de modo que son quienes están en la cúpula los que deciden, dejando participar a la base en asuntos menores y sólo cuando es necesario para preservar la unidad de la institución.
La misión institucional de los partidos es conquistar y preservar el poder y su doctrina o ideología da el sentido a la gestión gubernamental, pero ambas cosas no están en cuestión ni son sometidas al escrutinio de sus militantes. La responsabilidad de la militancia es apoyar esos esfuerzos y proveer los hombres y mujeres que puedan llegar a ocupar los cargos de elección popular y los puestos de confianza de la autoridad de turno, pero no están llamados a pronunciarse sobre los objetivos principales.
Adicionalmente, la experiencia de los partidos políticos en Chile es aún más vertical y jerarquizada, y esa es una de las razones por las que todos los partidos han ido perdiendo arraigo popular y masa militante, ya que su estructura choca con la realidad de una sociedad en la que cada persona quiere creer y aspira a ser individualmente significativa en los cambios que pueda requerir la comunidad nacional.
Dentro de ese escenario los partidos resulta difícilmente atractivos para la ciudadanía ajena a ellos, ya que la única señal que ha recibido de los partidos es la posibilidad de acceder a un trabajo mientras el partido esté en el poder, tras mucho tiempo de militancia o su equivalente en un compromiso aún más activo al servicio de alguna de las camarillas internas.
De esta forma, reclamar por una aparente falta de democracia en los partidos no sólo es un absurdo sino que es una de esas situaciones en la que las personas critican algo respecto a lo que no están dispuestas a hacer nada.
Labels: Andrés Rojo, democracia, democracia cristiana, partido socialista, política, ppd, Renovación Nacional, sistema político, UDI
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