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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Tuesday, January 02, 2007

LA SUMA Y LAS PARTES

Con motivo de la expulsión de Jorge Schaulsohn, un personero de la colectividad, sin duda pecando de soberbia, afirmó que Schaulsohn había sido expulsado al mismo tiempo de la Concertación, curiosidad que sólo se podría entender si se aceptara que los pactos políticos están constituidos en forma exclusiva por los partidos y que estos tienen la propiedad de una alianza a la cual adhieren millones de personas que más que multiplican el número de militantes reales de las colectividades.

Esta afirmación, que vale tanto para la Concertación como para la Alianza por Chile o el Juntos podemos, además de cualquier organización social que se basa en la adhesión de la gente como pueden ser los clubes deportivos, revela al mismo tiempo uno de los errores básicos que se han cometido en la política nacional en los últimos años: Suponer que las personas que una vez respaldaron una determinada candidatura están obligados a seguir votando en forma indefinida por los nombres que propongan los partidos correspondientes. Si ello fuera así, no serían necesarias las campañas para captar la voluntad de los indecisos, y además sería un insulto para la inteligencia de la gente que sí se da cuenta de que los políticos cometen errores y pueden llegar a perder la confianza ciudadana, mientras otros puedan llegar a ganar el reconocimiento de los votantes.

Todo tipo de pacto político está constituido por los partidos, una cierta cantidad de organizaciones no partidistas que prestan su colaboración, otras organizaciones que no cooperan pero al momento del sufragio sí dan su respaldo y, por último, los votantes. Este listado está ordenado en términos de la fidelidad de la adhesión, por lo que los votantes son los más susceptibles de cambiar su voto en cualquier momento si les viene en gana, y deben ser la principal preocupación por hacer las cosas bien, responder a sus expectativas y, especialmente, darles el respeto que se merecen.

Nadie puede, por lo tanto, ser expulsado de la adhesión a una determinada corriente política, del mismo modo que nadie está obligado de por vida a mantener su adhesión a una posición política ni, incluso, a adherir a una de las que están disponibles en el mercado electoral.

Por ello, ningún dirigente -por brillante que se crea- puede considerarse dueño de la voluntad de los votantes porque estos actúan como los consumidores de refrescos y pueden llegar a decidir un cambio en sus hábitos de consumo por razones aparentemente tan irracionales como la soberbia mostrada por su proveedor habitual, especialmente cuando parecen diluirse las supuestas diferencias entre los partidos políticos y cuando las razones éticas y democráticas que justificaron a la Concertación en su momento han sido superadas por la consolidación institucional del país.

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