SER PROGRESISTA
Es la última moda, la novedad del año como diría un vendedor callejero promocionando un juguete navideño, pero amenaza con permear la segunda vuelta de la elección presidencial. Se trata de ser progresista, un concepto que a punta de uso y abuso se ha convertido en una expresión vacía, a tal punto que el candidato presidencial de la Derecha se ha declarado como progresista y nadie ha sabido rebatir su argumento de que ser progresista significa "derrotar la delincuencia, la pobreza, el narcotráfico y devolverle a las familias su derecho de vivir sin temor y con dignidad".
Su competidor responde diciendo que "no vamos a aceptar que aquellos que se dicen progresistas, que le quitaron el 10% a los jubilados, vengan a decir que ahora se van a preocupar de los jubilados, que ahora se van a preocupar por los asalariados… Ahora dicen que son progresistas: Lean el programa; quieren terminar con las indemnizaciones por los años de servicio, quieren aumentar la jornada, no tienen ninguna voluntad de que los trabajadores chilenos se puedan organizar. Eso no es ser progresista", planteó, aunque sin explicar qué es ser progresista verdaderamente.
De acuerdo al diccionario de la Real Academia, el progresista es quien sostiene “ideas de avanzada”. ¿Y cuáles serían estas si las dos candidaturas que siguen en carrera no parecen diferenciarse demasiado en sus propuestas económicas, o al menos no han demostrado mayores diferencias cuando tuvieron cada uno de ellos posibilidades de incidir en la marcha del país?
Desde el punto de vista de la lógica, ser progresista significaría hacer avanzar a la Nación a partir de la situación actual. No es mantener lo mismo ni retroceder en las pocas conquistas sociales de los últimos años. Cuando se trata de protección social, nuevamente ambas candidaturas proponen más o menos lo mismo. Desde el punto de vista de las libertades, el progresista es el que se declara liberal; en lo económico, el marxista; y en lo político, el que reúne todas las condiciones anteriores, lo que comprobaría que declararse progresista no pasa de ser un slogan para usar en una campaña electoral.
Hay que recordar que la disputa entre “progresistas” y su opuesto, “que vendrían a ser los “conservadores” data desde la Revolución Francesa, a 220 años de distancia y aunque en este tiempo el progresismo ha tendido a identificarse con la izquierda, las etiquetas han dado varios cambios de sentido. Es cosa de recordar que en los regímenes socialistas, los marxistas eran los conservadores y quienes se oponían los progresistas.
Así las cosas, y dado que la condición de “progresista” se define a partir de la realidad específica de cada país, parece que en Chile quedará como progresista aquel que logre convencer a la mayoría de los votantes, asumiendo que ser “progresista” es lo que demanda la mayor parte del electorado y que, cuando todos se declaran como progresistas, todos dejan de serlo de inmediato.
Su competidor responde diciendo que "no vamos a aceptar que aquellos que se dicen progresistas, que le quitaron el 10% a los jubilados, vengan a decir que ahora se van a preocupar de los jubilados, que ahora se van a preocupar por los asalariados… Ahora dicen que son progresistas: Lean el programa; quieren terminar con las indemnizaciones por los años de servicio, quieren aumentar la jornada, no tienen ninguna voluntad de que los trabajadores chilenos se puedan organizar. Eso no es ser progresista", planteó, aunque sin explicar qué es ser progresista verdaderamente.
De acuerdo al diccionario de la Real Academia, el progresista es quien sostiene “ideas de avanzada”. ¿Y cuáles serían estas si las dos candidaturas que siguen en carrera no parecen diferenciarse demasiado en sus propuestas económicas, o al menos no han demostrado mayores diferencias cuando tuvieron cada uno de ellos posibilidades de incidir en la marcha del país?
Desde el punto de vista de la lógica, ser progresista significaría hacer avanzar a la Nación a partir de la situación actual. No es mantener lo mismo ni retroceder en las pocas conquistas sociales de los últimos años. Cuando se trata de protección social, nuevamente ambas candidaturas proponen más o menos lo mismo. Desde el punto de vista de las libertades, el progresista es el que se declara liberal; en lo económico, el marxista; y en lo político, el que reúne todas las condiciones anteriores, lo que comprobaría que declararse progresista no pasa de ser un slogan para usar en una campaña electoral.
Hay que recordar que la disputa entre “progresistas” y su opuesto, “que vendrían a ser los “conservadores” data desde la Revolución Francesa, a 220 años de distancia y aunque en este tiempo el progresismo ha tendido a identificarse con la izquierda, las etiquetas han dado varios cambios de sentido. Es cosa de recordar que en los regímenes socialistas, los marxistas eran los conservadores y quienes se oponían los progresistas.
Así las cosas, y dado que la condición de “progresista” se define a partir de la realidad específica de cada país, parece que en Chile quedará como progresista aquel que logre convencer a la mayoría de los votantes, asumiendo que ser “progresista” es lo que demanda la mayor parte del electorado y que, cuando todos se declaran como progresistas, todos dejan de serlo de inmediato.
Labels: Andrés Rojo, campañas electorales, eduardo frei, elección presidencial, elecciones, política, Sebastián Piñera
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