IDEAS PARA LA CRISIS
Resulta increíble que las autoridades estén esperando a que se diagnostique oficialmente que el país está en recesión para tomar nuevas medidas que ayuden a las personas a pasar de mejor manera la crisis económica. Basta con concurrir a cualquier oficina de un servicio público para comprobar cómo han aumentado las filas de quienes buscan la manera de renegociar sus deudas para no quedarse sin servicios básicos como luz o agua. No se puede esperar a que la actividad económica registre índices negativos durante determinado tiempo porque ya entonces será demasiado tarde para muchas familias y demasiado tarde también para que las soluciones sean útiles.
Por otra parte, es preciso hacer un debate del más alto nivel sobre el sentido que se le deben dar a las eventuales medidas de apoyo económico, ya que hasta ahora estas se han focalizado en los sectores de menores ingresos, con el objeto de paliar el mayor costo de la vida, lo que significa que el grueso del dinero que se aporta se va al consumo y no genera más actividad económica que la que puedan tener los almacenes y las panaderías.
Si se trata de que el dinero estatal destinado a ayuda social tenga un impacto en la economía, parecería prudente analizar la posibilidad de que se brinde asistencia a la clase media, que es precisamente la que crea y administras las pequeñas y medianas empresas, contrata cerca del 80 por ciento de las fuentes de empleo en el país y además tiene la educación necesaria para actuar con imaginación y creatividad frente a la crisis.
Por otra parte, no tender una mano a la clase media tiene el efecto adicional de que no se impide su progresivo empobrecimiento y el aumento de las personas en condición de pobreza, haciendo más oneroso aún ayudar al segmento con menos recursos de la población.
Adicionalmente, debe despejarse de todo dogmatismo el derecho del Estado a realizar actividades empresariales, a menos que sea menos eficiente que el sector privado y reorientarse la actividad de las instituciones públicas creadas para el fomento de la economía, como Corfo, Enami o el Banco del Estado.
De todos modos, cualquiera sea la orientación que tome la asistencia estatal se requiere asumir dos premisas básicas. En primer lugar, que la ayuda no puede seguir esperando por los índices de actividad económica son posteriores en el tiempo a la realidad que miden y, en segundo término, que de nada sirven los programas asistenciales si la mitad de los recursos se consumen en burocracia. En este momento se necesita mayor sensibilidad y menos dogmatismo y menos tecnocracia.
Por otra parte, es preciso hacer un debate del más alto nivel sobre el sentido que se le deben dar a las eventuales medidas de apoyo económico, ya que hasta ahora estas se han focalizado en los sectores de menores ingresos, con el objeto de paliar el mayor costo de la vida, lo que significa que el grueso del dinero que se aporta se va al consumo y no genera más actividad económica que la que puedan tener los almacenes y las panaderías.
Si se trata de que el dinero estatal destinado a ayuda social tenga un impacto en la economía, parecería prudente analizar la posibilidad de que se brinde asistencia a la clase media, que es precisamente la que crea y administras las pequeñas y medianas empresas, contrata cerca del 80 por ciento de las fuentes de empleo en el país y además tiene la educación necesaria para actuar con imaginación y creatividad frente a la crisis.
Por otra parte, no tender una mano a la clase media tiene el efecto adicional de que no se impide su progresivo empobrecimiento y el aumento de las personas en condición de pobreza, haciendo más oneroso aún ayudar al segmento con menos recursos de la población.
Adicionalmente, debe despejarse de todo dogmatismo el derecho del Estado a realizar actividades empresariales, a menos que sea menos eficiente que el sector privado y reorientarse la actividad de las instituciones públicas creadas para el fomento de la economía, como Corfo, Enami o el Banco del Estado.
De todos modos, cualquiera sea la orientación que tome la asistencia estatal se requiere asumir dos premisas básicas. En primer lugar, que la ayuda no puede seguir esperando por los índices de actividad económica son posteriores en el tiempo a la realidad que miden y, en segundo término, que de nada sirven los programas asistenciales si la mitad de los recursos se consumen en burocracia. En este momento se necesita mayor sensibilidad y menos dogmatismo y menos tecnocracia.
Labels: Andrés Rojo, crisis económica, economía
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