Politica e Ideas

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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Sunday, March 28, 2010

QUE VEINTE AÑOS SÍ ES MUCHO


A diferencia de Carlos Gardel que aseguraba en “Volver” que veinte años no es nada, aunque reconocía tener canas acumuladas en ese tiempo, la verdad es que en estos tiempos modernos veinte años sí es muchísimo tiempo y ese lapso es el que gobernó la Concertación en Chile, pero lo que no comprendió es cuánto cambió el país durante dos décadas.

Cuando la Concertación llegó al poder, la Internet estaba en pañales, por ejemplo; los chilenos ganaban en promedio menos de la mitad de lo que ganan ahora; y la pobreza afectaba a más del doble de nuestros compatriotas.

Sin embargo, la Concertación mantuvo un discurso centrado en cosas que eran muy relevantes veinte años atrás y que hoy importan menos, por muy doloroso que resulte constatar que la democracia, los derechos humanos y la justicia social no reciben la misma valoración de hace veinte años, y eso es reflejo directo de los cambios vividos por la sociedad chilena.

Es importante constatar que esos mismos cambios han sido impulsados, de forma directa o indirecta por la propia Concertación, que no se dio cuenta que el Gobierno tiene una responsabilidad como formador de la conciencia cívica, rol que simplemente ni se intentó cumplir.

También es necesario destacar que, desde este punto de vista, la Derecha ha diseñado un discurso que responde a los anhelos más superficiales de la gente, pero que no responde en el largo plazo a una identidad nacional que, además, parece encontrarse en una intensa etapa de evolución, o involución si se prefiere.

La posibilidad de mantener o recuperar el Gobierno dependerá entonces de quien sepa comprender mejor la naturaleza de estos cambios, y en esa tarea sí que tienen poca utilidad las encuestas y se requerirá mucha intuición y una fuerte conexión con la gente.

Por lo pronto, los dos principales grupos políticos están excesivamente concentrados en sus propios afanes y no están prestando oídos a ese imprescindible diálogo con la ciudadanía. La Coalición por el Cambio se encuentra abocada a la instalación del Gobierno en condiciones difíciles pero que no se tendrán en cuenta al momento de evaluar su gestión en cuatro años más; mientras que la Concertación parece estar todavía mirándose el ombligo, pensando en cómo empezar a pensar para entender lo que le ocurrió. En estas condiciones, con Mundial de Fútbol de por medio, recién a fines de año la gente volverá a ser escuchada y el primero que lo haga -si alguien lo hace- tendrá parte de la carrera avanzada.

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Sunday, March 21, 2010

TROPEZANDO DOS VECES CON LA MISMA PIEDRA


Es curiosa la forma con que la Concertación ha tratado de reaccionar a su derrota electoral de comienzos de enero, casi como un niño que niega su responsabilidad por la rotura de una ventana, teniendo la pelota de fútbol en la mano.

Primero, trató de culpar a las candidaturas alternativas, como si los expulsados o automarginados de la Concertación tuvieran alguna responsabilidad con un pacto político que les hizo imposible la convivencia; y luego, al convocar a una reunión ampliada pero restringida a los dirigentes de los partidos de la propia Concertación, con lo que es difícil llegar a conclusiones distintas de las que ya se han enunciado, es decir que las elecciones se perdieron por culpa de Enríquez-Ominami.

No se han considerado las verdaderas causas y mientras no se haga eso, se seguirá repitiendo el mismo discurso: La culpa de los “traidores”, el poder del dinero o la atracción de la novedad, pero nunca el agotamiento de la ciudadanía por los sucesivos actos de corrupción, por los abusos de poder, por el nepotismo y por un discurso sobre la dictadura que viene de hace un cuarto de siglo atrás.

Todo esto es comprensible, ya que no es fácil dejar el poder y menos cuando se tienen buenas cifras en la macroeconomía para exhibir, pero se olvida que el talón de Aquiles fue la microeconomía y que si bien Chile es un país admirado, es también el que ve actos de vandalismo en los momentos en que más se requería la solidaridad.

Chile no es lo que era veinte años atrás y en eso la Concertación no ha sabido comprender las señales, aunque eso no significa tampoco que lo haya logrado la Alianza, pero es la que estaba como alternativa ante el cansancio de la gente. Es la Alianza también, y sobre todo la UDI, la que ha aprovechado el tiempo consolidando una red de vínculos en todas las capas sociales, mientras la Concertación ha descuidado el diálogo con la ciudadanía.

Ahora, el ex-pacto gobernante tiene que recorrer el camino que no anduvo desde la comodidad del poder, y hasta ahora lo ha iniciado con los mismos rostros y las mismas mañas de siempre. Mientras no entienda la magnitud de los cambios que ha experimentado el país y las formas de hacer política que exige la gente, asumiendo con verdadera humildad los errores cometidos e introduciendo las correcciones imprescindibles en una larga seguidilla de errores, seguirá siendo más fácil para la Derecha conservar el poder que recuperarlo para la Concertación.

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Sunday, March 14, 2010

LA UNIDAD NACIONAL


El que sería el lema del incipiente gobierno del Presidente Piñera se vio abruptamente substituido por el objetivo de la reconstrucción nacional, pero siempre en forma complementaria con la unidad del país, por lo que es útil entender de qué se trata esa unidad, ya que resultaría absurdo entenderla como una forma de homogeneidad.

En lo fundamental, hay una perspectiva histórica y otra política. La primera parece apuntar, de acuerdo al discurso del nuevo oficialismo, a la necesidad de dar por superadas las divisiones originadas en el conflictivo período de la Unidad Popular y la consiguiente dictadura, en especial en lo que se refiere al tema de los derechos humanos; en tanto que la segunda apunta a formar nuevas mayorías políticas que permitan sustentar las decisiones del Presidente Piñera.

Ambas visiones, sin embargo, no son compartidas por vastos sectores de la sociedad, y eso sin entrar a discutir el hecho de que Piñera no fue electo por la mayoría de los chilenos sino por la mayoría de los inscritos para votar. Sobre los derechos humanos, es evidente que sería ideal dar por terminada la persecución de las responsabilidades, pero ello no puede hacerse sin haberse establecido las mismas. En cuanto a la conformación de una nueva mayoría, eso depende más del proceso de renovación que deberá seguir la Concertación que de las intenciones porque la Derecha no tiene espacio para tener por sí sola esa mayoría, y si triunfó en las elecciones es porque la Concertación perdió

Otra cosa es que, por estrategia, por cordialidad, por ser políticamente correctos, Sebastián Piñera y las nuevas autoridades hablen de unidad nacional, pero es importante tener claridad en cuanto a que este es más un deseo que una posibilidad y que surge, precisamente, de la constatación de que el país está mucho más fracturado de lo que se quisiera reconocer, y no se trata sólo de la división causada por la Unidad Popular y la dictadura, sino de una serie de situaciones que reflejan un país partido en varios pedazos.

En lo económico, es sabido que Chile es una de las naciones con peor distribución de ingreso del mundo y que quien nace pobre muy difícilmente puede superar su condición de pobreza. En lo social, tener un apellido vinoso abre puertas que aún no logra abrir el talento o el trabajo duro. En la discriminación sexual, las mujeres siguen ganando menos que los hombres y quienes tienen opciones sexuales distintas a las tradicionales deben mantenerse ocultos en el ámbito de su privacidad. En lo cultural, más de un millón de compatriotas pertenecientes a las etnias originarias no han podido desarrollar su propio lenguaje y religiosidad con plena libertad.

Sería bueno saber si estas formas de división forman parte del concepto de unidad que inspira a las nuevas autoridades.

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Sunday, March 07, 2010

CAMINAR Y MASCAR CHICLE AL MISMO TIEMPO


Del ex-presidente norteamericano Ronald Reagan se decía que no era capaz de caminar y mascar chicle al mismo tiempo, expresión con la que se pretendía señalar que no podía hacer dos cosas simples al mismo tiempo. He vuelto a ver esa expresión en varias otras ocasiones, generalmente aplicadas a políticos de cuya viveza se tienen dudas, siendo que se trataba en casi todos los casos de personas que habían alcanzado cargos destacados y, por lo tanto, no tenían nada de tontos.

En estos días, he vuelto a ver aplicada la sentencia al casi saliente Gobierno, y específicamente a la Presidenta Michelle Bachelet, lo que puede no parecer justo a la vista del amplísimo respaldo ciudadano con el que concluye su mandato este próximo jueves, pero que, desde otro punto de vista, parece aplicarse con corrección para evaluar la forma en que la máxima autoridad del país enfrentó la emergencia desatada por el terremoto reciente.

Es evidente que, siendo el final del período de vacaciones y del período presidencial, muchas autoridades estaban dedicadas a otras cosas y la capacidad de reacción para tomar las primeras medidas no era plena, pero usar como excusa las dificultades de comunicación cuando la prensa ya mostraba imágenes de lo sucedido no pareció una buena estrategia sino, simplemente, una excusa.

Por otro lado, es evidente que la falta de decisión para resolver la salida a las calles de las fuerzas armadas no obedeció a una parsimonia sino, por el contrario, a una meditada decisión sobre la imagen política para un Gobierno que termina y que no siente mayor cercanía con el mundo militar por razones lógicas pero ya pertenecientes al pasado.

El momento ha sido poco feliz, pero sin duda el impacto político del terremoto incidirá más en la evaluación del próximo equipo que en el que termina, ya que en el recuerdo de la ciudadanía pesarán más los aciertos que los errores, mientras que para el Presidente electo la posibilidad de demostrar la capacidad de cumplir sus promesas de campaña y, en especial, de demostrar que la Derecha tiene la habilidad para impulsar el desarrollo del país se verán claramente lastradas por la obligación de reconstruir las extensas zonas dañadas por el sismo.

Lo que sí puede resultar gravitante para afectar la evaluación de la Presidenta Bachelet es la tendencia vista en los últimos días a pedir que no se hagan críticas porque lo único importante debe ser la ayuda a las víctimas, y eso es solo parcialmente cierto porque parte del problema es la falta de preparación en un país que es, por definición, sísmico y eso es imperdonable y una responsabilidad política que no puede extinguirse por el cambio de mando. La justicia y la historia exigen que los países caminen y masquen chicle al mismo tiempo.

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