EL FANTASMA DE BACHELET
La última encuesta del Centro de Estudios Públicos –la primera de la administración del Presidente Piñera- trajo un interesante dato sobre la aprobación del Gobierno recién pasado de Michelle Bachelet que fue interpretado apresuradamente como una demostración del fracaso del propósito de dañar su reputación a punta de denuncias sobre las irregularidades y deficiencias ocurridas durante su mandato, pero que al mismo representa un serio peligro para las pretensiones de la Concertación de recuperar el poder en las elecciones del 2013.
Así como le ocurrió a la propia Bachelet al comienzo de su gestión, cuando se comenzaron a buscar posibles sucesores, el Presidente Piñera quedó notificado de cuál es la principal competencia para el eventual postulante de la Alianza por Chile, pero este aviso tan prematuro como la candidatura de Ricardo Lagos -que ya se sabe que no prosperó- representa una peligrosa señal para la Concertación.
Sin entrar a considerar que la aprobación al Gobierno de la ex-Presidenta Bachelet no representa necesariamente una intención de voto, y menos a tres años de la siguiente elección presidencial, la Concertación parece sentir la tentación de asumir que ya tiene prácticamente ganada la siguiente competencia, renunciando al mismo tiempo a reflexionar sobre las causas de su derrota y, sobre todo, a corregir los errores cometidos. Parece ser cosa de colgarse de la figura de la autoridad mejor evaluada desde que existen las encuestas y se acaba el problema de estar en la oposición, con lo que casi sería cosa de sentarse a esperar que pasen estos tres años.
Sin embargo, el problema no acaba ahí. Con una Democracia Cristiana que, aun sumida en su declive electoral, sigue siendo esencial para definir la coalición triunfante, cualquier señal de que debe renunciar a sus pretensiones presidenciales para asegurar el triunfo es, al mismo tiempo, un estímulo para que parte de ella resuelva que es mejor negociar con la Derecha para dar su apoyo a cambio de recibir un mejor trato.
Los anuncios hechos por destacadísimas figuras del PS y del PPD en cuanto a promover leyes como el matrimonio entre homosexuales o el aborto resultan particularmente contrarias a la voluntad de la DC de mantenerse en la Concertación, aunque también resulta difícil pedirle a los sectores que se definen como progresistas que desistan de impulsar su propia agenda.
Así las cosas, recae en Michelle Bachelet, como antes ocurrió con Lagos, la tarea de arbitrar las tensiones al interior de la Concertación. Sabemos que Lagos sólo lo hizo en contadas ocasiones cuando era Presidente y que Michelle Bachelet no lo hizo nunca, por lo que el riesgo de actuar como fantasma en estos años significa la posibilidad de quedarse como fantasma en forma permanente.
Así como le ocurrió a la propia Bachelet al comienzo de su gestión, cuando se comenzaron a buscar posibles sucesores, el Presidente Piñera quedó notificado de cuál es la principal competencia para el eventual postulante de la Alianza por Chile, pero este aviso tan prematuro como la candidatura de Ricardo Lagos -que ya se sabe que no prosperó- representa una peligrosa señal para la Concertación.
Sin entrar a considerar que la aprobación al Gobierno de la ex-Presidenta Bachelet no representa necesariamente una intención de voto, y menos a tres años de la siguiente elección presidencial, la Concertación parece sentir la tentación de asumir que ya tiene prácticamente ganada la siguiente competencia, renunciando al mismo tiempo a reflexionar sobre las causas de su derrota y, sobre todo, a corregir los errores cometidos. Parece ser cosa de colgarse de la figura de la autoridad mejor evaluada desde que existen las encuestas y se acaba el problema de estar en la oposición, con lo que casi sería cosa de sentarse a esperar que pasen estos tres años.
Sin embargo, el problema no acaba ahí. Con una Democracia Cristiana que, aun sumida en su declive electoral, sigue siendo esencial para definir la coalición triunfante, cualquier señal de que debe renunciar a sus pretensiones presidenciales para asegurar el triunfo es, al mismo tiempo, un estímulo para que parte de ella resuelva que es mejor negociar con la Derecha para dar su apoyo a cambio de recibir un mejor trato.
Los anuncios hechos por destacadísimas figuras del PS y del PPD en cuanto a promover leyes como el matrimonio entre homosexuales o el aborto resultan particularmente contrarias a la voluntad de la DC de mantenerse en la Concertación, aunque también resulta difícil pedirle a los sectores que se definen como progresistas que desistan de impulsar su propia agenda.
Así las cosas, recae en Michelle Bachelet, como antes ocurrió con Lagos, la tarea de arbitrar las tensiones al interior de la Concertación. Sabemos que Lagos sólo lo hizo en contadas ocasiones cuando era Presidente y que Michelle Bachelet no lo hizo nunca, por lo que el riesgo de actuar como fantasma en estos años significa la posibilidad de quedarse como fantasma en forma permanente.
Labels: Andrés Rojo, Concertación, elección presidencial, Michelle Bachelet, Sebastián Piñera
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