Politica e Ideas

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Location: Quilpué, Valparaíso, Chile

Soy periodista y comentarista político.

Sunday, February 28, 2010

TERREMOTO


Para quien intente conocer Chile y comprender a los chilenos, resulta esencial entender que este es un país sísmico. Desde que existen mediciones objetivas una parte importante de los principales terremotos en el planeta han ocurrido en Chile. Eso significa que, aun cuando no sean frecuentes.

En este país se vive con la amenaza de que, en cualquier momento, todo se venga abajo. Vivir bajo esas condiciones produce varios efectos en la idiosincrasia.

Primero, el fatalismo, un fatalismo combinado con un sentido del humor negro para esperar siempre lo peor, sabiendo además que no se trata de un temor sino de una certeza.

Segundo, estar dispuestos a empezar de nuevo, con un optimismo a prueba de balas. Agregando mayores medidas de seguridad, se vuelve a construir de nuevo donde mismo o en el valle contiguo, y nadie se va del país porque el suelo se mueva de vez en cuando.

Luego, hay que consignar la solidaridad. Es habitual que se ponga en duda la existencia de este valor, en especial cuando pasa mucho tiempo sin que se ponga en práctica, pero basta el reacomodo de los elementos para que toda la gente entienda que cada uno por separado no puede volver a levantar su casa y ello lleva a que la recuperación sea una tarea asumida por el conjunto de la sociedad.

El terremoto reciente, sin embargo, es el primero que sorprende al país en un momento de particular individualismo y representa en sí un desafío entre la tradicional solidaridad y la novedosa tendencia al aislamiento social.

Cuarto, la modestia, que también choca con el exitismo de los últimos años. Un país en el que las casas se vienen al suelo no es un país en el que sea posible hacer planes de largo plazo. La precariedad es una regla permanente que no puede ser dejada de lado y marca el carácter nacional.

Por último, todo lo anterior conduce al realismo. Es absurdo construir palacetes que pueden derrumbarse en un sismo, y los que se intentaron en el pasado hace tiempo ya que se diluyeron como escombros.

A pesar de que se adopten todas las medidas preventivas, estas se diseñan -y no puede ser de otra forma- como probabilidades de defensa frente a la fuerza de la naturaleza. Es inviable económicamente construir viviendas que puedan resistir cualquier desastre. La reparación y la reposición son más baratas que la seguridad absoluta, pero eso significa asumir que el ser humano no puede dominar la naturaleza.

El gran terremoto anterior, hace exactamente un cuarto de siglo en el mismo último fin de semana de las vacaciones, se produjo justo cuando Chile iniciaba lo que ha sido su período más productivo desde el punto de vista económico, y si alguien ilusamente llegó a pensar que el ser humano había logrado ponerse al margen de la voluntad de la naturaleza gracias al despliegue de ostentación y consumismo de que se ha venido haciendo gala, tiene que haberse dado cuenta que este nuevo terremoto nos ha devuelto a lo que siempre hemos sido: Un país que está siempre por construirse; que está hecho a medias; que depende más de la voluntad de sus habitantes que de sus riquezas naturales o de la especulación de la globalización. Como bien nos recuerda Nicanor Parra: “Creemos ser país y la verdad es que somos apenas paisaje”.

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Sunday, February 14, 2010

MEMENTO MORI


Lo que fue uno de los peores errores de la Concertación, puede convertirse en una de las mayores debilidades del gobierno de Sebastián Piñera: La concentración de los medios de comunicación en manos de sectores empresariales afines a la Coalición por el Cambio.

Si para la Concertación esa carencia significó no poder divulgar apropiadamente su gestión, constituyéndose ello en una de las causas de su derrota electoral, para el nuevo Gobierno que se inicia el próximo 11 de marzo una prensa complaciente puede traducirse en un impacto negativo.

Aunque pueda ser molesto, las autoridades necesitan un periodismo medianamente objetivo que denuncie sus errores y advierta sobre la necesidad de hacer rectificaciones. Además una prensa que lo aplaude todo, contribuye a una egolatría de la autoridad que afecta su capacidad de juicio y su objetividad.

Algo de ello se ha visto en estos primeros días, tras el anuncio por parte del Presidente electo de las personas que constituirá su equipo de colaboradores desde los distintos ministerios: Hay evidentes debilidades en este grupo de hombres y mujeres, como la falta de experiencia política de algunos, la carencia de conocimiento del funcionamiento de la administración pública, cierto grado de excesiva confianza en que las capacidades demostradas en el sector público serán suficiente para la gestión pública.

Se agrega a ello que se presenta como novedoso un esquema que, en lo esencial, es muy similar al que utilizó el ex-Presidente Jorge Alessandri hace cincuenta años y que debió modificar, a la mitad de su mandato, para incorporar la experiencia política que no tenían los empresarios que eran exitosos en sus responsabilidades anteriores.

Sin embargo, nada de eso se dice y aunque es comprensible que en este período la “noticia” sea la descripción de los nuevos personajes, muchos de ellos ampliamente desconocidos para el público que no se informa de las noticias económicas, hay una suerte de benevolencia de los medios de comunicación que se puede sospechar legítimamente que proviene de la simpatía política por las nuevas autoridades.

La existencia de un sistema de prensa pluralista no es un asunto de conveniencias para el Gobierno o para la oposición, sino que es una necesidad de la totalidad del sistema político de un país, y mientras los periódicos, radios y canales de televisión sigan dependiendo del interés partidario, por mucha elegancia que se aplique en ese propósito, nunca avanzaremos a una democracia madura. Los romanos construyeron un imperio, en parte, porque los generales triunfantes tenían un siervo con ellos para susurrarle al oído: “Memento Mori” (“Recuerda que eres mortal”).

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Sunday, February 07, 2010

LA POLÍTICA COMO ESPECTÁCULO


La forma en que se ha encarado la designación del gabinete ministerial del Presidente electo ha estado más marcada por la expectación creada en torno a los nombres que por su simbolismo político, lo que resulta llamativo considerando que es el primer paso para una coalición que debería aspirar a conservar el poder más allá de los siguientes cuatro años.

Pareciera que el afán de capturar el rating que tan buenos resultados le dio a la Derecha en la conquista del Gobierno, aún fuera un factor determinante al momento de comenzar a ejercer el poder y eso puede ser un error porque de lo que se trata ahora no es de capturar portadas con mujeres rubias o las destrezas deportivas del Presidente electo, sino de mostrar con hechos cuál es la diferencia entre un régimen liderado por la Derecha y el que sostuvo durante veinte años la Concertación.

Las comparaciones son inevitables y en eso, es justo decirlo, la Concertación tiene un capital que constituye una ventaja. El rol de Sebastián Piñera, entonces, será demostrar que fue una buena elección para la mayoría de los votantes que le allanaron el camino a La Moneda, que la Derecha ha aprendido a comprometerse con la democracia y la justicia social, que es eficiente en el ejercicio del poder y está libre -comparativamente con el pasado reciente- de los vicios de la corrupción y del aprovechamiento del poder.

Si no se comprende la magnitud del desafío, es difícil tomar las decisiones correctas. La Derecha ha estado alejada del poder democrático por más de medio siglo y si pretende seguir siendo competitiva tiene que demostrar las habilidades y la madurez política que no exhibió en el pasado, y no depender de que sus contendores ocasionales lo hagan tan mal que la ciudadanía esté dispuesta a darles la oportunidad de tener el Gobierno.

Lo que inicia Piñera no es sólo su Gobierno sino una etapa histórica en que una Derecha motejada como poco democrática, elitista, materialista y conservadora puede demostrar con hechos que no lo es; que el progresismo no es propiedad de la Izquierda; que el conservadurismo no es lo único que moviliza a ese sector y, sobre todo, que para la Derecha la política es un asunto serio y no un área más de la farándula.

Para ello, se requiere que desde sus primeros pasos Piñera entienda la magnitud y actué en consecuencia, sin repetir los mismos errores que criticó a la Concertación y que, en cierta forma, son inherentes al ejercicio del poder. La Concertación está iniciando su proceso de renovación, la Derecha tiene que demostrar que lo completó y que lo hizo exitosamente. Luego vendrá el momento en que tendrá que demostrar que es más competitiva que una Concertación que prometerá al electorado haber completado el círculo, pero para eso restan cuatro años.

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