CLUB DE AMIGOS
La primera concentración del 1º de Mayo convocada por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) ha permitido demostrar que el discurso de los días previos sobre el carácter favorable al empresariado del nuevo Gobierno, y por ende contrario a los trabajadores, no ha servido para movilizar a las organizaciones sindicales en la defensa de sus derechos y el apoyo a las reformas legales que pretende la CUT.
Claramente, esta no es la CUT de antaño que era capaz de convocar a miles y miles de trabajadores y copar varias cuadras de la Alameda. Las versiones sobre la asistencia varían, como siempre, pero ninguna supera las diez mil personas, y con esa cantidad de personas resulta difícil que la que es considerada como la principal central sindical tenga un peso relevante como actor político.
No se puede culpar a la politización de este estado de cosas. La CUT siempre estuvo controlada por comunistas y socialistas. Pero lo que sí tiene incidencia es la escasa visión de los actuales dirigentes de la CUT para incentivar la adhesión de sindicatos y federaciones.
La legislación de la dictadura propició las condiciones para que el movimiento sindical se fuera debilitando, haciendo voluntaria la afiliación de los trabajadores a los sindicatos y el ingreso de los sindicatos a las centrales, además de permitir la existencia de más centrales paralelas, con lo que se logró debilitar la unidad del sindicalismo. Sin embargo, las otras dos centrales existentes (UNT y CAT) cuentan con sindicatos que antes formaban parte de la CUT, por lo que es evidente que en la competencia por captar la adhesión de las organizaciones sindicales la CUT no ha sido eficiente.
Durante los veinte años en que la Concertación tuvo el poder, con la cual, salvo los comunistas, los demás dirigentes de la CUT tenían total identificación, no se modificaron las leyes que afectaban la competitividad de la tradicional central, y eso no es responsabilidad exclusiva de los cuatro gobiernos concertacionistas sino que es una deficiencia de los sindicalistas que no exigieron la democratización de las normas relativas a la organización de los trabajadores. En lugar de eso, las energías de los sindicalistas se han desgastado en disputas internas, divisiones, acusaciones de fraude y la promoción de sus respectivas carreras políticas. El resultado es que, hoy en día, hay un solo parlamentario que proviene con claridad del mundo sindical: El PPD René Alinco.
Es gracias a estas circunstancias que las concentraciones de los 1º de Mayo parecen cada vez más un paseo de un club de amigos que la expresión de las reivindicaciones de los trabajadores del país, y esta indefensión no puede dejar de ser preocupante.
Claramente, esta no es la CUT de antaño que era capaz de convocar a miles y miles de trabajadores y copar varias cuadras de la Alameda. Las versiones sobre la asistencia varían, como siempre, pero ninguna supera las diez mil personas, y con esa cantidad de personas resulta difícil que la que es considerada como la principal central sindical tenga un peso relevante como actor político.
No se puede culpar a la politización de este estado de cosas. La CUT siempre estuvo controlada por comunistas y socialistas. Pero lo que sí tiene incidencia es la escasa visión de los actuales dirigentes de la CUT para incentivar la adhesión de sindicatos y federaciones.
La legislación de la dictadura propició las condiciones para que el movimiento sindical se fuera debilitando, haciendo voluntaria la afiliación de los trabajadores a los sindicatos y el ingreso de los sindicatos a las centrales, además de permitir la existencia de más centrales paralelas, con lo que se logró debilitar la unidad del sindicalismo. Sin embargo, las otras dos centrales existentes (UNT y CAT) cuentan con sindicatos que antes formaban parte de la CUT, por lo que es evidente que en la competencia por captar la adhesión de las organizaciones sindicales la CUT no ha sido eficiente.
Durante los veinte años en que la Concertación tuvo el poder, con la cual, salvo los comunistas, los demás dirigentes de la CUT tenían total identificación, no se modificaron las leyes que afectaban la competitividad de la tradicional central, y eso no es responsabilidad exclusiva de los cuatro gobiernos concertacionistas sino que es una deficiencia de los sindicalistas que no exigieron la democratización de las normas relativas a la organización de los trabajadores. En lugar de eso, las energías de los sindicalistas se han desgastado en disputas internas, divisiones, acusaciones de fraude y la promoción de sus respectivas carreras políticas. El resultado es que, hoy en día, hay un solo parlamentario que proviene con claridad del mundo sindical: El PPD René Alinco.
Es gracias a estas circunstancias que las concentraciones de los 1º de Mayo parecen cada vez más un paseo de un club de amigos que la expresión de las reivindicaciones de los trabajadores del país, y esta indefensión no puede dejar de ser preocupante.
Labels: Andrés Rojo, Arturo Martínez, Chile, política, sindicalismo
0 Comments:
Post a Comment
<< Home