EL OTRO LADO DE LA GLOBALIZACIÓN
Cuando se habla de globalización se tiende a pensar en tratados comerciales, la rápida mudanza de capitales, el predominio del modelo económico del capitalismo a escala planetaria y la eliminación de las fronteras nacionales, pero los hechos de estas dos últimas semanas en Oriente Medio han demostrado que, así como ya se habla de una nueva forma de democracia, se debería hablar también de una nueva forma de globalización, y todo gracias a lo que parecía que sería una tecnología inofensiva y políticamente neutra, como son Twitter y Facebook, entre otras herramientas.
Las nuevas tecnologías, como se las suele agrupar sin mayores distingos, tienen dos peculiaridades: Permiten que los ciudadanos tengan voz, compartan opiniones y construyan acuerdos que facilitan la expresión de nuevas mayorías, aunque sean circunstanciales; y tienen la capacidad de reemplazar los tradicionales medios de comunicaciones y las formas de realizar la política que parecen cada vez más obsoletas.
Evidentemente, el hecho de que las movilizaciones en Túnez hayan contagiado a los egipcios y estén produciendo temor en otras naciones cercanas y lejanas, como China que mantiene censuradas todas las informaciones de lo que ocurre en Egipto, se explica en parte por determinadas condiciones sociales que servían como sustento a los levantamientos populares. Pero estas revueltas pudieron haberse producido antes y no lo hicieron hasta que la masificación de las comunicaciones controladas por las personas hizo posible vencer la barrera de la censura y el control de los medios de prensa por parte de los gobiernos.
Frente a estos fenómenos comunicacionales con una fuerte incidencia en la política, los gobiernos, los partidos y dirigentes políticos no han sabido reaccionar de manera acorde a las características del nuevo escenario. Cuando no logran una comunicación directa con la gente, en lugar de simplemente exponer un nombre en la red para crear la ilusión de que se tiene interés en conocer las opiniones ciudadanas, se opta por lo más simple que es la censura y la interrupción de los servicios de Internet para evitar el diálogo entre las personas, que normalmente evita a las autoridades que no han logrado empatizar con sus gobernados.
No se comprende que las nuevas tecnologías están forzando el reemplazo de la democracia representativa por la democracia directa ni mucho menos que la globalización no sólo actúa en el campo de la economía sino que también lo hace en el campo de las comunicaciones y la transmisión de ideas. A comienzos del siglo XIX llegaron a Latinoamérica las ideas de los revolucionarios franceses, con un efecto retardado de casi veinte años. Ahora, las ideas se transmiten de modo automático y la política tiene que, más que convivir con ese hecho, aprender a liderar a las sociedades con estas nuevas reglas.
Las nuevas tecnologías, como se las suele agrupar sin mayores distingos, tienen dos peculiaridades: Permiten que los ciudadanos tengan voz, compartan opiniones y construyan acuerdos que facilitan la expresión de nuevas mayorías, aunque sean circunstanciales; y tienen la capacidad de reemplazar los tradicionales medios de comunicaciones y las formas de realizar la política que parecen cada vez más obsoletas.
Evidentemente, el hecho de que las movilizaciones en Túnez hayan contagiado a los egipcios y estén produciendo temor en otras naciones cercanas y lejanas, como China que mantiene censuradas todas las informaciones de lo que ocurre en Egipto, se explica en parte por determinadas condiciones sociales que servían como sustento a los levantamientos populares. Pero estas revueltas pudieron haberse producido antes y no lo hicieron hasta que la masificación de las comunicaciones controladas por las personas hizo posible vencer la barrera de la censura y el control de los medios de prensa por parte de los gobiernos.
Frente a estos fenómenos comunicacionales con una fuerte incidencia en la política, los gobiernos, los partidos y dirigentes políticos no han sabido reaccionar de manera acorde a las características del nuevo escenario. Cuando no logran una comunicación directa con la gente, en lugar de simplemente exponer un nombre en la red para crear la ilusión de que se tiene interés en conocer las opiniones ciudadanas, se opta por lo más simple que es la censura y la interrupción de los servicios de Internet para evitar el diálogo entre las personas, que normalmente evita a las autoridades que no han logrado empatizar con sus gobernados.
No se comprende que las nuevas tecnologías están forzando el reemplazo de la democracia representativa por la democracia directa ni mucho menos que la globalización no sólo actúa en el campo de la economía sino que también lo hace en el campo de las comunicaciones y la transmisión de ideas. A comienzos del siglo XIX llegaron a Latinoamérica las ideas de los revolucionarios franceses, con un efecto retardado de casi veinte años. Ahora, las ideas se transmiten de modo automático y la política tiene que, más que convivir con ese hecho, aprender a liderar a las sociedades con estas nuevas reglas.
Labels: Andrés Rojo, democracia, Internet, medios de comunicación, política, sistema político
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