LA ENÉSIMA CRISIS DE LA CONCERTACIÓN O LA MUERTA QUE SE NIEGA A MORIR
Desde la expulsión y la renuncia voluntaria de los primeros díscolos de la Concertación en el segundo semestre del 2007 (Álvaro Escobar, Fernando Flores, Esteban Valenzuela, Adolfo Zaldívar, entre otros), se ha venido anunciando la inminente ruptura de la Concertación y a casi cuatro años de esos primeros episodios, los radicales vuelven a hacer el mismo anuncio y ponen de nuevo la palabra crisis terminal en los titulares de prensa.
Sin embargo, la Concertación lleva cerca de un cuarto de siglo subsistiendo y es difícil suponer que resuelva disolverse por su propia voluntad, a pesar de que las cifras de sus resultados electorales permiten afirmar de manera objetiva que lleva bastante tiempo en un proceso de declive y que este ya se ha consolidado como un camino sin marcha atrás.
Como el muerto que se niega a aceptar su deceso, la Concertación insiste en negar lo evidente y para ello se basa en datos que también son objetivos. Sus políticas sociales que han sido tan exitosas que hasta el actual Gobierno de Derecha no las ha modificado de modo substancial o que ningún Gobierno que logró acumular veinte años ejerciendo el poder y pierde frente a sus rivales históricos logra mantener una cuota tan alta de representación en el Parlamento.
Eso es cierto, como es cierto también que fue la Concertación la que consolidó un modelo económico que no requiere mayores cambios cuando el Estado pasa a estar bajo el control de la Derecha y que si la Concertación mantiene una alta representación parlamentaria es por el sistema electoral binominal que la misma Concertación no tuvo la voluntad de modificar, a pesar de la perorata mantenida por veinte años respecto a que el sistema beneficiaba a la oposición de entonces, que era injusto y antidemocrático, y resulta ahora que es la Concertación la que se ve favorecida.
Tampoco se toma en cuenta que fue la Concertación la protagonista de un proceso histórico, político y sociológico en el que la actividad partidista pasó de tener un alto status a una condición de mínima valoración pública y en que la honorabilidad del político fue reemplazada por la sospecha de corrupción.
Es la misma Concertación respecto de la cual el pinochetismo de entonces aseguraba que no serían capaces de mantenerse unidos por las diferencias doctrinarias entre ellos y que entregaron cuatro administraciones sucesivas que, pese a las quejas y su situación actual, merecieron el respaldo mayoritario de los chilenos. El único asunto es resolver cómo lo hará para espantar, una vez más, el espectro de la muerte.
Sin embargo, la Concertación lleva cerca de un cuarto de siglo subsistiendo y es difícil suponer que resuelva disolverse por su propia voluntad, a pesar de que las cifras de sus resultados electorales permiten afirmar de manera objetiva que lleva bastante tiempo en un proceso de declive y que este ya se ha consolidado como un camino sin marcha atrás.
Como el muerto que se niega a aceptar su deceso, la Concertación insiste en negar lo evidente y para ello se basa en datos que también son objetivos. Sus políticas sociales que han sido tan exitosas que hasta el actual Gobierno de Derecha no las ha modificado de modo substancial o que ningún Gobierno que logró acumular veinte años ejerciendo el poder y pierde frente a sus rivales históricos logra mantener una cuota tan alta de representación en el Parlamento.
Eso es cierto, como es cierto también que fue la Concertación la que consolidó un modelo económico que no requiere mayores cambios cuando el Estado pasa a estar bajo el control de la Derecha y que si la Concertación mantiene una alta representación parlamentaria es por el sistema electoral binominal que la misma Concertación no tuvo la voluntad de modificar, a pesar de la perorata mantenida por veinte años respecto a que el sistema beneficiaba a la oposición de entonces, que era injusto y antidemocrático, y resulta ahora que es la Concertación la que se ve favorecida.
Tampoco se toma en cuenta que fue la Concertación la protagonista de un proceso histórico, político y sociológico en el que la actividad partidista pasó de tener un alto status a una condición de mínima valoración pública y en que la honorabilidad del político fue reemplazada por la sospecha de corrupción.
Es la misma Concertación respecto de la cual el pinochetismo de entonces aseguraba que no serían capaces de mantenerse unidos por las diferencias doctrinarias entre ellos y que entregaron cuatro administraciones sucesivas que, pese a las quejas y su situación actual, merecieron el respaldo mayoritario de los chilenos. El único asunto es resolver cómo lo hará para espantar, una vez más, el espectro de la muerte.
Labels: Andrés Rojo, Concertación, política, sistema político
posted by Andrés Rojo | 6:01 AM
1 Comments:
El Modelo Neoliberal en Chile, responde a la doctrina de Libre Mercado desarrollada por Milton Friedman en la Universidad de Chicago y se fundamenta en la “mano invisible”, la que hace milagros y la concertación ha creído en ella.
Adam Smith, decía que la combinación del interés personal, la propiedad y la competencia entre vendedores en el mercado llevaría a los productores a lograr un objetivo que no buscaban: el bien estar de la sociedad, gracias a la mano invisible.
En nuestro sistema capitalista, el Estado debe privatizar todas aquellas empresas públicas, aún cuando éstas sean rentables y para que no lo sean las acondicionan poniendo serias trabas para desarrollarse, con tal de poderlas vender o regalar a los privados dichas empresas y así apreciar los efectos de aquella mano invisible.
Bien invisible aquella mano, ya que no se notan las ganancias con el traspasando las AFP y obligando a cotizar en ellas, solo algunos se mantuvieron en el sistema anterior, los nuevos no fueron recibidos, así la terminaron de liquidar el sistema antiguo.
Vendieron una gran parte de la Salud y en el año 80 y 81 se quito la educación pública a cargo del Ministerio de Educación y se traspaso a las municipalidades con los resultados por todos conocidos y la concertación luego del regreso a la democracia, nunca mostró su proyecto de educación pública, traicionó a la revolución de los pingüinos.
Ponen a la venta las aguas potables y los derechos de aguas de los afluentes, del mismo modo venden los recursos naturales mineros y forestales, la energía eléctrica garantizando la plena libertad comercial por un periodo que lleva más de 40 años, en todo este tiempo, los que decían defender de alguna manera los intereses de la ciudadanía concurren con sus votos a la privatización y a su autorepresentación.
Esta experiencia la hemos vivido ampliamente en nuestro amado país y a su vez hemos comprobado que la brecha entre ricos y pobres aumenta, con una tremenda iniquidad en la distribución de la riqueza.
La estructura económica así establecida, ha implicado que Chile sea uno de los pocos países en el mundo, donde el derecho a la educación se expresa en unidades monetarias. Esperamos que Diputados y Senadores, especialmente los mayores, recuerden que estudiaron gratis, aun cuando el país era más pobre y colaboren en implementar una Educación Pública, que sea de calidad, que sea inclusiva, pluralista, equitativa, gratuita, que sea más igualitaria y más solidaria y asuman que es el deber del Estado de asegurar aquello, tal como ha sido históricamente declarado en las diversas Constituciones Políticas del país.
Aquella tradición de principios y valores, ha sustentado el progreso cultural de Chile y la gran mayoría de la población desea que deba seguir sustentándolo, pero con esta estructura económica política, tendremos que continuar esperando, ya que lo concertación es su socio mayoritario en la usurpación de la voluntad ciudadana. Este socio está en crisis de identidad, que se profundiza con el acuerdo para aprobar esta llamada reforma a la educación, veremos que resuelve la concertación y que bloque podría generarse o bien una vez más se acomodarán.
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