LOS LÍMITES DE LA DEMOCRACIA
Lo sucedido con la elección de la nueva directiva de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional no es gravitante para la vida del país pero sí es el mejor ejemplo del estado actual de nuestra democracia, ya que la inmensa mayoría de la gente quería la continuidad de la mesa presidida por Harold Mayne-Nicholls pero, sin embargo, por ser un voto restringido, triunfó el candidato de la oposición Jorge Segovia.
Es importante anotar que esta situación, perfectamente legal, ha chocado con la opinión de quienes respaldaban a Mayne-Nicholls y Bielsa por el hecho de fondo, que no es otro que el sistema de elección no considera al público y nadie se había quejado de eso hasta ahora. La ANFP, como tantas otras instituciones que conviven dentro de una sociedad democrática, no es intrínsecamente democrática, o por lo menos desde el punto de vista predominante de lo que se entiende como democrático.
Tampoco son democráticos las fuerzas armadas, los bancos, la Iglesia o los bomberos. La justificación en la mayoría de estos casos es que estas instituciones se hacen cargo de funciones específicas en que no se puede estar opinando permanentemente, ya sea por razones de eficiencia o filosóficas. No aceptar ello implica bordear el populismo, pero también renunciar a democratizar todo lo posible es una actitud timorata. En el caso del fútbol es perfectamente factible permitir que una mayor cantidad de personas participe. No toda, porque no se puede permitir que un Presidente de la ANFP tenga más respaldo que el Presidente de la República, pero sí podrían votar los socios de los clubes deportivos con un mecanismo de proporcionalidad y, a lo menos, que el voto de los clubes de primera división tenga el mismo peso que los de la segunda.
Desde el punto de vista de las autoridades, nuevamente queda en evidencia la validez del refrán que señala que la mujer del César no sólo debe ser pura sino que además debe parecerlo. El hecho de que las acciones del Presidente en Colo-Colo hayan sido compradas por un pariente político no resuelve la sospecha, aunque solucione el tema desde un aspecto formal. Que el Presidente electo de la ANFP declare que no tiene validez la opinión de la gente es un acto de desprecio inaceptable que creará más problemas a futuro. Cuando se decide amenazar con querellas a los que han acusado la supuesta intervención de la autoridad en las elecciones del fútbol ocurre lo mismo, al dar una excusa perfecta a los detractores a seguir adelante con una polémica que daña la credibilidad de quienes debieran no sólo ser intachables sino que además debieran parecerlo, y esto es respaldado incluso por dirigentes del propio oficialismo.
Por otro lado, llama la atención la virulencia de los partidarios de las partes en debate y el hecho de que, en foros virtuales, se haya llegado incluso a rechazar el derecho de Segovia a ser electo por ser un ciudadano español. Eso es una muestra de chauvinismo que tampoco ayuda a la democracia.
Tampoco es democrática la reacción de algunos a la intervención realizada por Marcelo Bielsa. No es democrático negar a un empleado el derecho a expresar sus puntos de vista ni a renunciar cuando el cambio de su empleador representa un hecho sustantivo desde el punto de vista de las condiciones iniciales de su contrato.
Sobre la figura de Bielsa, el ejercicio de la democracia requiere también apreciar las cualidades de las personas en su real valor. Si bien es innegable el cambio logrado por el DT en el juego de la selección nacional y la campaña preclasificatoria al Mundial de Sudáfrica fue impecable, en estricto rigor el resultado concreto en África fue el mismo que se logró en Francia ’98 con Nelson Acosta, que rápidamente pasó de héroe a villano.
Por último, lo importante es comprender que la presión ciudadana es la única fuerza capaz de desplazar los límites de la democracia. Sólo la gente podrá lograr que este tipo de situaciones no se repita, siempre y cuando no permita ser utilizada por quienes sólo persiguen una pequeña victoria política momentánea y no los cambios que requiere una sociedad que cada vez más está tomándole el gusto a tener una opinión y demandar respuesta a sus exigencias.
El capítulo de la elección de la ANFP tiene una relevancia política mínima, pero sí es perfecto para ilustrar el grado de desarrollo de nuestra sociedad, en el que claramente la gente parece estar más avanzada que las instituciones y sus autoridades.
Es importante anotar que esta situación, perfectamente legal, ha chocado con la opinión de quienes respaldaban a Mayne-Nicholls y Bielsa por el hecho de fondo, que no es otro que el sistema de elección no considera al público y nadie se había quejado de eso hasta ahora. La ANFP, como tantas otras instituciones que conviven dentro de una sociedad democrática, no es intrínsecamente democrática, o por lo menos desde el punto de vista predominante de lo que se entiende como democrático.
Tampoco son democráticos las fuerzas armadas, los bancos, la Iglesia o los bomberos. La justificación en la mayoría de estos casos es que estas instituciones se hacen cargo de funciones específicas en que no se puede estar opinando permanentemente, ya sea por razones de eficiencia o filosóficas. No aceptar ello implica bordear el populismo, pero también renunciar a democratizar todo lo posible es una actitud timorata. En el caso del fútbol es perfectamente factible permitir que una mayor cantidad de personas participe. No toda, porque no se puede permitir que un Presidente de la ANFP tenga más respaldo que el Presidente de la República, pero sí podrían votar los socios de los clubes deportivos con un mecanismo de proporcionalidad y, a lo menos, que el voto de los clubes de primera división tenga el mismo peso que los de la segunda.
Desde el punto de vista de las autoridades, nuevamente queda en evidencia la validez del refrán que señala que la mujer del César no sólo debe ser pura sino que además debe parecerlo. El hecho de que las acciones del Presidente en Colo-Colo hayan sido compradas por un pariente político no resuelve la sospecha, aunque solucione el tema desde un aspecto formal. Que el Presidente electo de la ANFP declare que no tiene validez la opinión de la gente es un acto de desprecio inaceptable que creará más problemas a futuro. Cuando se decide amenazar con querellas a los que han acusado la supuesta intervención de la autoridad en las elecciones del fútbol ocurre lo mismo, al dar una excusa perfecta a los detractores a seguir adelante con una polémica que daña la credibilidad de quienes debieran no sólo ser intachables sino que además debieran parecerlo, y esto es respaldado incluso por dirigentes del propio oficialismo.
Por otro lado, llama la atención la virulencia de los partidarios de las partes en debate y el hecho de que, en foros virtuales, se haya llegado incluso a rechazar el derecho de Segovia a ser electo por ser un ciudadano español. Eso es una muestra de chauvinismo que tampoco ayuda a la democracia.
Tampoco es democrática la reacción de algunos a la intervención realizada por Marcelo Bielsa. No es democrático negar a un empleado el derecho a expresar sus puntos de vista ni a renunciar cuando el cambio de su empleador representa un hecho sustantivo desde el punto de vista de las condiciones iniciales de su contrato.
Sobre la figura de Bielsa, el ejercicio de la democracia requiere también apreciar las cualidades de las personas en su real valor. Si bien es innegable el cambio logrado por el DT en el juego de la selección nacional y la campaña preclasificatoria al Mundial de Sudáfrica fue impecable, en estricto rigor el resultado concreto en África fue el mismo que se logró en Francia ’98 con Nelson Acosta, que rápidamente pasó de héroe a villano.
Por último, lo importante es comprender que la presión ciudadana es la única fuerza capaz de desplazar los límites de la democracia. Sólo la gente podrá lograr que este tipo de situaciones no se repita, siempre y cuando no permita ser utilizada por quienes sólo persiguen una pequeña victoria política momentánea y no los cambios que requiere una sociedad que cada vez más está tomándole el gusto a tener una opinión y demandar respuesta a sus exigencias.
El capítulo de la elección de la ANFP tiene una relevancia política mínima, pero sí es perfecto para ilustrar el grado de desarrollo de nuestra sociedad, en el que claramente la gente parece estar más avanzada que las instituciones y sus autoridades.
Labels: Andrés Rojo, ANFP, Harold Mayne-Nicholls, Jorge Segovia, Marcelo Bielsa, política
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