CUIDADO CON EL CHAUVINISMO
El exitoso rescate de los 33 mineros fue una epopeya indudable de la tecnología y una demostración de fuerza de voluntad que ha causado justa admiración en el mundo entero, pero se ha exagerado la interpretación de los hechos como una comprobación de una supuesta eficacia nacional, que a su vez marcaría una diferencia entre este gobierno y las administraciones anteriores, en un cambio mágico alcanzado en solo unos pocos meses.
No es posible dejar de reconocer el valor del rescate de los 33 mineros, pero hay que decir al mismo tiempo que este año solamente han muerto otros 35 en diversos accidentes, sin considerar estadísticas similares en otras áreas de la economía que no ocupan mayor espacio en los periódicos.
Una crítica similar se puede hacer respecto a otros ámbitos de la vida en sociedad. El turista puede ver en Chile verdaderas mansiones, y al mismo tiempo casas en las que apenas cabe una familia; verdaderas proezas médicas y eternas listas de espera en los hospitales públicos; fantásticos profesionales y egresados de la enseñanza secundaria que apenas entienden un texto escrito. En cada caso hay algo que exhibir que nos hace sentir merecidamente orgullosos y algo que queremos ocultar porque nos recuerda que seguimos siendo un país tercermundista.
En la primera mitad del período de la Concertación, la consigna era que Chile estaba despegando, que pronto seríamos una nación plenamente desarrollada, los “jaguares” del Pacífico. Durante la dictadura, éramos una “Isla de Paz”. En cada momento, un sentimiento chauvinista mezclado con el propósito de maquillar la realidad para asimilarla al discurso político ha ido construyendo afirmaciones que suelen derrumbarse por la falta de cimientos sólidos.
Además de los tradicionales indicadores que se usan para medir el progreso de un país, a Chile le faltan dos cosas que no suelen considerarse: Una mejor distribución del ingreso, de modo que el sistema económico sea validado por el conjunto de la sociedad; y cambios culturales que permitan que, de verdad, las cosas sean bien hechas.
El Presidente Piñera habló de un rescate hecho “a la chilena”, lo que muchas veces se aplica como la cultura del “alambrito”, que no es el caso específico del rescate pero sí el de muchas otras situaciones. Lo de que “en el camino se arregla la carga” es intrínsecamente chileno, y traducido al español quiere decir que las cosas nunca se remedian, del mismo modo que decir que somos eficientes es más una expresión de deseo que una constatación de la realidad, y hacer ese tipo de afirmaciones puede llevar erróneamente a suponer a que en el camino ya se arregló la carga.
No es posible dejar de reconocer el valor del rescate de los 33 mineros, pero hay que decir al mismo tiempo que este año solamente han muerto otros 35 en diversos accidentes, sin considerar estadísticas similares en otras áreas de la economía que no ocupan mayor espacio en los periódicos.
Una crítica similar se puede hacer respecto a otros ámbitos de la vida en sociedad. El turista puede ver en Chile verdaderas mansiones, y al mismo tiempo casas en las que apenas cabe una familia; verdaderas proezas médicas y eternas listas de espera en los hospitales públicos; fantásticos profesionales y egresados de la enseñanza secundaria que apenas entienden un texto escrito. En cada caso hay algo que exhibir que nos hace sentir merecidamente orgullosos y algo que queremos ocultar porque nos recuerda que seguimos siendo un país tercermundista.
En la primera mitad del período de la Concertación, la consigna era que Chile estaba despegando, que pronto seríamos una nación plenamente desarrollada, los “jaguares” del Pacífico. Durante la dictadura, éramos una “Isla de Paz”. En cada momento, un sentimiento chauvinista mezclado con el propósito de maquillar la realidad para asimilarla al discurso político ha ido construyendo afirmaciones que suelen derrumbarse por la falta de cimientos sólidos.
Además de los tradicionales indicadores que se usan para medir el progreso de un país, a Chile le faltan dos cosas que no suelen considerarse: Una mejor distribución del ingreso, de modo que el sistema económico sea validado por el conjunto de la sociedad; y cambios culturales que permitan que, de verdad, las cosas sean bien hechas.
El Presidente Piñera habló de un rescate hecho “a la chilena”, lo que muchas veces se aplica como la cultura del “alambrito”, que no es el caso específico del rescate pero sí el de muchas otras situaciones. Lo de que “en el camino se arregla la carga” es intrínsecamente chileno, y traducido al español quiere decir que las cosas nunca se remedian, del mismo modo que decir que somos eficientes es más una expresión de deseo que una constatación de la realidad, y hacer ese tipo de afirmaciones puede llevar erróneamente a suponer a que en el camino ya se arregló la carga.
Labels: Andrés Rojo, Chile, gobierno, mineros, política, Sebastián Piñera
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