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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Thursday, October 11, 2007

CALLEJÓN SIN SALIDA

El Partido Demócrata Cristiano realizará este fin de semana su Quinto Congreso Ideológico, con el fin de adaptar su pensamiento a las realidades y necesidades actuales. Es un propósito loable, sin duda, en especial cuando se trata de partidos políticos que deben asumir la representación de la ciudadanía, pero subyace de todos modos la impresión de que esta actualización tiene como fin asegurar las posibilidades presidenciales de la DC.

Los partidos tienen que representar a la gente, pero las colectividades con una fuerte raigambre doctrinaria, como es la DC, tienen ya una visión de la sociedad y tienen que contar con el poder para implementarla.

Desde ese punto de vista, es necesario preguntarse si la Democracia Cristiana aún está a tiempo para competir eficazmente con el poder o si, tras tantos años de hacer una política en la medida de lo posible, ya los imposibles están fuera de su alcance. A propósito de la detención de los Pinochet, Patricio Aylwin reconoció que, aparentemente, los límites de lo posible eran más amplios de lo que se pensó.

Pero la DC enfrenta también otro problema al no darse cuenta de cuáles son sus reales amenazas. En un sistema electoral binominal, se tiende a un esquema partidista bipolar en donde sobra el centro. Los partidos moderados sólo sirven para formar alianzas que inclinen la mayoría de votos para un bloque o el otro, pero no conducen el Gobierno y tanto el bloque PS-PPD-PRSD como la Alianza han mostrado con hechos y sin disimulo su interés en hacerse de los votos que tradicionalmente han sido para los candidatos DC.

Ahora la DC va a actualizar su pensamiento y, dentro de lo que se ha sabido, dos son las principales novedades: Por un lado, la disposición a reconocer todo tipo de familias como igualmente válidas; y por el otro, introducir modificaciones a la Constitución para aminorar el excesivo presidencialismo dispuesto por el régimen militar.

En cuanto a lo primero, sólo basta con recordar que la DC se demoró una década en dar su visto bueno, y a regañadientes, a una ley de divorcio. Cuando más de la mitad de los hogares chilenos no son ya constituidos por dos padres, idealmente casados por un algún rito religioso, con sus respectivos hijos, resulta un poco tardío este cambio. Los partidos tienen que dirigir a la sociedad, no ir a su zaga.

Respecto a los cambios constitucionales, van desde la creación de un parlamento unicameral hasta la redacción de una nueva Constitución, pero es poco probable que se logre algo cuando la DC ya no tiene la mayoría en la Concertación y cuando su real y única necesidad para volver algún día al Gobierno es modificar el sistema electoral binominal. Es cierto que la DC es el partido más votado, pero es menos que la suma del bloque PS-PPD-PRSD y su subsistencia depende de la buena voluntad de sus aliados, cuando han pasado quince años del momento en el que se debieron prever los problemas que hoy enfrenta.

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