SANTIAGO SANTIAGO O MAGALLANES MAGALLANES

La historia nos enseña que las últimas palabras de Bernardo O’Higgins antes de morir fueron “Magallanes Magallanes”, reflejando su preocupación por incorporar efectivamente al territorio nacional a la zona austral, pero la historia nos enseña también que, después de él, prácticamente todos los gobiernos se han guiado por el lema “Santiago Santiago”.

Sin duda, es en Santiago donde se toman las decisiones políticas que determinan el destino del país. Lo último es un cambio de gabinete en el que parece predominar la impresión de que los partidos han logrado convencer al Presidente de la República que no puede gobernar sin ellos y que la idea del gabinete de técnicos no funcionó simplemente. Lo mismo le ocurrió a la ex-Presidenta Bachelet después de su intento de establecer un gobierno paritario entre hombres y mujeres que, salvo un caso, eran rostros nuevos y ante cuyo fracaso debió volver a aceptar la preeminencia de los partidos.

En el caso del Presidente Piñera se conjuga además la pretensión de los partidos por sacar brillo a sus posibles cartas presidenciales y opacar, al mismo tiempo, a otros candidatos. Andrés Allamand se juega su oportunidad de desplazar a Rodrigo Hinzpeter, ahijado de Piñera pero no de Renovación Nacional, en tanto que Evelyn Matthei busca sacar de la carrera a Laurence Golbourne, muy bien evaluado pero ajeno a la cúpula de la UDI. Los dos desafiados no pueden eludir el reto y tienen que adaptar su trabajo con vistas a la elección del próximo Presidente de la República, lo que en el caso del prestigiado ministro de Minería implica resolver el desafío energético y la rebelión levantada en la lejana Magallanes.

Pero no todo sucede en Santiago. A 3.141 kilómetros de distancia hacia el sur se está poniendo en evidencia que esta obcecación por negar lo que ocurre fuera de la capital está haciendo crisis. No es algo nuevo, todos los gobiernos han funcionado centralizadamente pero ninguno había provocado de modo directo hasta ahora a la comunidad de toda una región con una absoluta falta de tino político. La decisión de modificar el impuesto al gas para la región de Magallanes, si bien técnicamente podría ser fundada, ha carecido de toda prudencia política y ha llevado a una suerte de rebelión de una región entera, no por el gas, sino por el distanciamiento con que ha sido tradicionalmente tratada por el poder central.

En cada región del país existen situaciones que pueden generar quejas contra Santiago y en cada zona existen también oportunidades de desarrollo que no se impulsan con decisión por una falta de compromiso político con las regiones. Esa es la razón de fondo que, si no es atendida en forma global con el resto de las regiones, buscará más tarde una nueva excusa para expresarse, poniendo en riesgo la unidad territorial de un país en el que sus autoridades parecen solo mirar a la capital.