Temor a la gente
Es curioso que los dirigentes políticos, que son los primeros voluntarios para trabajar en conjunto con las personas, que dicen querer representarlos y sacrificarse por su servicio, sean también los que muestran mayores señales de desconfiar de la opinión de la gente a la hora de tomar decisiones.
En estos días, tras una encuesta CEP que no traía mayores novedades en cuando a las intenciones de voto, tanto en la Alianza como en la Concertación comenzaron a aparecer voces insinuando que sería mejor no realizar elecciones primarias para definir los candidatos presidenciales de cada sector. En la Alianza, el argumento es no enfrascarse en disputas internas y concentrarse en fortalecer los nombres que arrojen las encuestas. En la Concertación, mientras tanto, el argumento es que Michelle Bachelet ya está posicionada como ganadora y que someterla al trámite de las parlamentarias puede desgastarla, además de afectar la imagen de fortaleza que tiene si no se logra una alta participación ciudadana.
En estos días también se ha producido una ácida reacción de la Alianza al planteamiento del presidente de la DC Ignacio Walker, respecto a promover la convocatoria a una Asamblea Constituyente, diciéndose incluso que sería inconstitucional por la sencilla razón de que la Constitución no la establece como mecanismo legal, lo que es obvio porque nuestra Carta Fundamental fue hecha precisamente para no ser reformada sin grandes mayorías.
Y es curioso porque en la campaña presidencial pasada Frei habló de redactar una nueva Constitución sin que se produjera esta reacción. Es curioso también porque la idea de la Asamblea Constituyente viene planteándose hace años desde la Izquierda y es evidente que la propuesta de Walker tiene más sentido como provocación a RN para avanzar en las reformas constitucionales y para que la DC no aparezca retrasada frente a sus partidos aliados en lo que se refiere al mejoramiento de la democracia, lo que queda comprobado en que durante los veinte años de administración de la Concertación no se impulsó ninguna Asamblea Constituyente, ningún reemplazo completo de la Constitución ni la posibilidad de un plebiscito.
Y es más curioso aún si se toma en cuenta que ahora todos dicen estar preocupados por promover la participación ciudadana. Es curioso, sin duda. Una cosa es lo que se dice y otra la que se hace y al final eso es lo que hace que la gente desconfíe de las reales intenciones de los políticos. Evidentemente, hay excepciones pero esas excepciones no son relevantes si no tienen el peso político necesario para hacer los cambios que se puedan requerir.
Estas situaciones hacen recordar cuando, durante la Presidencia de Aylwin, se pensó en celebrar el entonces segundo aniversario del “No” y se dejó de lado la idea porque podía llegar poca gente.
En estos días, tras una encuesta CEP que no traía mayores novedades en cuando a las intenciones de voto, tanto en la Alianza como en la Concertación comenzaron a aparecer voces insinuando que sería mejor no realizar elecciones primarias para definir los candidatos presidenciales de cada sector. En la Alianza, el argumento es no enfrascarse en disputas internas y concentrarse en fortalecer los nombres que arrojen las encuestas. En la Concertación, mientras tanto, el argumento es que Michelle Bachelet ya está posicionada como ganadora y que someterla al trámite de las parlamentarias puede desgastarla, además de afectar la imagen de fortaleza que tiene si no se logra una alta participación ciudadana.
En estos días también se ha producido una ácida reacción de la Alianza al planteamiento del presidente de la DC Ignacio Walker, respecto a promover la convocatoria a una Asamblea Constituyente, diciéndose incluso que sería inconstitucional por la sencilla razón de que la Constitución no la establece como mecanismo legal, lo que es obvio porque nuestra Carta Fundamental fue hecha precisamente para no ser reformada sin grandes mayorías.
Y es curioso porque en la campaña presidencial pasada Frei habló de redactar una nueva Constitución sin que se produjera esta reacción. Es curioso también porque la idea de la Asamblea Constituyente viene planteándose hace años desde la Izquierda y es evidente que la propuesta de Walker tiene más sentido como provocación a RN para avanzar en las reformas constitucionales y para que la DC no aparezca retrasada frente a sus partidos aliados en lo que se refiere al mejoramiento de la democracia, lo que queda comprobado en que durante los veinte años de administración de la Concertación no se impulsó ninguna Asamblea Constituyente, ningún reemplazo completo de la Constitución ni la posibilidad de un plebiscito.
Y es más curioso aún si se toma en cuenta que ahora todos dicen estar preocupados por promover la participación ciudadana. Es curioso, sin duda. Una cosa es lo que se dice y otra la que se hace y al final eso es lo que hace que la gente desconfíe de las reales intenciones de los políticos. Evidentemente, hay excepciones pero esas excepciones no son relevantes si no tienen el peso político necesario para hacer los cambios que se puedan requerir.
Estas situaciones hacen recordar cuando, durante la Presidencia de Aylwin, se pensó en celebrar el entonces segundo aniversario del “No” y se dejó de lado la idea porque podía llegar poca gente.
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