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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Sunday, July 15, 2012

El rito anual

A quienes creen que cada vez que se discute el reajuste del salario mínimo en Chile existe la posibilidad de que la propuesta del Ejecutivo se pueda modificar, hay que decirles que viven en la más completa de las inocencias.


En los hechos, la tramitación de este proyecto, al igual que el reajuste de las remuneraciones del sector público y cualquier iniciativa que signifique un gasto para el Fisco depende casi exclusivamente de la voluntad del Gobierno y todas las declaraciones, amenazas, chantajes y promesas son solamente parte de un ritual que se repite todos los años, desde 1990, con un libreto con pocas variaciones.

En esta representación, senadores y diputados se quejan de lo exiguo de los reajustes, los gremios afectados se quejan de la poca consideración de las autoridades con sus necesidades y los representantes del Gobierno se quejan de la poca comprensión de parlamentarios y ciudadanía, y aseguran que toman sus decisiones en base al bien común y la responsabilidad con que se debe conducir la economía.

Desde la Constitución de 1980, el Congreso Nacional sólo puede aceptar, rechazar o reducir los gastos propuestos por el Gobierno, pero no aumentarlos, como tampoco puede proponer proyectos de ley que signifiquen un gasto adicional, aunque sea por un solo peso.

Así las cosas, cuando se presenta el proyecto del salario mínimo, siempre hay una primera negociación en la que el Ministro de Hacienda demuestra su sensibilidad social y su magnánima comprensión, y otorga un par de miles de pesos. Después de esa fase no se hace ninguna concesión más y se pasa a la etapa en la que el Ejecutivo preconiza a los cuatro vientos que los parlamentarios serán los responsables si no hay ningún reajuste porque si se rechaza el proyecto sigue vigente el valor del salario mínimo del año anterior y el asunto no se puede volver a tratar hasta que pase un año, gracias a la Constitución de 1980.

En ese punto, los parlamentarios terminan cediendo al proyecto del Gobierno y aseguran que nunca más volverán a someterse a la voluntad del Ejecutivo, hasta el año siguiente.

Esos son los hechos concretos y lo demás es parte del ritual que se repite año a año: Senadores y diputados se quejan de lo exiguo de los reajustes, los gremios afectados se quejan de la poca consideración de las autoridades con sus necesidades y los representantes del Gobierno se quejan de la poca comprensión de parlamentarios y ciudadanía, y aseguran que toman sus decisiones en base al bien común y la responsabilidad con que se debe conducir la economía.

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