¿FELIZ CUMPLEAÑOS SANTIAGO?
Reiterando eso de que Santiago es Chile, algunos medios de comunicación destacaron el aniversario 470º de la fundación de nuestra capital como si se tratara de un hecho noticioso relevante, cuando en realidad es casi un relleno ante la escasez de noticias propias del período vacacional y la escasa disposición a tratar otros asuntos como las crecientes disputas entre los partidos de Gobierno, la incapacidad del Ejecutivo para zanjar la polémica causada por los dichos de la intendenta del Bío-Bío y un tema que sí debería estar crecientemente presente en los próximos días, cuando el primer aniversario del terremoto haga obligatorio analizar el estado de avance en las obras de reconstrucción.
Sin embargo, este repentino afán de recordar la fundación de Santiago vino acompañado, en el caso de El Mercurio, de un curioso estudio de opinión pública que pone en cuestión la habitabilidad y humanidad de la ciudad, en especial tras otras noticias provenientes del exterior que resaltan el carácter cosmopolita de la ciudad y sus atractivos turísticos que tanto les gusta leer a quienes prefieren ser cola de león que cabeza de ratón.
La desigualdad entre Santiago y las regiones se explica claramente en el estudio de El Mercurio y confirma con cifras lo que la gente de regiones y hasta los santiaguinos saben perfectamente, sin necesidad de ninguna encuesta.
En regiones, los adjetivos elegidos por los encuestados para definir a Santiago son “contaminada” y “ruidosa”, lo que es compartido por los propios habitantes de la capital, aunque desde regiones hay mayor incidencia que en el propio Santiago sobre su condición de ciudad “caótica” y “peligrosa”, a la vez que se considera a los habitantes de la capital como poco “amistosos”, “acogedores” y “cultos”, aunque menos “trabajólicos” y “desconfiados” de lo que los propios se consideran.
Dentro de lo malo de la principal ciudad, las personas de regiones se inclinan por la contaminación y la delincuencia, en tanto que los capitalinos prefieren mencionar la inseguridad.
En lo bueno, desde las regiones se mencionan la variedad de servicios, de espectáculos y actividades culturales y el aeropuerto, en tanto que los santiaguinos valoran las universidades y el Metro que de otras cosas. El Mercurio considera “llamativo” que los capitalinos destaquen mucho más las autopistas urbanas que los chilenos de regiones, lo cual se explica por el hecho que para los santiaguinos estas forman parte de su paisaje habitual.
Sin embargo, todas las opiniones quedan resumidas en el hecho de que poco más de la mitad de los chilenos de provincias (54,3 %) opina que en Santiago la calidad de vida es peor. El 44,2% de los santiaguinos cree que fuera de la capital se vive mejor.
En síntesis, la concentración de gente en la capital no corresponde a las expectativas de las personas sino que a una obligación impuesta por las oportunidades laborales y de progreso material, por lo que es dable suponer que, con los estímulos adecuados, la población nacional podría distribuirse en forma más homogénea en todo el territorio nacional, lo cual ayudaría a disminuir una serie de inconvenientes generados por la excesiva concentración de las personas tanto en Santiago como en las demás ciudades de mayor tamaño y a que el aniversario de cualquier otra ciudad también pueda ser noticia.
Sin embargo, este repentino afán de recordar la fundación de Santiago vino acompañado, en el caso de El Mercurio, de un curioso estudio de opinión pública que pone en cuestión la habitabilidad y humanidad de la ciudad, en especial tras otras noticias provenientes del exterior que resaltan el carácter cosmopolita de la ciudad y sus atractivos turísticos que tanto les gusta leer a quienes prefieren ser cola de león que cabeza de ratón.
La desigualdad entre Santiago y las regiones se explica claramente en el estudio de El Mercurio y confirma con cifras lo que la gente de regiones y hasta los santiaguinos saben perfectamente, sin necesidad de ninguna encuesta.
En regiones, los adjetivos elegidos por los encuestados para definir a Santiago son “contaminada” y “ruidosa”, lo que es compartido por los propios habitantes de la capital, aunque desde regiones hay mayor incidencia que en el propio Santiago sobre su condición de ciudad “caótica” y “peligrosa”, a la vez que se considera a los habitantes de la capital como poco “amistosos”, “acogedores” y “cultos”, aunque menos “trabajólicos” y “desconfiados” de lo que los propios se consideran.
Dentro de lo malo de la principal ciudad, las personas de regiones se inclinan por la contaminación y la delincuencia, en tanto que los capitalinos prefieren mencionar la inseguridad.
En lo bueno, desde las regiones se mencionan la variedad de servicios, de espectáculos y actividades culturales y el aeropuerto, en tanto que los santiaguinos valoran las universidades y el Metro que de otras cosas. El Mercurio considera “llamativo” que los capitalinos destaquen mucho más las autopistas urbanas que los chilenos de regiones, lo cual se explica por el hecho que para los santiaguinos estas forman parte de su paisaje habitual.
Sin embargo, todas las opiniones quedan resumidas en el hecho de que poco más de la mitad de los chilenos de provincias (54,3 %) opina que en Santiago la calidad de vida es peor. El 44,2% de los santiaguinos cree que fuera de la capital se vive mejor.
En síntesis, la concentración de gente en la capital no corresponde a las expectativas de las personas sino que a una obligación impuesta por las oportunidades laborales y de progreso material, por lo que es dable suponer que, con los estímulos adecuados, la población nacional podría distribuirse en forma más homogénea en todo el territorio nacional, lo cual ayudaría a disminuir una serie de inconvenientes generados por la excesiva concentración de las personas tanto en Santiago como en las demás ciudades de mayor tamaño y a que el aniversario de cualquier otra ciudad también pueda ser noticia.
Labels: Andrés Rojo, Chile, política, regionalización, Santiago
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